30. TUVIMOS UNA CITA (SÍ, ESTOY GRITANDO)

45 6 16
                                    

Ese día había ido a dormir a mi habitación con Aurelia, aunque a penas crucé palabra con ella

Hoppsan! Denna bild följer inte våra riktliner för innehåll. Försök att ta bort den eller ladda upp en annan bild för att fortsätta.

Ese día había ido a dormir a mi habitación con Aurelia, aunque a penas crucé palabra con ella.

—¿Estamos bien, Haniel? —preguntó mi amiga preocupada.

—Te sigo queriendo igual que siempre, si es lo que te preguntas, solo que tengo algunos pendientes en el Archivo —le dije con una sonrisa tranquilizadora.

Los ángeles teníamos prohibido en nuestra biología mentir, pero podíamos ocultar información. Ahí fue cuando entendí lo que me había dicho Paimon, sobre como yo podía estar diciendo la verdad y a la vez no ser realmente honesto.

—Puedes contarme cualquier cosa ¿Lo sabes verdad?

No le pude responder, solo atiné a asentir con la cabeza y salir del lugar.

✨✨✨

—¿Qué rayos vamos a hacer? —le pregunté a Paimon con una risa nerviosa.

—Es como un viaje astral —explicó y al ver que me mordí las uñas nervioso, me dio un pequeño empujoncito—. Cálmate con tu fatalidad, ricitos de oro, te juro que no pasará nada malo.

—¡Eso dices ahora! —le espeté—Si nuestro espíritu se pierde y nuestra existencia desaparece, te voy a estrangular —lo amenacé.

—Eso puedes hacerlo cuando quieras —dijo con tono sugestivo.

Le di un pape (suave) en la frente.

—¡Toma esto en serio! —lo regañé.
—No me maltrates —dijo con una sonrisa ladeada, para luego sentarse a horcajadas de mi regazo—. Trátame con amor.

—No te vas a salvar de mi solo por intentar engatusarme, sigo pensando que es demasiado peligroso —dije esquivando su rostro e intentando ignorar como reaccionaba mi cuerpo ante el.

Paimon ignoró totalmente mi comentario, sus piernas se aferraron a las mías y sus labios recorrieron mi cuello. Cerré los ojos en un suspiro, no iba a mentir y decir que aquello no me agradaba.

—Te juro, Hani, que es completamente seguro. Hasta los humanos lo hacen algunas veces y no les pasa nada. Vamos, miramos el mundo humano y luego nos devolvemos, así de simple —insistió.

El paró de besarme y entonces fue como salir de un trance. Era mejor detenernos antes de que quisiéramos avanzar demasiado.

—¿Tu has ido antes? —pregunté ya algo convencido.

—Sí, pero siempre solo triste y abandonado—respondió haciendo un pequeño puchero.

Después del trabajo, había ido directamente a la habitación de Paimon, pasamos el rato viendo películas y cuando vimos “El jorobado de Notredame” le mencioné que se me hacían preciosos los lugares que se mostraban y que me parecería maravilloso verlos en persona. Lo había dicho como una idea loca, una fantasía, pero Paimon se lo había tomado demasiado a pecho y había insistido una y otra vez en que podíamos hacer un especie de viaje espiritual para visitarlo.

Ángeles y demonios se besan en el PurgatorioDär berättelser lever. Upptäck nu