Prefacio

177 19 12
                                    

Nota de la autora: Esta parte de la historia fue editada, esta es la  versión actualizada, así que si leíste el prefacio antiguo, te recomiendo leerlo de nuevo.

Nota de la autora: Esta parte de la historia fue editada, esta es la  versión actualizada, así que si leíste el prefacio antiguo, te recomiendo leerlo de nuevo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

No se de donde vengo, no se quien soy, no se absolutamente nada. A excepción de un nombre: Paimon, se que ese soy yo. Bueno, hay algo más que se: este lugar huele horrible y estoy muriendo de frío ¡Oh estoy desnudo!

Miro a mi alrededor mientras me sobo la cabeza, debí haber tenido una caída muy fuerte. Por fin reconozco porque hay ese olor, estoy al lado de unos malditos basureros, asco.

Tomo una manta olorosa que hay en el suelo, debe ser de un vagabundo. Me tapo con ella, se que lo que estoy haciendo no es lo más correcto, pero es lo que hago. Camino por las calles y la gente me mira con una mezcla de miedo y asco, debo lucir horrible.

—Amigo, ¿Estas bien?—me pregunta un hombre de unos cuarenta—Pasa al refugio, bebe algo caliente, la noche está tormentosa.

Obedezco al hombre y entro al edificio, inmediatamente mi cuerpo se relaja, no me había dado cuenta de que estaba temblando. Estoy asustado, terriblemente asustado, desnudo, helado y sucio, pero mantengo la compostura y la mirada en alto, de alguna manera se que es importante.

Una voluntaria del refugio me ofrece un poco de ropa, le agradezco bajito y me visto. De alguna manera siento que debo estar aquí.

Imito a algunas personas y voy a buscar sopa caliente que un chico sonriente esta entregando, cuando llega mi turno en la fila cruzamos miradas por un instante y mi corazón se acelera como loco, creo que se me va a salir del pecho. Y entonces me invade el pánico, por fin recuerdo algo, se el nombre de ese chico.

—Haniel.—digo sin entender nada.

—Paimon, eres tú.—el chico me da una ligera sonrisa pero evidentemente esta que se echa a llorar.

No se quien es el, ni porque recuerdo su nombre o porque sabe el mío, pero se que suena precioso en sus labios color frambuesa.

—¿Sabes quién soy yo? ¿Me conoces? ¡¿Quién soy?!—pregunto exasperado.

El chico rubio y hermoso me invita a seguirlo, parece que me quiere decir algo, pero no lo hace. Como parece ser la única alternativa para averiguar que me pasó, quien soy, decido seguirlo.

El chico rubio se excusa con el que creo que es su jefe y luego me lleva frente a un auto. Es un pequeño y brillante escarabajo amarillo. El auto se parece bastante a él, no lo digo, primero necesito una explicación.

—¿Podrías por favor ya decirme que sabes sobre mi? No recuerdo nada sobre nada, necesito entender —pedí intentando mantener la calma.

—Te extrañé tanto, cada segundo que no estabas pensaba en ti, mi Paimon —dijo el chico evidentemente emocionado, parecía a punto de llorar.

Ángeles y demonios se besan en el PurgatorioWhere stories live. Discover now