Capítulo 55: Fresa-Naranja

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Antes pocas eran las veces en las que subía a un autobús. Por lo general, me mareaba y no soportaba el olor tan concentrado que se aspiraba en esos vehículos urbanos. Pero, de esas pocas veces que me subí, recuerdo que siempre me quedaba mirando a los ojos de cada una de las personas que había dentro. Cada par de ojos, eran cientos de historias que mi mente procesaba e imaginaba. Notaba como alguna gente tenía la triste decadencia de su monótana vida plasmada en sus pupilas llorosas y tristonas. Otras, sin embargo, rebosaban de felicidad y de esplendor en sus ojos. Siempre me voy a quedar con las ganas de volver a subirme a un bus, sentarme al lado de un desconocido y pedirle con educación que me cuente su historia...

Ángel sacó su pistola y quitó el seguro. El ruido que desprendió el gatillo me hizo reaccionar.

- ¡Quieto! -dije agarrando su mano. - No podemos permitirnos hacer más ruido. Los de la estación estarán en nuestra búsqueda.

- ¡¿Y qué coño hacemos?!

- Esto... -contesté con una mueca en la sonrisa.

Presioné fuertemente mi cuchillo y abrí la mano de Ángel. Hice una raja y empezó a correr la sangre apresuradamente.

- ¡Mierda! -gritó Ángel por el dolor.

- Levanta la mano. ¡Joder! ¡Levántala!

Inqliné el brazo de Ángel y los zombis empezaron a ir directos hacia él.

- No te muevas -dije corriendo hacia ellos.

Al principio fue fácil. Cayeron 10 y sin dificultad alguna, ya que introducir mi cuchillo en el cráneo putrefacto de esos canívales estaba siendo incluso divertido.

Pero todo se jodió. Sí, se jodió. No recuerdo el por qué, pero miré a Ángel. Y ahí estaba, con la mano hacia arriba y la boca abierta. Su mirada desprendía decepción, arrepentimiento y, sobre todo, miedo. Entonces supe que estaba teniendo miedo de mí, que le había decepcionado y que sentía arrepentimiento por estar en mi grupo.

- Ángel... -dije acercándome a él y levantando la mano poco a poco.

- ¡Fuera!

Ángel me tiró al suelo y sacó su cuchillo. Lo empuñó con su mano derecha y lo hincó en la cabeza de un zombi que venía tras de mí.

Me levanté rápidamente y junto con él, conseguimos limpiar la zona por completo.

Ángel pasó apresurado por mi lado y miró al suelo.

- ¡Espera! -dije corriendo hacia él.

- Ya está todo limpio. O al menos las afueras de la fábrica -dijo ayudando a levantar a Jhon.

- ¿Qué pasa? -dijo Julia extrañada.

- Tenemos que entrar todos a la fábrica. Si había tanto zombi fuera, quizás dentro esté plagado -añadió Tati.

- ¡No podemos poner a todos en peligro! -exclamé.

- Patri, tú y él estáis cansados y sudorosos... Cada vez hace más calor y no sabemos qué sí o qué no hay ahí dentro -habló Julia.

- Vamos -dijo Ángel caminando.

El ''liderazgo'' como ellos decían, me estaba durando poco. Cada vez eran más indecisos conmigo.

Por suerte, entrar fue fácil y no hubo mucho zombi ahí dentro. Solo un par de ratas que me hicieron gritar como una loca y que iban a servir de cena.

La fábrica era... pues eso, una fábrica. Bastante sucia, como era de esperar, y chiquitita. Con botellas y botellas llenas de un refresco con sabor a naranja y fresa.

Había generadores y máquinas oxidadas.

Nos alojamos en distintas oficinas en la parte superior. Jhon y Julia en una de éstas, Tati y Ángel en otra, y yo en una pequeña salita con dos sofás y una mesita marrón en medio.

Julia tocó a la puerta.

- ¿Qué quieres? -dije incorporándome.

- Sabes que tenemos que hablar... y mucho -se sentó a mi vera.

- ¿Hablar? ¡¿Hablar, Julia?! ¡Estoy harta! -me levanté poniendo las manos en mis caderas. - ¿Qué queréis de mí? No soy lo que esperábais...

- Todo esto te está viniendo grande, y lo entiendo. Pero estás perdiendo la cordura Patri, la estás perdiendo.

Empecé a dar vueltas por el cuarto.

- Dices no ser la líder pero cada vez que intentamos hacer algo sin tu ''permiso'' te enfrentas a nosotros.

- ¡Acabo de matar a un hombre para salvaros el puto culo! -empecé a llorar.

- Ese es el problema Patri, no era necesario matarlo... -contestó agachando la vista.

- Iba a dispararnos, lo sabes. Y si no, ¿qué hubiéramos hecho? ¿Eh, Julia? ¡Dímelo!

- ¡Deja de hablar como si todos fuésemos uno! -se levantó y se acercó a mí. - Jhon, Tati, Ángel y yo somos uno, tú eres la fracción que nos parte en dos -me dijo levantando el dedo.

Llevé todas mis fuerzas a mi puño y lo apreté tan fuerte que me clavé las uñas ocasionándome sangre.

- ¿Me quieres pegar, verdad? Estás deseando hacerlo... Pues eso Patri, eso sentimos todos nosotros cuando haces algo sin consultárnoslo -se dio la vuelta y fue a sentarse.

Cogí el brazo derecho de Julia. Apreté fuerte y entregiró su cabeza. Poco a poco fui aminorando la fuerza. La acerqué a mí clavando mis ojos en sus brillosas córneas marrones-café. Empecé a sentir su respiración sobresaltada encima de la comisura de mis labios. Abrió la boca y yo abrí la mía. Comencé a jugar con su nariz bailando con la mía. Cerré los ojos y acaricié su cuello.

- ¡¿Qué son esos gritos?! -nos separamos de inmediato las dos.

- Yo... Yo ya me iba -dijo Julia saliendo del cuarto y dejándome asolas con Ángel.

- Perdón, está todo bien. Puedes irte -le dije a Ángel mientras me tumbaba.

- ¡No te tumbes! -me cogió. - Escúchame, ese puto olor está dándonos náuseas a todos.

- ¿Te refieres a los cuerpos que están descomponiéndose fuera? -Ángel asintió con la cabeza. - Ese ''puto olor'' nos mantiene asalvo de las manadas hambrientas de zombis. Además, no nos quedaremos mucho tiempo, podemos soportar un mal olor un día más.

- Nosotros 4 no nos iremos a ninguna parte -dijo refiriéndose a él, Jhon, Julia y Tati. - Pensamos que esto no está tan mal como para pasar lo que queda de verano.

- Vete. ¡Vete he dicho! -le exigí que saliese del cuarto.

- ¿Sabes lo que pienso de ti y de tu idea de ir a Madrid? -dijo cabreado. - ¡Qué os podéis ir a la mierda!

Ángel dio un portazo y yo caí al suelo descompuesta.

Era gracioso, porque según ellos no era su líder pero sí recurrían a mí para que quemase a los cadávares.

Me acurruqué en una esquina de la habitación y empecé a llorar con la cabeza entremetida en las rodillas.


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Apocalipsis finalWhere stories live. Discover now