Capítulo 25: Matar o morir

16.7K 544 34
                                    

A veces somos tan avariciosos que rompemos el saco. Es decir, queremos tanto que nos quedamos sin nada. Y eso es lo que me pasó a mí.
Quise tanto y llegué a tan poco... Quise seguir con Julia, encontrar a mi madre, crear una cura, y ahora solo me quedaba 4 balas de un revólver mágnum y una lata de CocaCola sin empezar. 
Sé que más de uno pensáis que estando en mi situación lo que tenía era muchísimo, pero soy tan avariciosa que con eso no me podía conformar.

- Tengo una vaca lecheeeeera, no es una vaca cualquiiiiiera. Me da leche merengada, ay qué vaca tan salada. TOLÓN TOLÓN, TOLÓN TOLÓN -cantaba mientras caminaba.

Tenía tantísimo miedo que cantar era la única manera de sentirme un poco más segura. Solo quería que amaneciese, mis pies no daban más de sí, estaba cansada, hambrienta y deseando de dormir.

Hasta que de repente, vi un tipo de tienda de campaña en medio de la oscuridad.
Me acerqué muy lentamente, intentando ver si había alguien dentro. Cada vez estaba más cerca, así que cargué mi revólver con las pocas balas que me quedaban y lo empuñé con firmeza.
Para asegurarme de no hubiese nadie, cogí unas piedras y empecé a tirarlas contra un árbol para ocasionar ruido.
Por suerte o por desgracia, nadie salía de ahí. Abrí la tienda y había algo de ropa, dos botellas de agua y una mochila vacía. Estaba claro que alguien ocupaba ese lugar, pero no me lo pensé dos veces y me eché rendida sobre el saco de dormir para descansar.


- Mierda, ¿qué hora es? -dije limpiándome los ojos.
Ya era de día, pero algo encontraba diferente. Parecía que alguien había estado toda la noche observando como dormía. 
Salí lo más rápido que pude de la tienda de campaña, me vestí y empecé la lata que tenía de CocaCola.

- Aaaah, ¡esto es gloria! -dije después de beber. - He de irme, siento que algo va mal.

Ordené un poco el lugar, intentando dejar todo como lo había encontrado. Cogí mis cosas y empecé a andar.
A cada paso que daba, sentía que algo o alguien estaba cada vez más cerca de mí.

- Tengo algo que buscas -dijo una voz fuerte y de hombre.

Me paré, miré hacia todos los lados y dije:

- ¿Quién eres? ¿Dónde estás?

- ¿Por qué tengo que ser alguien? ¿Y por qué tengo que estar aquí? Quizá solo sea un producto de tu imaginación.

- Dime quién eres. Mejor dicho, dime qué tienes.

- Dame una respuesta convincente y diferente a la que todos me dan.

- Un brote zombi empieza siendo algo local y geográfico, pero todo se viene abajo cuando ellos empiezan a ser más que nosotros. Entonces nosotros pasamos a ser la minoría, los perseguidos, las víctimas... ¿Pero, por qué?, ¿por qué tanto dolor?, ¿por qué tanto sufrimiento? ¿Sabes por qué? Porque la naturaleza es el mayor asesino en serie que existe. Ni la ciencia, ni la fe, ni siquiera la mayor arma letal del planeta puede parar a la naturaleza. Ella es la que nos ha dado la vida, el agua, el sol, la tierra, todo lo que tenemos, ¿y cómo se lo pagamos nosotros? destrozándola... Acabando con todo ser vivo que existe, rompiendo la capa de ozono para nuestro interés, intentando ser más lista que ella y 'creando' especies mutantes. Todo lo que está pasando ha sido nuestra culpa, y no ha sido porque un puto cargamento de acetona haya parado en el mar, sino porque nosotros también estamos destinados a matar. Y no a matar en el sentido completo de la palabra, sino a destrozar personas con nuestros insultos, con nuestras miradas. Destrozamos personas creando un modelo de 'chic@ perfect@', somos máquinas de matar, y la naturaleza nuestra madre. Tengo 16... quizá 17 años, y lo único que recuerdo es que me he pasado los últimos meses de mi vida viendo cuerpos sin alma. Me has pedido una respuesta, y te la he dado. ¿Quieres una solución? Son ellos o nosotros, MATAR O MORIR.

- La acetona no ha podido provocar todo esto...

- Pero la naturaleza sí, ¿no lo ves? -dije aguatándome las lágrimas. - Me llamo Patri, y yo ya he cumplido con mi palabra. 

Un chico castaño, de pelo corto, con un tupé mal peinado, ojos verdes claros, algo gordito y de 1.75cm, se acercó a mi espalda y me dijo:
- Julia me dijo que te protegiese. 

- No entiendo nada... ¿Y JULIA? ¿DÓNDE ESTÁ JULIA?

- Julia... Julia está. Solo preocúpate por eso.

- ¿Pero dónde? ¿Y por qué me pides una respuesta? ¿Por qué me has seguido? POR QUÉ.

- Cuando llegue su momento, la volverás a ver. Te he pedido una respuesta porque necesitaba asegurarme de que eras tú. Y ya te he dicho que te he seguido porque Julia me ha obligado.

- A mí no me hace falta ningún canguro, vuelve por donde has venido.

- Quieres ver a Julia, ¿no? Pues tendrás que estar conmigo.

Como era habitual, no entendía nada, no encontraba la respuesta a lo que estaba pasando.

- La gran gripe española sufrida tras la Primera Guerra Mundial acabó con más de 40 millones de personas de todo el mundo -dijo el chico después de un rato observándome.

- Pero, ¿sabes por qué? Porque no se detectó a tiempo. Si se hubiera dectado a tiempo se hubiese podido parar. La gripe es algo que hoy día se cura tras una o dos semanas de tratamiento médico. 

- Y el virus zombi también.

- Dime, dime de tan solo un infectado que haya vuelto a la vida tras una o dos semanas de medicinas, ¡DÍMELO! -grité llena de ira.  -Y no solo eso, cada unos pocos de cientos de años el mundo sufre un virus el cual provoca muertes a nivel global.

- ¡A ti te mordieron y sigues viva!

- ¡No es lo mismo, maldita sea! Esos cuerpos tenían algo, una vacuna llamada Salve, no sé nada más.

- Tienes la cura en tu interior Patri, la tienes...

- ¿Me estás insinuando que sabes la cura?

- No, no la sé. Ni siquiera sé cómo logran convertirse tan rápido. Pero tú eres lista, más de lo que crees.

Me hizo pensar tanto el chico que me bloqueé sistemáticamente.
Me agarró del brazo y comenzamos a andar. Me estaba llevando a alguna parte, pero no era consciente de que estaba caminando. Solo pensaba y pensaba lo que el chico me quería decir...

Apocalipsis finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora