Capítulo 2: Los micras

44.2K 1.1K 231
                                    

Recuerdo como se oía el ruido de los coches huyendo de la ciudad, estaba claro que yo no podía irme sin antes volver a ver a mis padres.

Cuando me levanté después de tirarme toda la noche llorando, fui para el cuarto de mi hermana y no había nadie, la cama estaba deshecha y el pijama estaba tirado en el suelo. Bajé para buscarla en la parte de abajo de la casa y no vi ni un rastro de ella. Hasta que entré a la cocina y vi una nota que ponía: ''He ido a hablar con Miguel (su actual novio que pertenecía a las fuerzas armadas) y antes de volver a casa me pasaré a comprar comida para varios días, ¡ni se te ocurra salir de casa!'' ¿Por qué siempre me hace lo mismo? Siempre que dice que no haga algo me entran más ganas de hacerlo.

''Las 13:00 y ni rastro de mi hermana desde las 9:00 que llevo despierta... Esto comienza a ser aburrido, y no quiero encender la tele porque tengo miedo de que pongan una noticia de última hora alertando que el virus es mortal y por tanto todos los infectados son zombis. Tampoco sé aún nada de mis padres y necesito verlos'' -pensaba.

Justamente empezó alguien a golpear la puerta, abrí lo más rápido que pude y era Miguel armado. 

- Corre, coge ahora mismo dos o tres mudas de ropa y súbete a mi coche. ¡RÁPIDO!

- Eh, eh, eh. A mí me hablas con respeto y me dices qué ha pasado.

- Cállate estúpida y hazme caso.

Nunca nos llevamos bien, era un odio mutuo, lo odiaba tantísimo... Se creía guapo y listo, simplemente tenía una buena tableta de músculos pero era un orco. Es el típico tío que me gustaría ver muerto en un apocalipsis zombi. Como no me quedaba otra cogí una mochila y eché dos camisetas, dos pantalones, alguna muda de ropa interior y sin duda mi móvil. ¿Qué adolescente en el siglo 21 puede vivir sin su móvil? Bueno, una vez que preparé todo corrí hacia el coche de Miguel, estaba esperándome mientras se fumaba un cigarro apoyado en mi porche.

- Súbete al coche y ni se te ocurra gritar o decir tonterías, porque esto solo lo hago por tu hermana.

- Haré lo que quiera...- susurré mientras agachaba la cabeza y me subía al coche.- Bueno dime que ha pasado ya.

 - Lo primero es que no puedes decir ni una sola palabra a nadie. Como ya sabrás yo trabajo para el gobierno y tengo acceso a información del Estado. Hace cosa de un año, científicos del Estado encontraron una vacuna contra el lupus. Todo iba bien hasta el momento, esta vacuna se puso en práctica con monos y ratas y con su organismo funcionó de maravilla. Pero a la hora de ponerlo en práctica con humanos todo se derrumbó; cogieron a un grupo de 10 personas, 5 hombres, 3 mujeres, una niña y un niño de 16 años. El efecto de la vacuna fue diferente en cada organismo: en el caso de los hombres, lo que ocurrió fue que su sistema inmunológico dejó de funcionar por completo y por tanto, todas las bacterias y enfermedades podían contagiarlos con muchísima facilidad; en el caso de las mujeres, también dejó de funcionar su sistema inmunológico, a parte, la vacuna produjo que gran parte de su cerebro actuase de forma involuntaria, es decir, las convertían en nómadas.

- ¿Cómo que las convertían en nómadas?

- Quiere decir que su instinto solo pensaba en comer y reproducirse, por la noche no dormían e intentaban salir de la habitación en las que estaban encerradas a base de golpes y gritos. En el caso de los dos adolescentes, la vacuna produjo vómitos a todas horas, pero ese vómito era de un color rojo muy oscuro, tirando a negro.

- No entiendo nada... ¿Y eso que tiene que ver con todo lo que está pasando aquí? Y además... Si a cada tipo de persona le ha afectado de forma diferente, ¿por qué a la gente de aquí le están apareciendo todos los síntomas? 

Apocalipsis finalWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu