Jeon JungKook es uno de los pocos de su casta, sí, Jeon JungKook es un beta. Uno de los maravillosos y preferidos hijos de la madre Luna.
Para Jeon siempre fue complicado adoptarse a su vida. De pequeño fue el niño del que nadie quería ser amigo, d...
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Jimin dejó el pincel de lado, dando un par de pasos atrás para observar el conjunto de su obra. Sonrió orgulloso, lo suyo no era la pintura, sin embargo había aprendido bien de su Alfa y su Beta como para terminar ese mural. Todavía con esa sonrisa en el rostro giró para ver la pared donde Felix trabajaba; una carcajada aguda y alta salió con fuerza de él rompiendo el silencio tan solo adornado por música en la radio.
-¿Te estás burlando de mi obra maestra? -Preguntó incrédulo el australiano. -Sé que lo mío es el baile, pero no creo que se me de tan mal. -Frunció sus cejas de manera tierna.
-No es eso. -Respondió aún entre risas Jimin. -Mira tu barriga. -Felix bajó su vista a su gran vientre de casi nueve meses, sí, se había acercado tango a la pared para cerciorarse de hacer bien los detalles que se había embarrado toda la camiseta en pintura y ahora un borrón de la misma estaba en la pared con forma redonda.
Las risas en acople de ambos Omegas llenaron la sala de baile. Era tan bonito y alegre el simple hecho de estar así.
Jimin, JungKook y TaeHyung se habían mudado hacía mes y medio a Daegu, a una bonita casa de planta baja con jardín delantero que estaba en el mismo vecindario que la de Felix y BangChan y a escasos veinte minutos andando de casa de sus suegros.
La casa contaba con tres habitaciones de las cuales de momento, hasta que los cachorros crecieran, solo gastarían dos. Una adornada con tonos claros y luminosos a la par de increíbles dibujos realizados por sus padres artistas y otra más sencilla de tonos cálidos para ellos con una cama matrimonial de tamaño especial para caber los tres. Su cocina y salón unido como habían acostumbrado en casa del Alfa, dos cuartos de baño y una pequeña salita que habían adoptado como estudio de dibujo y biblioteca.
Un tranquilo vecindario repleto de familias jóvenes como ellos, el colegio al que acudió TaeHyung cerca y ciertamente cerca del centro donde los tres trabajaban. Todo a mitad de camino, lejos pero cerca.
TaeHyung había encontrado trabajo como profesor de artes a las dos semanas de llegar de Seúl; las buenas recomendaciones de su anterior jefe y el hecho de ser de la ciudad facilitó todo. Tenía un horario más relajado y menos estricto que antes; tan solo acudía a dar clases por las mañanas y así podía pasar sus tardes con su familia.
Al igual que JungKook, que incluso antes de terminar la carrera ya tenía un puesto como restaurador de arte en el museo local. Su profesor de composición había dado mucho por él, amaba su forma particular de reflejar todo en su arte, así que habló de él a un viejo amigo y JungKook ahora trabajaba hasta las cuatro de la tarde asegurándose de que bellas obras antiguas siguieran un envejecimiento correcto.
Y Jimin, no había podido comenzar aún a bailar y dar clases, al igual que Felix lo había dejado meses atrás. Pero la pequeña academía de danza tenía a sus fieles bailarines esperando por ellos, ahora se estaban centrando en poder dejar todo impoluto y perfecto para cuando pudieran abrir sus puertas. En la academia Felix daría clases de baile urbano y hip hop mientras Jimin daría danza contemporánea y ballet. Ambos estaban emocionados con ello.
