Bill y Fleur

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El señor Weasley apareció de la nada en la verja, acompañado por Rufus Scrimgeour, el Ministro de Magia, instantáneamente reconocible por su melena de pelo grisáceo. Parecía mucho más viejo que la última vez que lo habían visto, flacucho y sombrío.

- Lamento la intrusión - dijo Scrimgeour, mientras cojeaba para detenerse ante la mesa
- Debo tener unas palabras en privado contigo, - continuó, mirando a Harry - También con el señor Ronald Weasley, la señorita Hermione Granger y la señorita Alexa Cedrella Weasley.

- ¿Nosotros? - preguntó Ron, que sonaba sorprendido - ¿Por qué nosotros?

- Se lo diré cuando estemos en algún lugar más privado - respondió el Ministro - ¿Hay un lugar semejante? - exigió al señor Weasley.

- Sí, por supuesto - dijo el Arthur, que parecía nervioso - El salón, ¿por qué no allí?

- Puede usted mostrarme el camino – le pidió Scrimgeour a Ron - No habrá necesidad de que nos acompañes, Arthur.

El señor Weasley intercambiaba una mirada preocupada con su esposa mientras Harry, Ron, Hermione y Alexa se ponían en pie. Cuando se dirigían de vuelta a la casa en silencio, Harry sabía que los otros tres estaban pensando lo mismo que él; Scrimgeour debía haber averiguado de algún modo que los seis estaban planeando dejar Hogwarts.

El Ministro no habló mientras todos pasaban a través de la revuelta cocina al salón de La Madriguera. Aunque el jardín había estado lleno de la suave luz dorada de la tarde, allí ya estaba oscuro. Harry ondeó su varita hacia las lámparas de aceite a la vez que entraban y estas iluminaron la desgastada pero acogedora habitación.
Scrimgeour se sentó en el sillón hundido que normalmente ocupaba el señor Weasley, dejando a Harry, Ron, Hermione y Alexa intentando encajarse lado a lado en el sofá. Una vez lo hubieron hecho, Scrimgeour habló:

- Tengo algunas preguntas para ustedes, y creo que será mejor si lo hacemos individualmente. Si ustedes tres... - señaló a Harry, Hermione y Ron -.... esperan arriba, empezaré con Alexa.

- No vamos a ninguna parte - dijo Harry, mientras Hermione asentía vigorosamente - Puede hablarnos juntos, o nada en absoluto.

Scrimgeour lanzó a Harry una fría y calculadora mirada.
- Muy bien entonces, juntos - dijo, encogiéndose de hombros.
Se aclaró la garganta.
- Estoy aquí, como seguramente sabrán, por el testamento de Albus Dumbledore.

Harry, Ron, Hermione y Alexa se miraron unos a otros. El Ministro lo notó.                                
- ¿No eran conscientes de que Dumbledore les había dejado algo?

- ¿A todos? - se extrañó Ron.

- Sí, a todos...

Pero Harry interrumpió - Dumbledore murió hace un mes ¿Por qué ha tardado tanto en darnos lo que nos dejó?

- ¿No es obvio? - dijo Hermione, antes de que Scrimgeour pudiera responder - Querían examinar lo que sea que nos dejó ¡No tenía derecho a hacer eso! - clamó, y su voz tembló ligeramente.

- Tenía todo el derecho - se excusó Scrimgeour despectivamente - El Decreto para la Confiscación Justificada da al Ministerio poder para confiscar el contenido de un testamento.

- ¿Y por qué ha decidido darnos nuestras cosas ahora? ¿No se le ocurrió un pretexto para quedárselas? - volvió a insistir el de anteojos.

- ¿Diría usted que estaba muy unido a Dumbledore, Ronald? - preguntó Scrimgeour, ignorando a Harry. Ron pareció sobresaltarse.

- ¿Yo? No... en realidad no... fue siempre Harry quien... - miró alrededor, a Hermione, para ver como ella le lanzaba una mirada del tipo deja-de-hablar-¡ya!, pero el daño estaba hecho. Scrimgeour pareció haber oído exactamente lo que esperaba, y deseaba, oír.

Mattheo Riddle y Alexa Weasley (parte 3)Where stories live. Discover now