34. Besame hasta que se borren mis dudas

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Eran demasiadas revelaciones

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Eran demasiadas revelaciones.

Con Aurelia nos despedimos descuidadamente de Orion y salimos como nuevas personas de esa habitación. Miré a mi amiga, estaba pálida.

—¿Estás bien? —le pregunté.
Negó.

—Es demasiado, simplemente demasiado —murmuró— ¿Tú estás bien? También te ves como la mierda.

No sabía cómo estaba. Tenía más información, siempre era mejor saber que no saber, pero aún así, no lo sé, la historia de Orion era desesperanzadora.

—Voy… voy a dar un paseo —me dijo ella antes de emprender vuelo, sin despedirse.

Luego, solo caminé y de algún manera mis pies me llevaron afuera de la habitación de Paimon. Toqué suavemente la puerta, nadie salía, intenté nuevamente y esperé. No era horario de trabajo, así así realmente esperaba que estuviera allí. Quería verlo, quería tanto verlo.

—Ricitos de oro —dijo con una dulce sonrisa al verme.

—Paimon.

Entré apresurado y lo abracé con fuerza. Olía a menta fresca.

—¿Estas bien? —preguntó confundido— ¿Fue un mal día, angelito?

—Más bien, extraño —respondí.
—¿Quieres hablar de ello? —me cuestionó.

Ante mi negativa, besó suavemente mi coronilla y acercó su aliento a mi oído.

—Está bien, no tenemos que hablar.
Nos sentamos sobre la cama, mi mano estaba entre la suya, siendo acariciada con sumo cuidado. Sus manos eran tan tersas, sus dedos tan fríos.

—Siempre estás tan frío que quema —susurré.

—Lo lamento —dijo retirando su toque de mi.

Le tomé las manos deteniéndolo, me había malinterpretado totalmente.

—No me molesta, me gusta que sea así —dije apresurado—. Me gustan tus manos, me fascina u tacto, no me importaría arder porque me toques.

—Eso sonó muy sucio —se burló Paimon.

Mis mejillas se tornaron rojas. Siempre tenía que hacer sus chistes, aunque podía ser que no estuviera tan equivocado.

—Tal vez eso es lo que quiero —respondí intentando encontrar valentía.

El demonio me miró sorprendido y algo avergonzado. El rojo tiñó sus pálidas mejillas.

—Puedes hacer lo que quieras conmigo —dijo con la voz algo ronca.

Se veía tan dulce, tan dispuesto a ser vulnerable. No podía creer que en algún momento pensé que el era un malvado. Era bromista, algo irritante a veces, pero nunca malo. El era todo lo bueno.

Desabroché un botón de su camisa con torpeza.

—Lo mismo digo —susurré acercando mis labios a su oreja.

Mi boca trazó un camino por su cuello, por su mandíbula, hasta finalmente unirse a la suya.

Me deshice de su camisa y me senté a horcadas de el. Acaricié sus cuernos y la parte de su espalda donde debían de nacer sus alas, quería dejarle claro con cada caricia, con cada beso, que amaba cada parte de el.

Su mano rozó la parte baja de mi abdomen. Todo mi cuerpo parecía arder cuando me tocaba. No me importaba, ardería lo que fuera necesario.

—Bésame —pidió.

Y lo besé y me besó, una y otra vez, hasta que el deseo nos consumiera y las caricias disiparan cualquier otra cosa de mi mente que no fuera lo que estaba pasando en ese momento.

✨✨✨

Paimon dormía plácidamente a mi lado, su torso descubierto subía y bajaba con cada respiración. Tenía mi cabeza apoyada en su pecho y escuchaba cada latido. Lucía tan hermoso, tan tranquilo, tan en paz. Parecía un ser cualquiera, en el mejor de los sentidos, fuera de los cuernos y la piel fría, no había nada que lo delatara como demonio. Al final, los demonios, purgatos, ángeles e incluso humanos, no teníamos tantas diferencias. Todos teníamos corazón, Paimon lo tenía y yo también, era ridículo que lo hubiera dudado tanto tiempo. Yo tenía un corazón.

—Buenos días —susurró el pelinegro suavemente.

—Buenos días —respondí con suavidad.

—¿Me estabas mirando dormir? —preguntó alzando levemente una de sus cejas.

Como odiaba que los ángeles no pudiéramos mentir. No podía negar, así que solo atiné a reírme, a ver si así creía que no lo había hecho.

—Dime que no, textual —pidió con diversión en su tono.

Me mantuve en silencio unos segundos.

—No puedo decir que no —dije con una sonrisa avergonzada.

Paimon besó mi coronilla.

—Me gusta la idea de despertar a tu lado el resto de mi eternidad, de verte dormir, escuchar tu respiración y aferrarme a ella como un ancla a tierra ¿Puede pasar esto más seguido? No me refiero necesariamente a lo de anoche —aclaró algo avergonzado—. O sea, no es que no me gustaría que se repitiera, pero solo si tu también quieres. Yo, solo me gustaría compartir más noches contigo, solo estando a tu lado y ya. Solo si quieres, digo tal vez es algo bobo y no te apetezca y también está bien.

Era adorable verlo así.

—A mi también me gustaría venir y quedarme dormido acompañado de tu calor, me encantaría —inhalé profundo—, pero creo que hay algunas cosas que debería de contarte.

Le narré la historia de Orion, le conté cada detalle que recordaba. Le conté, como cada vez sentía que teníamos menos esperanza.

Nota de la autora: ¡Cada vez más cerca del final!No tengo mucho que decir, solo espero que les haya gustado el capítulo y que ojalá puedan votar y comentar si fue así 🙃Nos vemos

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Nota de la autora:
¡Cada vez más cerca del final!
No tengo mucho que decir, solo espero que les haya gustado el capítulo y que ojalá puedan votar y comentar si fue así 🙃
Nos vemos.

-Besitos gays, Juli

-Besitos gays, Juli

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Ángeles y demonios se besan en el PurgatorioWo Geschichten leben. Entdecke jetzt