El encantamiento protector que había mantenido a Harry Potter a salvo se había roto cuando cumplió la mayoría de edad, yéndose definitivamente de Privet Drive.
Para detener al señor Tenebroso, que se dedica a aterrorizar a todos sus seres queridos...
Su tono sonó más irritado esta vez, cansado de vagar y vagar.
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Una sola mirada bastó para que él comprendiera lo que había pasado.
Sin dejarle tiempo a decir nada, y con un movimiento tan rápido estrelló su puño contra el tronco de un árbol.
Sus nudillos quedaron rojos al instante; Alexa intentó acercarse, pero él se alejó unos pasos para atrás, apartando con las manos las muñecas de la chica.
- Dime que lo que estoy pensando no es cierto.
Su voz sonó tan estrangulada por el miedo que hubiera dado cualquier cosa, cualquier cosa por desaparecer de ese lugar, por desaparecer de la Tierra, del mundo, por simplemente dejar de existir.
- Por favor dime que otra vez estoy delirando, que me lo imagino... ¡dímelo, Alexa!
El color se había ido de su cara. Sus gritos y sus manos se aferraban a los brazos de la pelirroja con fuerza, quien estaba paralizada. Solo lo miraba mientras las lágrimas caían y caían hasta llegar al suelo.
- Lo siento... - susurró con voz rota y tan bajita que ni siquiera fue consiente de si lo había escuchado, pero sí que lo hizo, porque en ese instante la soltó como si su piel lo quemara, como si de repente no era capaz de tocarla...
- No... no es verdad.
Se puso a caminar de un lado a otro y sus manos se aferraron a su cabeza tirando con desesperación de su cabello con rulos hasta que volvió a girarse hacia ella, tomando su rostro entre sus palmas.
- Por favor, por favor, Alexa, comprendo que estuve mal en irme pero no me castigues así. Júrame que es mentira, por favor...
Su voz se quebró con las últimas palabras, y bastó para entender que ambos estaban destruidos. Bastante había sufrido Alexa por su cuenta, observando el error que había cometido; y ahora estaba Mattheo, totalmente devastado.
- Theo... - musitó con la voz ahogada por las lágrimas - Perdóname... No-No sé que decir más que pedirte disculpas...
La tomó nuevamente por las muñecas, obligándola a no perder el contacto visual.
- ¿Te haz acostado con él? - ella guardó silencio, no era así la manera en que quería que se enterara - ¡Contéstame, maldita sea!
La sacudió con fuerza; Alexa fue capaz de notar como sus dientes castañeaban como respuesta a sus bruscos movimientos. Deseaba que sus ojos le mintieran. Estaba en busca de un milagro.
- ¡Dímelo!
- ¡Suéltala!
Draco apareció con postura exigente. Su voz era demandante, y también parecía haber estado caminando por bastante rato. La verdad era, que la buscaba. Alexa había salido hace una sospechable cantidad de tiempo únicamente a deambular por la zona en busca de Ron y Mattheo.
