Capítulo 28: Refugio

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¿Sabéis? Me acuerdo cuando todo esto empezó. Yo era tan inocente... tan positiva y tan 'cobarde'. Pensaba que podía salvar al mundo con mi teoría de que los perros no sudan solo jadean, buah, típico de mí. Nunca dejé de pensar en eso, pero hoy día pienso que es ridículo. Creo que en un apocalipsis de este nivel, ni el más listo de los ciéntificos, pueda encontrar solución. Y sí, ya sé, los micras desarrollaron una especie de vacuna, pero solo funcionaba con personas vivas, y eso sirve de poco...

Cada vez sudaba más y más. Cada vez estaba más cerca de esos hijos de puta hambrientos, cada vez estaba más asustada. Pensé en saltar, pero apenas podía moverme del carro, no solo por el tobillo, si no porque el brazo también me dolía muchísimo. 
Julia y Jhon corrían desesperados hacia mí, mientras Kim solo miraba quieta desde lejos. 

- ¡PATRI, TIENES QUE HACER ALGO! -gritó Julia.

De repente, recordé que cuando era chica mi madre me ponía en donde se ponen los cartones de leche o las botellas en el carro. La parte que hay debajo del carrito, esa misma. ¡PODÍA SERVIR DE FRENO!

- ¡JULIA, NO DEJÉIS DE CORRER! -grité.

Me incorporé como pude, y alzé mi mano derecha hacia lo que iba a ser el freno. El carro se paró muy bruscamente y yo caí de boca junto a todos los suministros que habíamos cogido.
Me empezó a salir sangre de la boca y me era imposible reaccionar. 

Jhon corrió hacia mí y me cogió entre sus brazos mientras Julia agarraba las mochilas. 

- Tenemos que hacer algo, no podré correr mucho con Patri encima -dijo Jhon.

- ¿Cuántos hay? -pregunté.

- Algo más de una docena -contestó Julia.

- ¡Podemos con ellos! Necesitamos recuperar los suministros.

- NO PODEMOS CON ELLOS. Estás loca, joder -añadió Julia.

- Yo tengo una Glock con una munición llena... 

- ¡Eso solo atraería a más! -insistió Julia.

- Pero nos daría tiempo a escapar, antes de que anochezca. Yo cogeré la Glock de Jhon. Julia, tú y Jhon os los cargáis con el cuchillo. 

- ¡NO, NO Y NO! 

Jhon me dejó caer al suelo, metió su mano en su bota derecha y sacó la Glock. Qué bonita era... Estaba nueva, era brillante y su tacto era tan tan suave..., me enamoré de esa pistola. 

Quité el seguro del arma, mientras Jhon se acercaba a los zombis. Julia quedó paralizada sin saber qué hacer. 

- No pienso arriesgar mi vida por recoger 4 mierdas de suministros, joder.

- Julia, recapacita. ¡JODER!

No era por los suministros, era porque, si no matábamos a esos zombis, acabarían cogiéndonos.

Jhon empezó a correr hacia los lados, para que los zombis se empezaran a dispersar. Julia me miró, sonrió y corrió hacia ellos. 
Noté algo raro en su sonrisa, algo especial... Una muestra de cariño más gélida. Quizá solo fue una sensación mía, pero me encantó esa sensación. 

Empecé a disparar intentando ser lo más preciosa posible, ya que no era conveniente gastar ni una sola bala innecesariamente. 

Julia se tiró al suelo, guardó su cuchillo y se limpió la sangre. Jhon, exhausto, empezó a observar a todos los cadáveres -ya sin vida- que permanecían tirados en el suelo. Yo, a patacoja, suspiré y di gracias a ni siquiera saber quién. 

- Recoged todo, rápido -dije.

- No creo que sea buena idea recoger la comida con restos de sangre de esas cosas, ps... -dijó Kim suavemente mientras se acercaba a nosotros.

- Tiene razón -añadió Julia. -Iros vosotros, y llevad a Patri al refugio. Yo volveré al súper y cogeré lo que pueda.

- Julia, no. No permitiré que vayas sola y menos cuando está a punto de oscurecer -dije.

- Confía en mí -añadió sonriéndome.

- Está bien... Recuerda que llevas mi revólver. No tardes, por favor.

Julia se fue alejando. Mientras Kim, Jhon y yo íbamos camino a ese refugio del que no paraban de hablar. 

Sé que no debería haber permitido que fuese sola, lo sé. Pero, joder, estaba tan convencida de que quería ir... Yo estaba asustada, aturdida, tenía la sensación de que Julia me quería decir algo pero no sé el qué. 

No tardamos en llegar al refugio. Era una fábrica vieja a las afueras de Murcia. Había unas 5 personas, sin contarnos a nosotros, que mantenían a la fábrica protegida. Pero parecían bastante aturdidos, más que yo. Estaba claro que esa gente no había tocado un arma en su vida, eran supervivientes, sin más. 

Jhon me llevó a mi 'habitación', un pequeño despacho con un sofá de cuero marrón y una ventana desde la cual se veía el exterior de la fábrica. 

- Ahora mandaré a Salva para que venga a mirarte el pie y el brazo. 

- ¿Salva? ¿Quién es Salva?

- Digamos que es el médico de aquí, aunque sabe lo mismo que tú y que yo de medicina. 

- Preferiría que nadie me tocase el pie y mucho menos el brazo. Me gustaría descansar.

- Patri, sé que esto es nuevo para ti...

- ¿QUÉ ESTO ES NUEVO PARA MÍ? -dije cortándole el habla. - Maldita sea, no me conoces, y parece que te sabes toda mi vida. Solo quiero dormir, compréndeme. 

- Vas a tener que acostumbrarte a vivir en grupo, porque esas personas que hay ahí abajo han perdido todo lo que tenían.

- ¿Y yo? ¿Yo no he perdido todo lo que tenía?

- No, tú tienes fuerza. Tienes muchísima fuerza. Y te aseguro que aún no he visto persona más lista que tú en este caos.

- No tengo fuerza, soy realista. Y ya te lo he dicho: aquí o matas o te dejas matar.

- Llamaré a Salva -dijo saliendo de la habitación.

No entiendo por qué sabía tanto de mí. Supongo que Julia le había contado todo, pero no sé, se me hacía raro. Esto era incómodo, muy incómodo. Siempre pensé que en un refugio no está la salvación de un apocalipsis zombi. Pero tenía que probarlo, quizá este era el final de mi historia.

Apocalipsis finalWhere stories live. Discover now