Navidad

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El clima se volvió más y más frío. No se atrevían a permanecer en un lugar demasiado tiempo, aunque residían en el sur de Inglaterra.

El frío era la peor de sus preocupaciones, así que continuaron errando arriba y debajo de la región, desafiando la falda de una montaña, donde la aguanieve aporreó la tienda; una amplia y plana ciénaga, donde la tienda se inundó con agua congelada; y una pequeña isla en medio de un lago, donde la nieve cubrió la tienda hasta la mitad durante la noche.

Habían comenzado a colocar árboles de Navidad con luces parpadeantes en algunas ventanas del salón antes de que llegara la noche, cuando Harry decidió sugerir, de nuevo, lo que le parecía la única ruta sin explorar que les quedaba.

Acababan de terminar una inusual merienda: Hermione había ido al supermercado bajo la capa de invisibilidad dejando escrupulosamente el dinero dentro de una caja registradora abierta antes de irse por pedido de Alexa), y Harry pensó que podría estar más persuasible de lo normal con el estómago lleno, gracias al espagueti y a las peras enlatadas. También había tenido la previsión de sugerir que tomaran algunas horas de descanso de llevar el Horrocrux, que estaba colgando sobre la cama a su lado.

- ¿Hermione?

- ¿Mmm? - estaba acurrucada en uno de los sillones con Las Aventuras de Beedle el Bardo. No podía imaginar cuanto tiempo más iba a estar pegada al libro, que no fue, después de todo, demasiado; pero evidentemente aún estaba descifrando algo en él, porque El silabario del Hechicero permanecía abierto en un brazo del sillón.

El Gryffindor se aclaró la garganta.
- Hermione, he estado pensando, y...

- Harry, ¿podrías ayudarme con algo? - no parecía haberle escuchado. Se inclinó frente a él y le extendió "Las Aventuras de Beedle el Bardo."
- Mira este símbolo - dijo, apuntando al encabezado de la página sobre lo que suponía ser el título de la historia. Había un dibujo de lo que parecía ser un ojo triangular, y su pupila cruzada con una línea vertical.

- No estudié runas antiguas, Hermione.

- Ya lo sé, pero esto no es una runa. Todo este tiempo pensaba que era el dibujo de un ojo, ¡Pero ya no creo que lo sea! Fue dibujado con tinta, mira, alguien lo pintó ahí, no es realmente parte del libro. Piensa, ¿has visto esto antes?

Harry se acercó más.
- Es el mismo símbolo que el padre de Luna llevaba colgado del cuello. Es la marca de Grindelwald.

Ella lo miró fijamente, con la boca abierta.
- ¿La marca de Grindelwald? - miró a Harry y luego al extraño símbolo otra vez - Nunca he oído que Grindelwald tuviera una marca. No se menciona en nada de lo que he leído de él.

Mattheo lo miró con detenimiento, y luego entendió.
- Esperen - murmuró, y fue en busca de algo en su equipaje.

A los pocos minutos volvió con una foto en mano, y la dejó apoyada en la mesa.

Todas las cabezas se posicionaron sobre ella, observaron la fotografía. Mattheo, aparentemente de unos quince años de edad, abrazaba al estilo equipo de fútbol a sus compañeros de Durmstrang. Vestían el uniforme y se los veía a todos muy serios, y, para ser honestos, con poco cariño entre ellos mismos.

- ¿Qué tiene que ver esto?

- Observa la columna.

La parte de pared donde el actual Mattheo señalaba, si te acercabas bien, podía notarse como algo astillado salía de la madera: el mismo símbolo del libro.

- Grindelwald lo hizo cuando estudiaba ahí. Todos los años, al comenzar el curso, nos sacábamos una foto en esa pared.

- ¿Por qué sigues guardando la foto? - preguntó Malfoy, agarrándola con una mano y mirándola.

Mattheo Riddle y Alexa Weasley (parte 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora