La memoria de Severus Snape

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Mattheo permaneció arrodillado junto a su padrino, simplemente mirándolo, hasta que de pronto una aguda y fría voz habló tan cerca de ellos que se puso de pie de un salto, sujetando firmemente el frasco entre sus manos y pensando que Voldemort había vuelto a entrar a la habitación.

La voz de su padre resonó desde las paredes y el piso, y se dio cuenta de que estaba hablando para Hogwarts y todo lo que lo rodeaba, que vivían en Hogsmeade y todos aquellos que aún peleaban en el castillo lo escucharían tan claramente como si estaba parado detrás de ellos, sintiendo su aliento en sus cuellos, como un soplo de muerte.

- Han peleado valientemente. Lord Voldemort sabe valorar el coraje - susurró con su voz fría - Aun así, han sufrido grandes pérdidas. Si continúan resistiéndose a mí, todos ustedes morirán, uno por uno. No quisiera que esto pasara. Cada gota de sangre mágica que se derrama es una pérdida y un desperdicio.

~ Lord Voldemort es piadoso. Ordeno a mis tropas retirarse inmediatamente. Tienen una hora. Ahora te hablo a ti, Harry Potter. Has permitido que tus amigos mueran por ti en una vez de enfrentarte conmigo. Esperaré durante una hora en el Bosque Prohibido. Si cuando acabe esa hora no has venido a verme, si no te has rendido, entonces la lucha se reiniciará. Pero esta vez yo mismo entraré en la batalla, Harry Potter, y te encontraré, y castigaré a cada hombre, mujer o niño que trate de protegerte. Una hora.

Ninguno habló, pero el Slytherin sintió que debía decir algo.

- Sólo... volvamos al castillo, si ha ido al bosque necesitamos otro plan...

Mattheo miró el cuerpo de Snape, y luego se apresuró en ir hacia la entrada del túnel. Harry recogió la capa de invisibilidad, y luego miró a al profesor. No sabía que sentir, excepto una fuerte impresión por como había sido asesinado, y la razón por la que eso había pasado.

Se juntaron en su regreso por el túnel, sin que ninguno de los dos hablara.
Pequeños trozos de algo parecían estar esparcidos en el frente del castillo. Faltaba una hora más o menos para el amanecer, y aún así todo estaba en completa oscuridad.

Los dos se apresuraron en ir hacia los escalones de piedra. El castillo estaba inusualmente silencioso. No había destellos luminosos, ni explosiones, gritos o exclamaciones. Las gárgolas de la desierta entrada estaban salpicadas de sangre, y la parte de las barandillas había sido destruida.

- ¿Dónde estarán todos? - susurró Mattheo.

Iban de camino hacia el Gran Comedor. Harry se detuvo en el umbral. Las mesas de las casas ya no estaban, y la habitación estaba repleta.

Los sobrevivientes se mantenían abrazados en grupos. Los heridos estaban siendo tratados por Madame Pomfrey y algunos ayudantes en una plataforma. Firenze se encontró entre los heridos, emanaba sangre de su costado, y se sacudía desde donde estaba tendido, incapaz de ponerse de pie.

Los muertos se encontraban en una fila en el medio del salón. Ambos vieron el cuerpo de Fred, rodeado por su familia. George estaba arrodillado junto a su cabeza; la señora Weasley, tendida sobre el pecho de Fred, temblando incontrolablemente. Arthur le acariciaba el cabello, mientras las lágrimas caían de sus ojos. Ginny, Ron, Alexa y Hermione contemplándolo desde arriba.

Mattheo se aproximó a su novia, cuya cara estaba hinchada y turbada. La abrazó en silencio, y la pelirroja lloró aún más, porque, sin él saberlo, ambos habían perdido un hermano en la batalla.

- Theo, tengo que... tengo que decirte algo.

- ¿Qué pasa?

- Tom... nos salvó a mí y a Draco. Lo siento, t-te juro que no pu-pude hacer nada.

Mattheo Riddle y Alexa Weasley (parte 3)Where stories live. Discover now