20. Ariel y yo tenemos crisis existenciales

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—¿Ya estás listo? —pregunté a Ariel

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—¿Ya estás listo? —pregunté a Ariel.

Era peor que una tortuga, lo había invitado a pasear y a charlar, el dijo que debía ver unos documentos y salía. Había dicho eso hace horas o tal vez minutos, no lo se, el tiempo pasaba distinto en los mundos espirituales como el Cielo, Infierno y Purgatorio.

—Listo, listo. No creí que fueras tan deprisa —dijo Ariel terminando de guardar unos pergaminos en su oficina.

Flotó a mi lado inclinándose ligeramente.

—¿Dónde iremos? —preguntó intrigado.

—No me importa realmente, solo quiero charlar contigo un rato —respondí encogiéndome de hombros intentando demostrar despreocupación.

Despreocupación que evidentemente no existía, las interacciones sociales me aterraban y con lo raro que había quedado todo entre Ariel y yo, tenía aún más razones para preocuparme. Podía huir, quería huir, pero sabía que no era lo correcto, debía tener esta conversación con el.

—¿Te parece si vamos a comer ese chocolate del que hablamos hace tiempo? —preguntó con una brillante sonrisa.

✨✨✨

Fuimos al comedor, no tenía ni idea como conseguiría helado, nunca lo habían dado en el comedor. En realidad, nunca habían dado nada interesante en el comedor, solo lo necesario para sobrevivir, nada delicioso, solo lo justo y necesario para que nuestro cuerpo estuviera en perfecto funcionamiento. Nada para disfrutar. Nada para sentir placer. Nada para vivir.

Me froté la cara con las manos, no sabia porque estaba teniendo estos pensamientos de manera tan recurrente últimamente. Era como si el mundo a mi alrededor, todo lo que conocí durante toda mi vida, de pronto hubiera dejado de tener sentido.

—Hola Jen ¿Me das algo de chocolate, queride? —dijo Ariel haciéndole un puchero al ángel que servía la comida.

Nunca había hablado con elle, ni siquiera había parecido una opción. En ese momento me sentía un poquito mal por eso, a veces olvidaba que el mundo no giraba en torno a mi.

—¿En serio tenías que traer a alguien más? Sabes que me puedo meter en problemas —le respondió Jen.

—Es solo chocolate —dijo Ariel recargándose en la barra.

Jen puso una barra del dicho dulce encima de la mesa.

—Esta es la última vez —dijo señalando a Ariel con el dedo, se veía con molestia y diversión.

—Ajá, fingiré creerte.

Murmuré un pequeño "gracias" y seguí a Ariel, él tomó mi mano y elevo vuelo junto a mi. Se sentó en el techo del edificio donde estaban los dormitorios y con su mano señaló al lugar a su costado. Me senté nervioso ¿Eso no rompía ninguna regla, verdad?

Ángeles y demonios se besan en el PurgatorioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora