G.G.

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- ¡Al fin nos conocemos!

Gellert Grindelwald estaba andando hacia él, directo y lleno de energía, vistiendo prendas de un radical azul medianoche.

- He oído hablar mucho de ti, Theo - abrió los brazos ampliamente. Era risueño, y tenía dos ojos de distinto color. Uno azul claro e intenso, y el otro, de un marrón oscuro.
- Valiente, valiente muchacho.

Atónito, Mattheo siguió a Grindelwald cuando este se alejó a grandes zancadas, llevándolo a dos asientos que no había notado previamente, colocados a cierta distancia bajo el alto y destellante techo.

Grindelwald se sentó en uno de ellos y Mattheo en el otro.

Su cabello rubio había desaparecido, y en su lugar se encontraba la piel al descubierto y totalmente arrugada: todo estaba como lo había visto en El Profeta. Y aun así...

- Pero está muerto.

- Oh, sí - respondió de forma práctica.

- Entonces... ¿también estoy muerto?

- Ah - dijo Grindelwald, sonriendo más abiertamente - Esa es la cuestión ¿no es cierto? En conjunto, querido muchacho, creo que no.

Se miraron mutuamente, el hombre mayor todavía sonriendo.
- ¿No? - repitió Mattheo - Pero... Pero debería haber muerto... Dejé que me matara, ¿verdad?

La felicidad parecía irradiar de Grindelwald como una luz.

- Lo hiciste - dijo, asintiendo con la cabeza - ¡Sigue!

- Así que la parte de su alma que estaba en mí...

Grindelwald asintió todavía con más entusiasmo, incitando a Mattheo a continuar, con una amplia sonrisa de aliento en la cara.

- ...¿se ha ido?

- Sí, la destruyó. Tu alma está completa, y es completamente tuya. Tú fuiste el séptimo Horrocrux, Mattheo, el Horrocrux que tuvo intención de hacer, y de dejar libre.

- ¿Y por qué cometió tal error?

- Pensó que al ser su hijo serías su más fiel sirviente, y terminaste siendo su peor pesadilla. Te envío a Durmstrang por alguna razón, y te sacó de allí por otra. Cuando llegó el momento de su resurrección, te acercó a él. Te hizo venir a Hogwarts para tenerte controlado, y asegurarse que, cuando volviera, estuvieses de su lado.

- Pero no fue así.

- No, no lo fue. Conociste a la pelirroja y te alejaste de por vida de las Artes Oscuras. Y entonces... ya sabes lo qué pasó. Almas gemelas, mi querido amigo.

Entonces se dio cuenta.
- Dumbledore. - murmuró para sí mismo - ¡Dumbledore es su alma gemela!

Grindelwald cerró los ojos un momento y asintió.

- ¿Son ellos? - preguntó, señalando a dos personas que se encontraban a lo lejos - ¿Dumbledore y Harry? ¿Está vivo?

- Está en la misma situación que tú.

- ¿Y podemos volver?

- Solía decir, de joven, que las almas gemelas siempre se reencuentran; y no tengo pruebas de lo contrario.

Grindelwald solo se levantó, alisó la parte de la túnica que estaba algo arrugada y le echó una última ojeada al chico que tenía mirándolo impaciente. Luego, le dedicó una sonrisa, se dio la media vuelta y comenzó a caminar con los brazos en lo bajo de su espalda.

Mattheo se levantó, preocupado.

- ¿Qué debo hacer?

El mago con heterocromía giró en sus tobillos, y con una gran sonrisa, pronunció:

- La cima más alta...

Su cuerpo se desvaneció, y todo se volvió negro.

• Holiiiiiii, ¿que piensan q ocurrirá?...

Mattheo Riddle y Alexa Weasley (parte 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora