Capítulo 27: Luz entre sombras

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A veces, somos tan egoístas que nuestro orgullo puede más que cualquier otra cosa. Pensamos tanto en nosotros que creamos un mundo irreal para no afrontar la realidad. El rencor, el odio y el orgullo son las 3 peores armas de una persona, pero a la vez son las 3 que más ventajas te dan. 
Y no me jodáis, ¿pero a quién no le ha comido el rencor alguna vez y ha hecho algún mal a alguien? El rencor lleva al egoísmo, porque cuando puedes ayudar a alguien -por muy tonta que sea la ayuda- dejas pasar la oportunidad y te centras sola y exclusivamente en ti. Y el egoísmo lleva al orgullo, porque una vez que has causado el daño, no hay cojones a pedir perdón. 

''¿Qué hago, qué hago, joder?'' -me decía a mí misma. 

- A BAILAR TODO EL MUNDO CON PAQUITO EL CHOCOLATEEEEEEEEEEERO, TURUTUUUUUUUU, TURUTURURURUUUUU -grité cual loca de la cabeza.

Fue lo único que se me vino a la mente: gritar. Sabía que así, los zombis captarían su atención en mí y dejarían a Julia y a Kimberly para venir a comerme. Y así fue.

- ¡DISPARA JULIA, JODER! -grité.

Es cierto que había pasado mucho tiempo, pero el miedo de Julia a las armas no había pasado 100%. Los zombis venían a mí desesperados, y yo no podía apenas andar por tanto dolor en el tobillo. 

De pronto, las luces del súper se encendieron y los zombis cayeron asustados al suelo.

- ¿Qué coño les pasa? -dije mirando a Julia.

- ¡No lo sé! 

- Mátalos, ¡joder! -dije lanzándole mi cuchillo- No dispares, solo me quedan esas 4 balas.

- No puedo. ¡Mierda! -añadió Julia temblando.

De repente, Kim salió de la nada, agarró el cuchillo -que estaba en el suelo- y empezó a matar a los 5 zombis que nos rodeaban.

- ¡Que alguien me explique esto! -grité tirándome al suelo.

- Sus pupilas... -susurró Kim.

- ¿Qué? ¿Qué dices? ¡HABLA! -dije alterada.

- Patri, no le grites -añadió Julia.

- El súper estaba tan oscurito que, pues, sus pupilas sufrieron dolor...

- No la entiendo -dije mirando a Julia descaradamente.

- Es muy lista, pero no se sabe expresar. Creo que quiere decir que al estar el súper tan oscuro, sus pupilas se volvieron totalmente negras, y eso les provocó un fogonazo en los ojos al encender la luz.

- Maldita sea, no puedo creerlo. Eso no tiene sentido, ¡no lo tiene!

- ¡LO TIENE! -gritó Julia.

- ¿Entonces todas esas veces que les hemos apuntado con una linterna a los ojos y no ha pasado nada? ¿EH? ¿EEEH? 

- Emmm, la luz directa no les nubla la vista, solo les da más vitalidad... -añadió Kim.

- NADA DE LO QUE DECÍS TIENE SENTIDO, NADA. 

Estaba muy cabreada. Entendedme. Apenas entendía a la señorita Kim Posibol y lo que decía no tenía sentido. Además, en todo caso, debería pasar lo contrario. Si a vosotros os ponen una linterna directamente mirando a vuestros ojos, os quedáis ciegos. El flash de las cámaras de fotos, por ejemplo... Y además, ¿qué tiene que ver que cuando se encienda una luz de entre la oscuridad los zombis dejen de atacar durante cierto tiempo?

- ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! -gritó Julia disparando el revólver.

Una bala rozó mi cabeza, tanto, que sentí el olor de la pólvora recién disparada en mi nariz.

Gotas de sangre empezaron a caer por mi frente. Me levanté del suelo y miré para atrás. 
Julia me había salvado de un zombi que yo ni siquiera había escuchado.

- Gracias... -dije.

Julia le quitó el cuchillo a Kim, se acercó a mí y me agarró fuertemente del brazo.

- ¿Qué haces, Julia? -dije asustada.

Empuñó fuertemente el cuchillo lo apretó contra mi brazo y me dijo:

- Esto lo tendré que hacer yo, porque sé que tú nunca tendrás huevos a hacerlo.

Me clavó el cuchillo entre el hombro y el codo, haciéndome una raja. Metió sus dedos y volvió a decirme:

- Si no lo hubiera sacado yo, se te hubiera infectado el brazo -dijo dándome un trozo de cristal.

- Hija de puta, me has asustado -dije mientras me retorcía de dolor. - Seguro que se me metió al caer de la ventana.

De repente, lágrimas descontroladas empezaron a caer de los ojos de Julia.

- Te he echado de menos, muchísimo de menos.

Me abrazó tan fuertemente que yo tardé poco en ponerme a llorar. Sinceramente, nunca pensé que volvería a derramar una lágrima, pero Julia era más importante para mí de lo que me creía.

- ¿Qué hacéis? ¡Tenemos que irnos? 

- ¡JHON! -grité. -¿Qué haces aquí?

- Viendo que tardábais tanto decidí entrar. Tenemos que irnos al refugio ya, va a oscurecer.

- ¿Refugio? ¿Qué refugio? -pregunté intrigada.

- Por el camino te cuento, vamos -dijo Julia agarrándome de la mano.

Cogimos varios suministros y comenzamos a andar. Bueno, ellos comenzaron a andar... Yo tenía el pie bastante hinchado y, como dije antes, me era imposible andar. Cogimos un carrito del súper y me montaron ahí junto a la comida.

- Patri, he de decirte algo -dijo Julia.

- Sí, dime. 

- Kim, Jhon y yo vamos a ir a Madrid, ¿contamos contigo?

- ¿Madrid...? ¿MADRID? OOOOOOOH DIIIIIIIIIOOOOOOOOOS MIIIIIIIIIIOOOOOOOOOOOOOO. -grité zambullendo el carro.

- ¡Para! ¡PARAAA!- dijo Jhon.

El carro se soltó de las manos de Jhon y empezó a caer cuesta abajo.

- SIIIIIIIIIIIIIIIIIII, YUPIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII, YUPILANDIAAAAAAA -gritaba emocionada.

- ¡PATRIIIIIIIIIIIIIIII! -gritaban Julia y Jhon mientras corrían detrás de mí.

Me lo estaba pasando muy bien, sí... Pero un gran problemón vino a mí. Una manada hambrienta de zombis se juntó, y el carro corría sin freno hasta ella.

Como no, de nuevo me encontraba en una situación incontrolable. Pero al menos, iba a morir tranquila, porque Julia me había abrazado después de tanto tiempo.

Apocalipsis finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora