12. Que asco socializar

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—¿De qué será la clase de hoy? —le pregunté a Paimon emocionado

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—¿De qué será la clase de hoy? —le pregunté a Paimon emocionado.

Había sido una larga jornada de trabajo y lo único que quería hacer ahora era tirarme a descansar en el sofá de su habitación, mientras me daba de comer algo novedoso y charlábamos sobre la humanidad.

—No lo se, pero estaba pensado que podríamos, no se, salir —dijo el demonio rascándose la nuca—. Podríamos ir a otro ambiente del Purgatorio, he escuchado que algunas almas van a un parque, es bonito según dicen.

¿Salir? ¿Con otras personas cerca? Acababa de enloquecer.

—O podríamos ir a tu habitación como siempre —sugerí.

—¡Vamos! Será divertido, ricitos de oro.

Negué.

—Será fuera del horario laboral, por lo que los otros seres que estén ahí probablemente solo se quieran divertirse —expliqué.

—¿Y el problema sería qué...? —preguntó sin entender.

—Que entenderán que yo me estoy divirtiendo contigo, me verán siendo agradable contigo y creerán que soy accesible lo cual hará que exista la posibilidad de que alguna de esas personas quiera socializar.

—¿Has sido agradable conmigo? Si apenas nos conocimos me atacaste —dijo fingiendo dolor.

Rodee los ojos. Se suponía que el dramático ahí era yo.

—Además, en público hay que ser más cuidadosos con el afecto —expliqué mientras rodeaba su cuello con mis brazos.

El demonio hizo una mueca, sabía que yo tenía razón. Los ángeles y demonios eran enemigos naturales, dos razas con un odió proveniente desde la misma creación de la existencia. Llegó a tao punto ese odio, que en cierto punto hubo guerras entre ambos bandos. Aquello interrumpió el buen funcionamiento en el Purgatorio, donde se debían recoger las almas, por ello los purgatos, altos mandos de demonios y ángeles decidieron que se promovería la paz entre todos los seres de esa dimensión. Cada vez los ataques fueron disminuyendo más, empezó a haber cordialidad entre seres infernales y celestiales, incluso a veces podías ver lazos de amistad, pero hasta ahí. No era muy bien visto ver ángeles y demonios muy cercanos entre si, lo cual era horrible, porque me había dado cuenta de que me gustaba el afecto físico con mis amistades y Paimon era mi amigo, me gustaba abrazarlo, sentir su cariño y no podía hacerlo en público.

—¿Tan loco te vuelvo qué no puedes tener tus manos lejos de mi por tan solo un rato? —preguntó alzando una ceja.

Me puse rojo, eso ya era costumbre. El rio y puso su mano en mi espalda para acercarme a si, quedé apoyado en su pecho, no me quejaba.

—Es solo que no veo la necesidad —refunfuñé contra su camisa.

—En las películas los humanos hacen esas cosas, salen con sus amigos y se divierten, me gusta ese concepto —murmuró con su cara en mi cuello, su cálido aliento sobre mi.

Ángeles y demonios se besan en el PurgatorioWhere stories live. Discover now