23. Tienen mi apoyo gays

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 —¿Por qué de pronto mi habitación se transformó en un centro de reuniones? —preguntó Paimon a nadie en específico

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 —¿Por qué de pronto mi habitación se transformó en un centro de reuniones? —preguntó Paimon a nadie en específico.

Había ido con Aurelia a la pieza del demonio con la escusa de que ella quería leer, cuando en realidad solo iba vigilar que yo supiera guardar distancia. Para nuestra sorpresa, ahí también estaba Zalir, la amiga de Paimon (con quien me había paniqueado hace varias escenas atrás). Así que una cosa llevó a la otra y terminamos los 4 conviviendo en esa no muy amplia habitación.

Mi amigo y yo nos encontrábamos en el sofa, el trazaba suaves caricias en mi espalda y yo trataba de no desmayarme. Aurelia se encontraba tirada en el suelo con un libro en el regazo que observaba sin mucho interés. Zalir se había apoderado completamente de la cama de Paimon y miraba el techo bufando.

—Me aburro, necesito que hagamos algo, lo que sea o creo que moriré —dijo Zalir lanzando cojines.

—¿No que eres inmortal? —preguntó Aurelia confundida.

—¿Por qué los ángeles no entienden el sarcasmo? —refunfuñó la mujer con su palma sobre su cara.

—Porque no pueden decir nada que no piensen que es verdad, eso incluye el sarcasmo, entonces como no lo usan, les cuesta más entenderlo —explicó Paimon tranquilamente.

Los miré frunciendo el ceño.

—¡Yo si lo entiendo! Últimamente he mejorado mucho, no puedes negarlo —le dije a mi amigo con mi dedo acusativo.

—Tienes razón ricitos de oro, últimamente realmente comprendes mis bromas sucias —dijo con una voz sugestiva y una sonrisa traviesa.

Le pegue un manotazo.

—¡Lo haces parecer sucio! —exclamé rojo.

—Lo siento, Hani —dijo haciendo un puchero poco honesto.

—¿Hani? —reí.

—Creí que sería mejor que ricitos de oro ¿No te gusta?

—Nada es mejor que ricitos de oro—dije muy seriamente—, pero me agrada, todo sobre ti me agrada.

El acarició mi mejilla con sus suaves y fríos dedos. Sonrió, con una sonrisa tan preciosa y brillante, que pensé que las estrellas del cuello eran innecesarias cuando el sonreía.

Zalir tosió.

—No me voy a hacer una moralista amante de las reglas, pero necesito saber el contexto—nos interrumpió Zalir—. Digo ¿Qué tan ilegal es lo que han hecho hasta el momento?

Todos la miramos extrañada.

—Tengo dos ojitos con los que puedo ver su evidente química y necesito tener toda la información para que hagamos un malvado plan donde no los descubran. Tienen mi apoyo gays.

Soy bi, pero aprecié el gesto.

Paimon estaba rojisimo.

—Zalir, ellos no son pareja ¿cierto? —dijo Aurelia mirándonos con lástima y aguantando una carcajada.

Ángeles y demonios se besan en el PurgatorioWhere stories live. Discover now