Capítulo 11: Nunca te fíes de nadie

22.5K 638 30
                                    

Nunca creí en el destino. Siempre me dejé llevar por el momento sin pensar que lo que hiciese podría fastidiarme el futuro, pero no es así. Las personas tenemos marcado nuestro destino desde que nacemos hasta que morimos. Pero, ¿y si lo pudiéramos cambiar? ¿Y si pudiéramos elegir nuestro futuro? ¿Y si pudiéramos saber el momento justo en que vamos a morir? Estoy segura de que si así fuera, vivir sería muy aburrido y sistemático...

"Estoy harta de esto... Estar todos los días buscando comida, gasolina y, sobre todo, buscando ese 'algo' que no encuentro. Sé que busco algo pero no sé el qué, y lo peor es que me estoy quedando sin munición... Solo me quedan una caja de 36 municiones para mi revólver y una barra de recambio para una M14. Creo que mañana volveré a Almería... Con el GPS del coche me será muy fácil, y además tengo bastante comida como para una semana, si hay cualquier percance podré sobrevivir" -me decía a mí misma mientras hacía abdominales.
Me encontraba en una cabaña que encontré hacía dos días. La verdad es que en ese sitio todo estaba muy tranquilo, cuando entré todo se veía completamente limpio, e incluso llegué a pensar que ahí vivía alguien.

Sin duda, mi hora favorita del día era cuando salía a correr. Me ponía mis tenis, cogía mi cuchillo y mi revólver, y salía a correr hasta que mi cuerpo se caía al suelo.
Desde un punto de vista, salir a correr en medio de una ciudad que está llena de manadas de zombis es de locos, pero la verdad es que desde que empecé a salir a correr no había tenido ningún problema. 

Hoy tenía ganas de echar un vistazo a la parte sur de donde se situaba la cabaña, ya que los días anteriores corrí por la parte norte. Me preparé y salí. El paisaje era tan bonito... Juraría que era otoño, las hojas secas caían de los árboles, la brisa te acariciaba la piel, el sonido de los árboles era melodía para mis oídos. Todo estaba muy tranquilo, ni siquiera un simple cadáver de zombi por los alrededores. La carretera podía visualizarse a lo lejos. 
Me acerqué a la carretera para ver qué salida debía de tomar mañana para irme a Almería y, de repente, unos sonidos insoportables entraron por mis oídos. Una manada de zombis estaba cruzando la carretera. Poco a poco me fui yendo para atrás, quizás cambié mi manera de pensar pero seguía siendo la misma patosa de siempre; me tropecé con una rama que había en el suelo y sin querer un fuerte ''MIERDA'' me salió de la boca. Algunos de los zombis que había en la manada se pararon y tardaron poco en adentrarse al bosque para ver de dónde provenía ese ruido. Empecé a correr, pero lo único que conseguí fue que el sonido que hacía al pisar las hojas secas atrajera a los zombis hacia mí. 
Pensé en dispararles, no eran más de unos 5, pero sabía que en la carretera había una horda de zombis deseando comerme. Mis acelerados pies iban directos a la cabaña, pero un zombi me sorprendió poniéndose delante de mí y tirándome al suelo. Reacioné cogiendo mi cuchillo y clavándoselo en la cabeza, pero los zombis que me perseguían estaban a escasos metros de mí. 

Pude llegar a la cabaña. Para mi sorpresa, la puerta no se abría y yo antes la había dejado abierta. "Joder, mierdaaa, siempre a mí" -pensé. "ABRID, MALDITA SEAAA" -grité desesperadamente (sí, Eli me pegó el ''Maldita sea''). No había visto tan clara mi muerte desde aquel día en el hospital... No supe qué hacer, solo golpeaba fuertemente la puerta, y cuando uno de los zombis estuvo a punto de abalanzarse sobre mí, la puerta se abrió y una mano me impulsó hacia dentro de la cabaña.

- ¿No sabes que es de mala educación gritar? -me dijo una extraña chica de pelo moreno y ojos marrones.

- Me viah cagá en to' tu puta madre (como siempre tuve que meter mi acento que casi nadie entendía) -le dije apuntándola con mi revólver.

- Mmm, interesante.

- ¿Interesante el qué? -contesté mientras quitaba el seguro del revólver.

Apocalipsis finalUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum