Capítulo 12: Ahora es cuando la profesora aprende de la alumna.

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¿Dónde quedan todas esas canciones que ya no puedo oír? ¿Dónde quedan todos esos olores que ya no puedo oler? ¿Y todos esos sabores que ya no podré saborear? Una no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Daría lo que fuese por volver meses atrás y poder disfrutar de las lentejas que tanto odiaba de mi madre o de ver esos programas estúpidos de cotilleo donde lo único que hace la gente es gritar.

- ¿Por qué no hablas? -me preguntó.

- Estoy pensando, tengo tantas preguntas en la cabeza...

- Patri yo no quiero parecer tu amiga, ni mucho menos, pero puedes desahogarte conmigo.

- ¿Me puedes contar cómo te encontraste con ellos?

- El coche se me paró justamente en el punto donde lo encontraste. Por suerte, estaba esa gasolinera a pocos pasos. Me acerqué y llené la garrafa que encontré. Comenzó a entrarme hambre y entré a la tiendecita, no había señal de movimiento así que cogí un par de refrescos y una bolsa de cheetos...

- ¿Cheetos? Eso debería saber a rancio después de tanto tiempo -dije riéndome.

- Cállate niña, tú sí que sabes a rancio. En fin, no me interrumpas más.

- Está bien, lo siento. Continúa.

- El caso es que estaba guardando los cheetos en la mochila y escuché un ruido. Me metí rápidamente en la habitación y cerré la puerta, esta se abrió y entró un cuerpo que se plasmó en frente de mí. Yo pensando que era un caminante le disparé...

- Zombi -dije.

- ¿Zombi?

- Se les llama zombis.

- Interrumpe a tu madre.

- ¿QUIERES CINCUENTA EBROS Y TE COMPRAS ALGO O NO? -le dije vacilándole-

- ¿Ebros? ¿Zombi? Baja del coche -dijo dando un frenazo.

- Wilsa...

- ¡Qué bajes, te digo!

- Creo que esta vez la que va a bajarse eres tú.

- ¿Por qué?

- No tendré mi revólver, pero tengo una fuerza en los nudillos que lo flipas -contesté sacando el puño.

- ¿Podemos tener el camino en paz? En cuanto encuentre a esos hijos de puta te dejaré sola.

- Bueno, ¿qué pasó con el cuerpo?

- Adivina... Al parecer disparé a un tal 'Miguel', por lo que oí el jefe de brigada de los micras. Los micras acudieron corriendo a ver qué había pasado y Miguel comenzó a gritar. La bala le había dado en el hombro y no dejaba de sangrar. Una chica alta me ató los pies y las manos. Se llevaron a Miguel a la camioneta y empezaron a coger todo lo que podían...

- ¿Y las armas...? ¿Por qué las cogieron si estaban en el coche?

- Lo cierto es que no estaban en el coche... Decidí llevarme toda la bolsa conmigo porque tenía el presentimiento de que tú ibas a venir a buscarme.

- Esto es una locura tío, una puta locura. 

- Cálmate, sé adonde van. Escuché que iban al hospital de Motril, una ciudad a pocos kilómetros de donde estamos.

- Lo más seguro es que vayan a coger algunos suministros y de paso curen a Miguel... Es arriesgado seguir por la autovía, deberíamos coger el camino por carreteras.

- Tienes razón... Pero ellos están cogiendo este camino y puede que les perdamos el rastro.

- Tranquila, los micras no son tan listos como parecen.

Apocalipsis finalWhere stories live. Discover now