Capítulo 34: Demonios

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Versión de Julia:

Correr, correr, correr, y más correr... Toda la noche corriendo, huyendo de esas bestias, intentando sobrevivir un día más. 

Después de correr casi 20km, Jhon nos llevó a una pequeña casa. Los zombis ya no eran problema, ni siquiera nos perseguían, el problema era el cansancio que teníamos por el peso de todas las armas y medicinas. 

- Tenemos que volver -dije.

- ¿Cómo vamos a volver, Julia? ¡No podemos hacer eso! -contestó Jhon.

- He sentido algo, algo fuerte en el pecho. 

- Julia, no podemos volver -volvió a decir Jhon.

- Algo va mal, algo va jodidamente mal. Siento que algo le ha pasado a Patri.  

Dormimos lo que quedó de noche entre polvo y sábanas sucias. A la mañana siguiente estábamos agotados, teníamos agujetas por todo el cuerpo, moratones, heridas...

- Buenos días -dijo Ángel sentándose en el sofá.

- Buenos días... -dejé caer. - Jhon, despierta -dije tambaleando a Jhon.

- Para, para -murmuraba Jhon abriendo los ojos.

- ¡CUÉNTANOS QUÉ PASÓ! 

- Todo iba bien... Las tareas estaban realizándose como siempre, la calma reinaba la fábrica, ni siquiera nos dimos cuenta de que tú faltabas hasta poco después. De pronto, Kim salió equipada con armas y se llevó a 4 refugiados. Salva y yo nos quedamos sorprendidos, pero seguimos haciendo lo nuestro. Llegó la hora de comer y Kim no volvía. Llegó la hora de merendar y Kim seguía sin volver. Hasta que llegó la noche... -se calló Jhon.

- ¿Y qué? -dijo Ángel.

- ¡Habla! -repliqué a Jhon.

- No sé qué pasó... No sé qué pasó. Solo sé que pasó. De repente, toda la fábrica se había convertido en un verdadero caos. La gente empezó a gritar, a correr, a distorsionarse. Al principio, no había más de unos 30 zombis, pero empezó a haber ruido y todo se volvió negro. Salva y yo no supimos qué hacer, cogimos todas las armas que pudimos e intentamos reunir a todos los refugiados. Algunos salieron corriendo, otros acabaron convirtiéndose en zombis...

- ¿Y por qué dices que fue esa tal 'Kim'? -preguntó Ángel.

- Los zombis... los zombis no le hacían nada a ella.

- ¡¿CÓMO?! -gritamos sorprendidos Ángel y yo.

- Sisi... Sé que parece absurdo y que no me creeréis, pero no le atacaban. Pasaban por su lado y ni siquiera la miraban.

- ¿Dónde está? ¿DÓNDE COÑO ESTÁ ESA HIJA DE PUTA?

- Empezó a matar gente. Empezó a destripar a la gente. Empezó a hacer cosas que nadie entendía. 

- Tenemos que encontrar a esa hija de puta -dije.

Esto parece irreal... Todo parece irreal. Estoy tan asustada sin Patri... Mi pensamiento me juega malas pasadas.

Jhon, Ángel y yo nos equipamos con algunas armas y salimos hacia la fábrica. 

- Ángel, ¿ese es tu nombre? -pregunté mientras caminábamos.

- Lo es, es mi nombre. Aunque pienso que en la tierra ya no queda ningún ángel.

- Ahora solo hay demonios... -susurró Jhon.

- ¿Por qué nos ayudaste a Patri y a mí?

- Patri desprende algo en su mirada... Podría llamarse confianza, seguridad o valor, pero me convenció con solo mirarme.

- ¿Y por qué has seguido conmigo y con Jhon?

- ¿A dónde voy? dime. Llevaba encerrado ahí desde hace 9 meses.

- ¿9 meses? -preguntó Jhon.

- Sí. En mi pueblo llegó más tarde el virus. Un paisano murió en su propia cama, con su familia degollada por el dolor, y de repente, despertó y atacó a toda su familia. Todo empezó así, y todo acabó así. 

- ¿Y cómo has sobrevivido tanto tiempo? -dije.

- He tenido el valor suficiente para salir de vez en cuando a por provisiones, y por suerte siempre me he sabido defender.

- ¿Cómo supiste que se mataban atacándoles en la cabeza? -preguntó Jhon.

- Intuición, videojuegos supongo... No sé, solo lo sabía.

- Sigo sin entender como has tenido el valor de meterte en medio de una horda de zombis a disparar... -dejé caer.

- Hacía meses que no veía a gente viva. Hacía meses que no mantenía una conversación. Hacía meses que no veía un escote tan sexy.

- Jajajajaja -reí. - Patri es guapa, ¿eh?

- Lo es para su edad, lo es y bastante.

- ¿Cuántos años tienes tú?

- Quietos... -susurró Jhon parándonos el paso.

Una manada de zombis se oía a lo lejos. No eran muchos, pero no sabíamos si había más por los alrededores así que no podíamos hacer ruido. 

Nos desviamos del camino y cogimos otra dirección para ir a la fábrica.

Me quedé con la intriga de saber cuántos años tenía Ángel. La verdad es que cada persona tiene una historia distinta en este apocalipsis, ninguna es igual.


Un olor a humo empezó a meterse en nuestra nariz. Ya veíamos cuerpos apilados en el suelo. Ya oíamos el ruido que hacen las ascuas del fuego.

Empecé a correr hacia la fábrica. La carretera era totalmente recta, sin ningún desvío, y a la parte izquierda estaba lo que quedaba de fábrica.

Intentaba no tropezarme con los cuerpos de los zombis, hasta que de repente, uno me agarró del pie y caí al suelo.

- Aaah, ¡joder! -dije. Jhon corrió hacia mí y le clavó su cuchillo en la cabeza.

Me levanté y seguí corriendo. Me planté en la entrada de la fábrica, Jhon y Ángel detrás de mí. Había humo, mucho humo. Cuerpos y cuerpos en el suelo. Sangre oscura por todos lados...

Hasta que de pronto, empecé a ver una silueta que se acercaba hacia mí. 

- ¡PATRIIII! -grité de la alegría.

Algo se paró. Algo dio un vuelco. Empecé a fijarme bien... Sangre caía de su boca, sus labios estaban desgarrados, todo su cuerpo quemado, se podía ver como el fémur de su pierna sobresalía de su carne. El cuerpo empezó a correr hacia mí. Una lágrima cayó de mi ojo, y luego mi cuerpo cayó a su par.


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Apocalipsis finalWhere stories live. Discover now