Capítulo 60: Primera vez

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Dicen que después de la tormenta llega la calma... Que todo lo malo, trae algo bueno. Que todo el sufrimiento abarca felicidad... Yo digo que estoy hasta los cojones de todas esas personas que esperan a que su rayo de luz alumbre su deprimente oscuridad; que la felicidad no es una etapa, sino un estado; que ''vida'' solo es una palabra, pero que una palabra puede llegar a ser un infinito.

- ¿Se puede...? -dije abriendo la puerta de la habitación de Ángel mientras alumbraba con una linterna a la cama.

- Pasa, pasa -contestó incorporándose. 

- Es gracioso, echo de menos eso de tocar un interruptor y que se encienda una luz que alumbre todo el cuarto -me senté con él en la cama con sábanas blancas. - Ángel, yo... 

- ¿Y Julia y Jhon? -nombró cortándome el habla.

- De party hard -dije riéndome. - Celebrando que por fin tienen una cama en condiciones. -Ángel se rio a mi par. - Tienes buenos músculos, ¿eh? -dije tocando su ancho y fuerte brazo.

- Naaah, qué va. Esto es de hacerme tantas pajas -se carcajeó.

- ¡Guarrooo!

El silencio se adueñó de la sala. Ángel y yo nos quedamos mirándonos como si el reloj si hubiese parado. Era una situación extraña, pero a la vez me sentía a gusto.

- Ángel... Yo... No quise hacer eso -dije mientras agachaba la vista. 

- ¿El qué, Patri? ¿Pegarme? Bueno... mejor dicho, afeitarme con la mano, porque del cacho bofetón que me diste me dejaste sin pelos en la barba -se volvió a incorporar nuevamente en la cama, quitando las sábanas de su cuerpo y colocando su brazo sobre su rodilla.

Joder, qué pedazo tableta tenía... Pf, ese hombre me volvía loca por momentos. Aunque la cara no me gustaba 100%. Era el típico chico gamba, ya sábeis, increíble cuerpo pero la cara lo hecha todo a perder. En realidad no, su barbita morena y sus ojos grisáceos eran irresistibles.

- Qué no, tonto -acaricié su brazo. - Si te digo la verdad, nunca tuve novio. Ni siquiera me he enamorado jamás... Y si aún me sincero más, has sido a la primera persona que he besado.

- Espero ser la última... -dijo con una pequeña mueca en la sonrisa.

- ¡Capullo! A mí esas cursilerías no, eh, no. -contesté riéndome.

En realidad, me morí cuando me lo dijo. Fue como si alguien hubiese tirado una flecha directa a mi pecho y hubiese inyectado putos ponis rosas en mi sangre.

- Lo siento, pero me vas a tener que pegar de nuevo.

Ángel, en un gesto rápido, se acercó a mí y me incitó a seguirle el juego. Nuestras cabezas estaban muy pegadas. Sentía su respiración en la comisura de mis labios. Mientras acariciaba mi cuello con su mano, yo me adentraba poco a poco en la cama. Empecé a sentir como su respiración bajaba de mis labios y se iba directa a mi cuello. Su tímida lengua rozó por milésimas de segundo mi piel, mientras yo, sin poder evitarlo, gemí suavemente. Agarré su mano y nos fundimos entre el contacto de nuestros dedos. Él seguía jugando con mi cuello, hasta que de pronto, lo mordió.

- A la mierda -dije entre suspiros.

Me avalancé sobre él y me divertí con su boca. Sin poder aguantar un segundo más, metí mi lengua entre sus labios y empezó el juego.

Me agarró fuertemente del culo, mientras yo hacía pequeños y suaves movimientos circulares encima suya. De pronto, empecé a notar como algo ''extraño'' se apretaba contra mi pelvis. Me quité la camiseta repegada blanca que llevaba. Hundió su boca en mi escote y lamió mientras yo suspiraba y me mordía el labio. Me quitó el sujetador y mordisqueo mis pechos. Sentí como sus manos empezaron a introducirse por mis braguitas y a bajarlas para abajo.

Éstabamos desnudos, sudados, mojados, cachondos. Y entonces, me quedé en blanco. Noté un extraño dolor dentro de mí. Intentaba cerrar las piernas, pero no podía. Ángel seguía con una mano en mi espalda y con la otra en mi pecho mientras yo me movía lentamente sobre él.

Sí... lo hicimos. Y sí... fue mi primera vez. Nunca había sentido esas sensaciones en mi cuerpo. Lo peor fue que ni me gustó ni me dejó de gustar. Yo esperaba placer, gozo, deleite... pero no, nada. Se portó bien conmigo, no puedo negarlo. Fue super cariñoso y no dejó de besarme en toda la noche hasta quedarnos dormidos, pero... pf.

A la mañana siguiente me levanté perdida. Mi entrepierna me decía que algo iba mal ahí abajo. Me levanté desnuda y me miré. Tenía sangre, de un color no muy oscuro. 

Ángel me vio y me preguntó que si todo iba bien. Yo, por supuesto, le dije que sí.

Me di una ''ducha'' con cubos llenos de agua fría y un gel que encontramos en la casa. Después de peinarme con un moño en el pelo y vestirme con ropa limpia, fui en busca de Julia.

- ¡Julia! -dije entrado a la cocina. - Te estaba buscando. 

- Buenos días, princesa -me dijo sonriendo. - ¿Quieres galletas para desayunar? -me preguntó mientras masticaba.

- No... quiero, necesito a mi mejor amiga. -dije agarrándola del brazo.

La llevé hacia la playa sin ni siquiera llevarme armas ni nada. Nos sentamos en la arena y empecé a llorar.

- Eh... ¿qué pasa, Patri? -preguntó extrañada.

- Lo... lo... lo he hecho con Ángel -contesté inspirando aire.

Julia me miró y abrió los ojos como platos. No hablaba, solo me miraba y miraba.

- Dime algo, por favor -dije mirando sus ojos.

Después de tragar saliva, habló.

- ¿Habéis usado condón...?

- No, joder. ¡No! 

- Necesitamos una farmacia urgentemente.

- Julia, no quiero que me digas eso. Quiero que me digas lo que estás sintiendo.

Julia se levantó y clavó su vista en mis ojos. Levantó una ceja y se giró.

- Siento que te puedes ir a la mierda.

Empezó a correr y me dejó a atrás. No sabía si ir tras de ella o apartarme de todo. Solo quería llorar y quedarme sola.


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Apocalipsis finalWhere stories live. Discover now