15. Te quiero, idiota

55 14 10
                                    

—Haniel ¿Te encuentras bien? —repitió Paimon chasqueando sus dedos frente a mi—¿Alguien te hizo daño? —preguntó preocupado

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—Haniel ¿Te encuentras bien? —repitió Paimon chasqueando sus dedos frente a mi—¿Alguien te hizo daño? —preguntó preocupado.

Sí, el lo había hecho.

—¿Puedo pasar? Tenemos que hablar —dije algo nervioso.

El demonio abrió la puerta buscando mi esquiva mirada.

—He visto suficientes películas humanas como para saber que eso nunca es buena señal —dijo con una risita nerviosa—. Ya, en serio ¿Qué pasó?

—¿Es verdad que eres el segundo demonio con más almas recolectadas este año? —pregunté mientras me abrazaba a mi mismo.

No quería oír la respuesta.

Él se desplomó sobre su cama y se cubrió el rostro con las manos.

—¿Cómo te enteraste? —preguntó con la voz temblorosa.

—O sea que es verdad —susurré con un hilito de voz y el corazón apretado.

Paimon se levantó y tomó mis manos entre las suyas.

—No es algo importante, no cambia nada —dijo con voz firme.

—¿Cómo no va a cambiar nada? Puede que en un tiempo estés gobernando el infierno ¡Y no me lo contaste!

—¡No te lo conté porque no es importante y porque sabia que ibas a reaccionar mal! En el fondo sigues pensando mal de los demonios —dijo dolido.

—¡No me molesta el hecho en si! Digo, supongo que se siente raro que podrías gobernar el infierno, pero al fin y al cabo solo estas cumpliendo ti papel en este intrincado sistema de justicia divina, no se si el sistema sea exactamente bueno, pero tu estas haciendo lo que debes hacer—respiré hondo—. El problema es que no confiaste en mi, es algo importante y no me lo dijiste.

Tenía un nudo en la garganta, lagrimas brotaron de mis ojos, las limpié con brusquedad, detestaba ser tan llorón.

—Me daba miedo —respondió.

—Ese es el punto de confiar en alguien ¿Sabes qué? Ya no importa, yo estoy tratando se crecer como ser, madurar y confiar. Estaba cambiando, en el buen sentido, en gran parte por ti ¡Supongo que el sentimiento no era mutuo! —le espeté enojado.

—¡Nadie te pidió cambiar! —exclamó con el ceño fruncido.

—¡Aún así lo hice!

—¡¿Por qué?! —gritó Paimon.

—¡Porque te quiero! —grité aún más fuerte.

Rayos.

Paimon caminó con paso firme hacía mi, estaba a tan solo unos centímetros y entonces me estrechó entre sus brazos. Enterró su cara en mi cuello, mi piel se sentía humedad ¿Acaso estaba llorando? Al principio reaccioné asustado, pero luego le correspondí el abrazo.

Ángeles y demonios se besan en el PurgatorioWhere stories live. Discover now