El encantamiento protector que había mantenido a Harry Potter a salvo se había roto cuando cumplió la mayoría de edad, yéndose definitivamente de Privet Drive.
Para detener al señor Tenebroso, que se dedica a aterrorizar a todos sus seres queridos...
Alexa había interrumpido en el cuarto de Mattheo a media noche. Golpeó la puerta silenciosamente hasta que su novio salió; lo besó apasionadamente atrayéndolo a ella con sus manos en sus mejillas.
Él le respondió el gesto con desesperación, pero la tomó por la cintura para detenerla. Ahora, caminaba por el pasillo con Alexa rodeando su torso con sus piernas.
Entraron a la habitación, estaba oscura. La acostó en la cama con rapidez. Mattheo se hizo hacia adelante, descansando sus codos sobre sus rodillas.
- Pídemelo.
Su pecho subía y bajaba aceleradamente. Alexa puso sus manos sobre sus hombros desnudos, y él la agarró de la cintura con una mano, y con la otra, apartó el cabello rojizo que cubría su rostro pecoso.
Ella lo miró a los ojos, y pronunció:
- Hazme tuya, Theo.
- ¿Para siempre?
- Para siempre.
Y con toda gentileza dejada en el olvido, Mattheo la besó con brusquedad. Alexa clavó sus uñas en sus hombros, respondiendo con la misma furia. Poco a poco fue bajando su cabeza, arrodillándose frente a ella para abrir sus piernas. Dejó besos húmedos por toda la piel de sus muslos, haciendo que la pelirroja arqueara la espalda de placer.
Alexa estiró sus manos y acarició el abdomen cicatrizado de su novio. Su pecho se movía arriba y abajo al ritmo de su agitada respiración.
- Nunca nadietelovaahacercomoyo- susurró, antes de cernirse sobre ella. Su boca besó su estómago, y su lengua lamió hasta sus pechos. Ella sonrió al escucharlo. - Te gusta cuando hablo en pársel, ¿eh? - Mattheo enterró su cara en su cuello, su voz sonaba jadeante en el oído de Alexa.
Alejó su rostro y bajó para posicionarse en su entrada. Apenas le dio tiempo a la Gryffindor para agarrarse cuando sintió un escalofrío recorrer todos sus nervios.
La cargó y chocaron contra la pared duramente. Se agarró de sus caderas y comenzó a moverse en un ritmo salvaje, rápido y descontrolado. El sonido del choque de sus cuerpos y sus respiraciones agitadas era todo lo que se escuchaba en la habitación.
- ¡Theo! - la pelirroja gimió una y otra vez, y cada vez que lo hacía él aceleraba más sus movimientos.
Maldijo en pársel antes de tomarla del rostro y besarla con deseo. Ambos se estremecieron debido a una estocada profunda, y exhalaron en un jadeo de placer.
La llevó devuelta hasta la cama de sábanas arrugadas. Se acostó con ella sobre él, y quedó mirando el techo para esperar como su latido recobraba su ritmo habitual.
Giró la cabeza y destapó el cabello que cubría el cuerpo de su novia. Sonrió al ver como tenía los ojos cerrados; había estado deseando que esto ocurriera desde hace mucho tiempo.
Mattheo acarició su espalda desnuda, su voz fue un suave susurró en la mitad de la noche.
- Nada nos volverá a separar, Alexa. Nada ni nadie.
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