Capítulo 32: Batalla

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A veces necesitamos un empujón, algo que nos ayude a seguir hacia delante. A veces, lo único que necesitamos es escuchar un ''todo va a salir bien''... 

- Tengo hambre -dijo Julia.

- Estamos a punto de llegar Julia... Y además, ya está oscureziendo, es tontería parar a comer.

- ¡Tengo hambre!

- Algo me dice que no debemos parar. En 20 minutos llegaremos a la fábrica.

- ¡TENGO HAMBRE!

- Bff, está bien, está bien. Tengo barritas energéticas en la mochila, pararemos a descansar 10 minutos.

- No quiero barritas energéticas, quiero una hamburguesa del McDonal's.

- JAJAJAJAJA -reí fuertemente. - Lo bien que estaría ahora una hamburguesa de euro con su pepinico y su quesico...

- O una CBO con extra de bacon.

- O un marfurry.

- ¿Marfurry? ¿Qué es un marfurry?

- Un helao' desos' con oreo y chocolate.

- Aaah, McFlurry.

- O sea, bitch, 'Maaaccflaaryyy'. Parece que estás comiendo garbanzos al pronunciarlo -dije riéndome.

Paramos a estirar un rato las piernas y comimos las barritas energéticas. La conversación con Julia me había hecho pensar... ¿Qué habrá sido de todas esas franquicias? ¿de todas esas empresas multimillonarias que ahora se han dado cuenta de que su sucio dinero no les sirve para nada?
No sabéis lo que yo daría por volver a probar las lentejas de mi madre, y mira que las detestaba con toda mi alma.

- Deberías hablar con el hombre, Patri.

- Quizás me he pasado antes...

- ¿Quizás? ¡Lo has traumado!

Fui al remolque del 4x4, lo abrí y le quité la manta de la cabeza al hombre.

- Siento no haberme presentado. Me llamo Patri, tengo 16 años y llevo 11 meses luchando contra la misma mierda. Es irónico lo rápido que ha pasado todo, ¿verdad? Más irónico es aún lo que puede cambiar una persona en solo semanas. Mi historia es como la de los demás; un día llegué a casa, puse los informativos y me di cuenta de que mis padres iban a morir convertidos en zombis. Luego surgieron más inconvenientes... Maté a lo que se convirtió en mi mejor amigo. Vi a mi hermana morir entre mis propias manos... ¿me he vuelto una psicópata? Creo que solo soy una superviviente. Y dime, ¿qué haces tú en un mundo como este? ¿acaso no es mejor pegarse un tiro y abandonar todo?

El hombre se incorporó, se sentó como pudo y se me quedó mirando un buen rato.

- Soy Ángel, bueno, de él ya no queda nada. Yo no tengo historia, solo recuerdo que un día estaba en mi armería y todo el pueblo empezó a volverse loco. 

- Sé que me mientes. Lo noto porque estás moviendo los dedos de las manos en círculo. No quiero que me digas la verdad, solo quería decirte que antes he sido un poco dura. Julia, mi compañera, y yo, vamos a ir a nuestro refugio. Es una fábrica vieja, hay bastante gente, rozamos los 30. No digo que sea lo mejor, ni mucho menos, pero es seguro. Estás a tiempo.

- ¿Y por qué me quieres dentro de esa fábrica?

- Escondes algo. Te sientes solo e inseguro, tus gestos lo delatan. Pero a la vez noto en tus ojos que tienes valor y coraje.

- ¿Eres la jefa de allí o algo por el estilo? 

- Soy la mala de allí. Piénsatelo, vamos a poner rumbo a ella.

Esas eran las dos preguntas que hacía antes de permitir que alguien entrase a la fábrica. ¿Que por qué? Porque solo los psicópatas pueden pillar a los psicópatas. No estoy diciendo que me haya vuelto una psicópata, solo digo que me he vuelto lista, demasiado lista. Y a la vez de lista, me he vuelto muy calculadora. ¿Dónde ha quedado la Patri que tenía miedo a todo...?

Odiaba conducir de noche... Lo raro es que en todo el camino no habíamos visto a ningún solo zombi, quizás sea porque el día estaba muy nublado. Sentía escalofríos por dentro, sabía que algo estaba yendo mal. Quizás solo eran imaginaciones, además, tenía un remolque lleno de armas y municiones como para sobrevivir durante un año entero en medio de una plaza de toros llena y llena de zombis.

Casi habíamos llegado a la fábrica, y empecé a notar una cierta distorsión. Paré el coche y abrí poco a poco el cristal.

- ¿Qué haces, Patri? -preguntó Julia.

- Shhh.

Gruñidos, muchos gruñidos de zombis. Gritos, muchos gritos de personas. Ruidos, muchos ruidos de balas. 

- Patri, no me digas que es lo que estoy pensando... -dijo Julia entrecortando la voz.

- ¡MIERDA, MIERDA, MIERDA, MIERDAAA! -dije golpeando el volante del coche.

- Tranquilízate... Quizás solo sea una imaginación.

- ¿UNA IMAGINACIÓN? ¡¿UNA IMAGINACIÓN?! Julia, tenemos que actúar y ya.

- No podemos hacernos las héroes e ir las dos solas allí. Ni siquiera sabemos qué está pasando, ni cuántos zombis hay, ni siquiera sabemos si lo que hay allí son saqueadores.

- Tenemos que confiar en él... Ángel, o como quiera que se llame, tiene que saber disparar, y parece rápido.

- ¡NO SABEMOS CUÁNTOS HAY?

- ¿Y QUÉ QUIERES, EH? ¿Dejar a todos allí? ¡¿HUIR COMO COBARDES?! No Julia, lo siento, pero no pienso ser una cobarde -abrí la puerta del coche y salí.

Me dirigí al remolque, lo abrí y saqué de mi sujetador las llaves de las esposas.

- ¿Qué haces? -preguntó Ángel mientras abría sus esposas.

- Escúchame, te necesito.

Ángel estuvo dispuesto a ayudar. Sé que me arriesgué bastante... le liberé y encima le di sus propias armas, pero era morir yo o morir los demás. 
Nos cargamos con todo tipo de armas. Cogí mi revólver y el que me enamoré en la armería. Me metí dos pistolas HK en las botas, totalmente cargadas. En los cachetes el culo metí todos los cargadores que pude. Me colgué un rifle automático a la espalda. También me equipé con la Galil y una metralleta r15. En la mochila metí todo tipo de cargadores y me la puse en la espalda como pude para no bloquear el rifle. Y por último, cogí una granada y la colgué en la canana pistolera.

- Haremos esto: Julia, tú conducirás mientras Ángel irá en el asiento del copiloto disparando. Yo me montaré en el remolque y dispararé desde ahí.

- Patri, no puedo dejarte sola.

- Julia, este es nuestro juego, recuérdalo -dije mirándola a los ojos. - Ángel, dispara a todo lo que se mueva.

- ¿A todo...?

- A todo.

Pensaréis que soy cruel por lo que le dije a Ángel, lo sé. Pero no podía arriesgar dejando que por pensar que un cuerpo seguía con vida, no tenía una mordida. 

Apocalipsis finalWhere stories live. Discover now