Capítulo 66: Hostal

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¿No os ha pasado alguna vez que os dais cuenta de que, en realidad, no estáis haciendo nada con vuestra vida? Es decir, que vuestros días son una rutina repetitiva, que dejáis al tiempo pasar sin preocuparos por nada, que estáis perdiendo el amor por vosotros mismos... Cuando llegáis a ese punto, sí, al punto en el que no te sientes nada, es cuando abres los ojos y te preguntas... ¿quién soy? ¿qué estoy haciendo con mi vida? ¿qué es lo que realmente quiero?


- ¡Jhon! -gritó Julia entumecida.

- Te volaría los putos sesos, sin pensarlo -dijo Jhon mientras guardaba su pistola y se daba la vuelta para incorporarse en el asiento. 

- ¡Chicos! -gritó Tatiana desde el asiento del copiloto.

Ángel seguía conduciendo, mientras el ambiente en el vehículo estaba siendo letal. Era tanta la presión que había ahí dentro, que incluso Tati estaba sudando.

Empezó a oscurecer, y los coches seguían en una ''carrera'' que nunca acababa.

- ¿Quiénes son? ¡Joder! -dije mientras miraba por la ventanilla de la furgoneta.

- No lo sabemos... ¡Tenemos que hacer algo! -contestó Tati.

- Ángel, baja la velocidad -ordené.

Ángel no hacía caso, estaba rígido sosteniendo el volante y bañado en su propio sudor.

- ¡Ángel! -grité. Tati, rápidamente, se apoderó del volante y el vehículo empezó a hacer una especie de ''s''.

- ¡Sacad las pistolas! ¡Disparadles! -ordené mientras rompía con una metralleta el cristal trasero.

Ángel bajó la velocidad mientras que los coches se empezaron a aproximar rápidamente hacia nosotros.

Jhon y yo disparábamos sin conseguir mucho, ya que aunque cada vez estaban más cerca de nosotros, el pánico se adueñaba de nuestro pulso.

De pronto, los dos coches hicieron una especie de ''pasillo'' entre ellos y cambiaron la marcha. La carretera no era lo suficientemente grande como para que los 3 vehículos se situasen en el mismo carril, así que evidentemente, como no se nos ocurriese algo, iba a haber un accidente y de los grandes.

- ¡Ángel! -grité mientras cambiaba la munición.

Los coches empezaron a acelerar. Cada vez estaban más cerca de nosotros, y por fin pude visualizar quiénes había ahí dentro. Uno de los coches lo conducía un hombre de color, calvo y bastante musculado; de copiloto traía a una chica pelirroja que aparentaba ser bastante mayor que nosotros. En el coche gris, el que estaba a la derecha, su conductor era un hombre canoso con poco pelo y la expresión de su cara indicaba que querían acabar con nosotros.

- ¡Frena! ¡ÁNGEL FRENA YAAAAAA!

Ángel frenó y yo caí chocándome contra algunos de los cristales rotos que habían caído al suelo.

Los coches, al llevar tanto impulso, maniobraron de tal forma que acabaron comiéndose el capó del uno al otro los dos.

- Conduzco yo -dijo Tatiana mientras su respiración aumentaba.

Ángel seguía con las dos manos en el volante y mirando hacia los coches.

- ¡Vamos Ángel! -gritó Jhon mientras golpeaba su espalda.

De pronto, empezaron a disparar desde lejos.

- ¡ARRANCA TATI! -dijo Julia mientras yo seguía medio inconsciente.

Jhon cogió a Ángel de los brazos y lo llevó hacia el asiento de atrás. Tati rápidamente se puso en el mando de la furgoneta y arrancó lo más rápido que su cuerpo se lo permitió.

Apocalipsis finalTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon