6. Paimon

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—Vengo a ver a Paimon, el me pidió que viniera acá para conversar ¿Sabe dónde lo puedo encontrar?—pregunté a un purgato que estaba en la barra del Bar Purgatorio

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—Vengo a ver a Paimon, el me pidió que viniera acá para conversar ¿Sabe dónde lo puedo encontrar?—pregunté a un purgato que estaba en la barra del Bar Purgatorio.

—¿Eres Haniel no? Me dijo que le avisará si es que venías, pero mejor solo pasa a su habitación, tienes que ir por ese pasillo, es la última puerta.—explicó el purgato.

—Lo tengo, muchas gracias.—murmuré nervioso.

Okay, iría a su habitación. Casual, súper casual. Aunque ahora que lo pensaba ¿Por qué rayos tenía una habitación en el Purgatorio?

Caminé por el pasillo alejándome de la zona del bar, habían varias puertas de distintas formas y tamaños, pero yo solo me concentré en la última. Era una puerta azul oscuro, pero no de ese azul horrendo que usaban los humanos en los uniformes escolares, era un azul oscuro como el mar, y tal como en el mar, yo estaba por sumergirme en un lugar donde no tenía idea de que me esperaba. Golpeé la puerta.

Y me lancé.

—¡Haniel!—chilló Paimon sorprendido cuando abrió la puerta.

El estaba sosteniendo un bote de papás fritas, tenia puesta una camiseta sin mangas algo sucia y abajo tenia solo unos bóxer. Estaba con sus alas ocultas y solo por los cuernos negros en su cabeza se podía ver que era un demonio, si no, pasaba con facilidad por un humano.

—Aurelia me dijo que querías hablar conmigo y cuando pregunté en el bar por ti, me dijeron que viniera para acá—expliqué evitando mirarle el cuerpo directamente—¿Podrías vestirte? Por favor.

—Si, por supuesto—dijo nervioso—. Le dije a Oriom que me avisará si venías, pero se pasó por el otro otrocentro lo que le dije.

Me hizo pasar mientras se vestía mejor, se sacó la camiseta para ponerse una camisa limpia, dejando su torso desnudo por unos segundos. Aparte la mirada con toda la fuerza de voluntad que tenía intentado (fallidamente) no sonrojarme.

—Lamento el desorden, si hubiera sabido que vendrías habría ordenado un poco—dijo ordenando el caos que tenía en su habitación—. Por favor, siéntate.—dijo mostrándome un sofá que había en lugar.

Me senté algo incómodo, Paimon iba a hablar pero lo interrumpí.

—Yo vine aquí solo para una cosa: explicarte que no tienes porque sentir culpa. Yo no he ido a trabajar porque me derrumbé frente a ti y estoy muerto de vergüenza, pero no podía dejarte sentir culpa por algo que no tienes.—dije evitando su mirada.

—Pero si te derrumbarse fue por mi culpa, yo te invité a ir a las puertas del infierno, no pensé en que podría afectarte, solo en ganar la discusión. Lo lamento mucho, no sabes cuanto.—dijo con la mirada baja.

—No todo gira entorno a ti. Estoy lidiando con varias cosas o tal vez con ninguna, pero en mi cabeza hay pensamientos no muy bonitos y el que me haya sentido mal en las puertas del infierno solo fue la gota que rebasó el vaso, lo que me hizo sentir que tal vez no tengo lo necesario para ser un buen ángel. Ni siquiera se porque te digo todo esto, solo se que es la verdad y no me gustaría que sintieras culpable por algo que no te corresponde. Además, eres un demonio, enemigo natural de los ángeles, no tienes porque ser amable conmigo.

Ángeles y demonios se besan en el PurgatorioWhere stories live. Discover now