El encantamiento protector que había mantenido a Harry Potter a salvo se había roto cuando cumplió la mayoría de edad, yéndose definitivamente de Privet Drive.
Para detener al señor Tenebroso, que se dedica a aterrorizar a todos sus seres queridos...
Ambos estaban tirados con la cara pegada al suelo. El olor del bosque llenaba sus narices. Podían sentir el frío del suelo bajo de sus mejillas. Cada centímetro de sus cuerpos les dolía y el lugar donde la maldición asesina les había dado, ardía como si hubiera sido golpeados con acero caliente.
No se movieron, permaneciendo en los mismos lugares donde habían caído. Los esperados gritos de triunfo y júbilo por sus muertes no aparecieron, sino que se oían pasos apresurados, susurros y murmullos que llenaban el aire.
Los mortífagos se habían agrupado alrededor de Voldemort, quien al parecer había caído al suelo. Algo había ocurrido en el momento en que atacó con la maldición asesina.
- ¿Están muertos?
Se hizo un silencio absoluto en el claro. Unas manos, mas suaves de lo que habían esperado, tocaron la cara de Mattheo y palparon su corazón, podía oír la respiración agitada de una mujer.
- ¿Draco está vivo? ¿Está en el castillo?
El susurro fue apenas audible, los labios de la mujer estaban a centímetros de su oído, la cabeza tan inclinada que su largo cabello tapaba la cara de su sobrino.
- Sí - murmuró en respuesta.
Sintió que la mano se contraía sobre su pecho, las uñas le apuñalaron. Entonces la mano se retiró. Ella se había enderezado.
- ¡Está muerto!
Nadie habló. Fue e hizo lo mismo con Harry, que, a pesar de sentir su corazón latiendo; indicó que yacía muerto en el Bosque Prohibido.
Y ahora sí, gritaron, aullaron de triunfo y estamparon los pies en el suelo.
Narcissa sabía que la única forma de que se le permitiera entrar a Hogwarts, y encontrar a su hijo, era como parte del ejército conquistador. Ya no le importaba si Voldemort ganaba o no.
- Ahora - dijo Voldemort - vamos al castillo, y mostrémosles en que se ha convertido su héroe. Recoge a tu amiguito, Hagrid.
Alguien volvió a ponerle las gafas con brusquedad en la cara con una fuerza deliberada, pero las manos enormes que le alzaron en el aire eran extremadamente gentiles. Harry podía sentir como temblaban los brazos de Hagrid por la fuerza de sus sollozos, grandes lágrimas se derramaban sobre él mientras el semi-gigante le acunaba en sus brazos.
- ¿Qué vamos a hacer con el otro, Mi Señor? - preguntó Bellatrix.
- Lo dejaremos aquí. Da igual cuando lo encuentren.
Hagrid se tambaleó hacia adelante, abriéndose paso a través del bosque cerrado, de vuelta al castillo.
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Voldemort habló con una voz mágicamente amplificada para que así atravesara los terrenos.
