Capítulo 47: Rumbo al destino

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¿Os habéis dado cuenta de lo hipócrita que era antes la sociedad? Os pongo un ejemplo: en los estados en los que estaba permitida la pena de muerte, destilaban la aguja antes de inyectársela al condenado.

O sea, limpias la puta aguja que segundos después va a a matar a una persona... ¿¡PERO QUÉ!?

Quizás sea irónico que yo diga eso, porque estaba a favor de la pena de muerte...

- ¿Cuál piensas que podría ser la solución? -preguntó Julia mientras andábamos hacia casa.

- No lo sé. Lo que tengo claro es que una puta inyeción o la amputación del miembro mordido, no van a ser... -contesté.

- ¿Por qué piensas eso?

- ¿No te huele a tópico? en toda película o serie de zombis, acaba pasando lo mismo... ¡Y no dan lógica! Eso es lo que más odiaba de las sagas de zombis.

- Pero eso, ¿qué tiene que ver? Patri, esto ya no es una película...

- No sé Julia, no sé. Está claro que hay que seguir uniendo los cabos sueltos.

No me llegaba a convencer. No tenía claro lo que había ocurrido con ese zombi. Quizás solo fue una coincidencia, porque entonces ¿por qué no me había dado cuenta con otros zombis?

Después de 20 minutos más o menos andando, llegamos a casa.

- ¡¿Pero qué os ha pasado?! -preguntó Jhon que estaba haciendo guardia en la puerta.

- Julia, cuéntaselo. Yo voy a hablar con los demás -dije yendo hacia dentro.

- Patri -Julia cogió mi brazo y se acercó a mi oído. - No digas nada respecto a ya sabes... -susurró.

La miré con mala cara y me fui hacia dentro. No podía esconderle eso a Jhon, es inmaduro y cruel... pero bueno, son sus actos y ella es suficientemente mayorcita como para saber qué hacer o qué no.

- ¡Patri! -gritó Ángel asombrado al verme. - ¿Y esa sangre? ¿Y esos rasguños?

- Tuvimos un pequeño percance con el coche y nos dejó tiradas... Por suerte estamos bien.

- Necesitas una ducha, pero ya no le queda batería al generador. Justo estábamos esperando a que llegáseis para irnos hacia Madrid.

- Salimos después de comer, ¿sí? Ahora hace mucha calor -contesté.

Asintió con la cabeza y una pequeña mueca salió de su sonrisa. Rozó mi mano y se fue hacia el salón. Mi mano, al sentir el contacto con su piel, se cerró inmediatamente. 

Nunca en mi vida me había pasado algo igual con alguien y en tan poco tiempo...

Andé hacia la cocina. Estaba Tatiana y Albert.

- ¡Patri, por fin! -exclamaron a la par. - ¿Y Julia? ¿Qué ha pasado? -preguntó Albert.

- Todo bien, no os preocupéis. ¿Qué tal si nos sentamos todos juntos a comer? He de contaros algo.

- Sí, claro. Pondré la mesa en el salón -dijo Tati.

Fui a mi cuarto para coger ropa limpia y una toalla. Luego, me dirigí al baño.

- Mierda. No hay agua, se me había olvidado.

Me puse la toalla para tapar mi cuerpo y abrí la puerta del baño.

- ¡Ayyy! -dije chocándome con Ángel.

- Lo-lo siento -dijo mirándome el escote.

- ¿Qué miras, niño? Anda, hazme el favor y tráeme una garrafa de agua que voy a alistarme antes de comer.

Apocalipsis finalDove le storie prendono vita. Scoprilo ora