24. La guerra, el amor y la amistad

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—Necesito una explicación no gay —dijo Orion al vernos en su bodega

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—Necesito una explicación no gay —dijo Orion al vernos en su bodega.

—No estábamos haciendo nada malo —dijo Paimon levantando los brazos.

El purgato se masajeo la cien.

—Niñito, te estimo, pero realmente la confianza que te tengo es 0.

—No estábamos haciendo nada malo —dije nervioso—. Soy un ángel, no puedo mentir.

—Salgan de aquí y no empeoren mi jaqueca —ordenó.

Según yo los seres espirituales no teníamos esa clase de dolor físico, pero no quería cuestionarlo.

Iba a huir de ahí, pero en eso me tropecé con mis propias alas. Bobo ángel. Caí sobre unas cajas llenas de cosas duras.

Me levanté adolorido y Paimon se puso a ordenar asustado lo que había votado.

—Orion, ¿qué es esto? —preguntó el demonio mostrando uno de los objetos que había ahí dentro.

Era un cuadro enmarcado, los humanos las usaban para recordar momentos espaciales, pero los seres espirituales teníamos una memoria perfecta, así que no los necesitamos. En la mayoría de las fotos estaba un grupo de tres personas, en algunas había cuatro, parecían ser un grupo de amigos. Había una mujer con cuernos y alas cafés, debía ser un demonio; otra era una mujer de alas doradas y orejas puntiagudas, evidentemente era una ángel. Lo que me llamó más la atención eran dos rostros ligeramente conocidos, uno de ellos era un ángel de cabello rubio y alas blancas, el otro era un ser de cabello y ojos oscuros sin rasgos muy característicos, debía de ser un purgato. Esos hombres no eran unos cualquiera, a pesar de que se veían mucho más jóvenes en los retratos, los pude reconocer, eran el arcángel Gabriel y Orion. En muchos cuadros Gabriel salía abrazando a las mujeres, en otros Orion se les unía. Una enorme cantidad eran pinturas de las 2 mujeres juntas, muy cercanas entre si. Pero no era una cantidad tan grande como los retratos de el arcángel Gabriel, capturando su belleza en numerosas formas, de una manera que nunca había notado.

—Son cosas del pasado, que deben mantenerse enterradas en el pasado —respondió el purgato de manera tajante.

—¿Conoció al arcángel Gabriel? —pregunté impresionado.

—No, conocí al ángel.

—¿Estos eran tus amigos? —preguntó Paimon— ¿Por qué no me había enterado de esto? —Se escuchaba dolido.

La expresión de Orion era indescifrable.

—Deja esas cosas ahí y vete.

—¿De cuándo es esto? —preguntó Paimon con un hilo de voz.

El purgato no respondió.

—Mierda, Orion ¿De cuándo esto? —reiteró enojado.

—Justo antes de la guerra —dijo el purgato con una calma aterradora.

Ángeles y demonios se besan en el PurgatorioWhere stories live. Discover now