Capítulo 30: Celos

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A veces creamos mundos irreales para no afrontar la realidad. A veces, somos tan cobardes que no queremos ver las cosas como son. Y todo esto por miedo, miedo a perder algo, miedo a que algo salga mal, miedo a que tu vida se venga a abajo.

- Ey, Ana, ¿has visto a Julia? 

- Creo que ha salido fuera a ducharse -contestó con una sonrisa.

- Gracias -dije amablemente. -Ve diciendo a todos que se preparen para dormir. 

- Está bien.

Cogí una linterna y salí fuera. Era casi imposible que Julia saliese a estas horas a ducharse, ya que de noche no se ve nada. 

- ¿Juliaaa? -decía mientras me movía. Era inútil, después de recorrer la fábrica por fuera vi que no estaba.

Empecé a asustarme y entré a la fábrica. Fui habitación por habitación y persona por persona preguntando por ella, pero no estaba por ningún lado y nadie sabía de ella.

- Salva, Salva. ¿Y Julia?

- Mmm, no lo sé Patri, seguro esté esperándote arriba para dormir.

- No está, ni fuera, ni en ningún lado... 

- Es gracioso... Jhon tampoco está. 

- ¿Qué? ¿Tampoco? ¡Tenemos que salir a buscarlos!

- Patri, no te preocupes cielo, seguro que vuelven pronto. 

- Vale, está bien... 

- Venga, vamos, te acompaño a tu cuarto.

Me acompañó a mi cuarto y cerró la puerta. Me acosté en el colchón donde Julia y yo dormíamos y empecé a dar vueltas. 

- No puedo dormir. Esto es una mierda. ¿Y si les ha pasado algo?

La rabia me comía por dentro, así que cogí mi revólver y una linterna, y cuidadosamente -para que nadie me viera- salí fuera. 

De repente, empecé a oír ruidos. Como algo crujiendo...

- ¡EEEH! ¿Quién anda ahí? -dije mirando hacia todos lados.

Poco a poco me acercaba más al ruido y me di cuenta de que provenía del 4x4. Empuñé mi revólver y abrí la puerta bruscamente. 

Ahí estaban. Julia encima de Jhon. Las manos de Jhon rodeando la espalda desnuda de Julia. Los dos cuerpos formando uno. 

- Iros a la mierda -dije mientras cerré la puerta bruscamente.

Empecé a correr, sin rumbo, solo empecé a correr.

¿Pero qué? ¿Qué coño? JODER. No entendía nada. No creía que eso estaba pasando. Era imposible. No lo quería asimilar... Solo quería un porqué. ¿Por qué? Joder, ¿por qué? Mi mente solo pensaba en eso. Mientras mis piernas se movían a una velocidad impensable las lágrimas y la ira salían de mí.  Pero, ¿por qué me sentía así? Es que no tiene sentido. Julia y yo somos amigas, y Jhon y yo no somos novios... Celos, ¿verdad? Es eso, tienen que ser los celos.  Pero, ¿celos a quién?

Me tumbé en medio de la carretera. Dejé el revólver y la linterna a mi lado y abrí mis manos y pies cual ángel. Miraba al cielo, a las estrellas. Intentando evadirme del tema. Intentando no hacer caso a mis pensamientos. 

De repente, empecé a oír gemidos lejanos. Me levanté y empecé a disparar para atraer a los zombis. 
Empezaron a llegar de todos lados, aunque no eran muchos, solo unos 7 u 8. Saqué mi cuchillo de mi pantalón y me tiré a ellos dejando así a toda mi rabia atrás.
Solo quería descargarme, y sé que fue un acto muy peligroso por mi parte, pero quería que alguien sufriese como yo lo estaba haciendo.
Aunque es irreal pensar que esas cosas puedan sentir... Pero imaginaros que sí sienten. Imaginaros que todavían tienen instinto común, imaginaros que comen sin ellos quererlo hacer.

Me pasé la noche andando, sin rumbo. Solo andaba. Andaba y andaba mientras algún que otro zombi se interponía en mi camino.

Decidí volver, lo que había hecho era un acto de inmadurez y de cobardía. Como he dicho antes, ellos son libres para hacer lo que quieran. 

- ¡Patri, benditos los ojos! -gritó de alegría una refugiada llamada Ángela que estaba poniendo la colada.

- Buenos días -dejé caer de mi boca. - ¡ABRID! -grité para que me abriesen desde dentro.

Salva abrió la puerta.

- ¡PATRI! ¡POR FIN! ¡QUÉ ALEGRÍA!

- Hola Salva, ¿está listo el desayuno? tengo hambre.

Julia me vio, corrió hacia mí y me abrazó. Yo, intentando disimular, le devolví el abrazo.

- ¿Dónde has estado? ¿Estás bien? ¿Por qué tienes toda esa sangre? ¡CONTESTA!

- Tengo hambre -dije entrando hacia la fábrica.

Jhon también me vio, pero ni siquiera fue capaz de mirarme a los ojos. Empezamos a desayunar y más tarde, tocaba reunión del Gobierno.

- El punto del día es la armería -dijo Kim abriendo una libreta.

- El 4x4 ya está listo. Solo hace falta gasolina -dijo Jhon.

- Listo y estrenado... -susurré.

- ¡PATRI! -gritó Julia.

- ¿Qué?

- Callaos -dijo Jhon.

- A mí no me mandes a callar o el que va a estar callado vas a ser tú, pero el resto de tu putísima vida porque te voy a dejar sin dientes -dije clavando mi vista en él.

- ¡CHICOS, POR FAVOR! -gritó Salva. - Haced el favor de no discutir, tenemos que decidir algo importante.

- ¿Qué hay que decidir? -pregunté.

- Quién irá a esa armería -contestó Kim.

- Iré yo -añadió Julia.

- Vas buena pensando en que te voy a dejar ir. La que va soy yo, sin nadie más.

- Patri... No puedes ir sola, no lo vamos a permitir -dijo Jhon.

- Pensadlo, soy la única que sabe disparar. Y aunque no sea la más rápida, soy la más lista. He de ir yo. ¿Votos a favor?

Jhon, Kim, Salva y yo levantamos la mano.

- No hay más que hablar. Le diré a Carlos que me prepare un mapa para saber dónde queda la armería. 

- Jhon y yo saldremos a buscar gasolina -dijo Salva.

Apocalipsis finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora