El ciclo de la vida

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Harry cayó de rodillas, soltando la mano de Dobby, e intentando bajar gentilmente a Griphook al suelo.

Parecía haber una casa de campo no muy lejos bajo el ancho y estrellado cielo, y creyó ver movimiento fuera.

- ¿Dobby? - susurró, aferrando las dos varitas que le había quitado a los Malfoy, listo para luchar si era necesario.

Miró alrededor. El pequeño elfo estaba de pie junto a él.
- ¡DOBBY!

La criatura se tambaleó ligeramente, con las estrellas reflejadas en sus grandes y brillantes ojos. Juntos, él y Harry bajaron la mirada a la empuñadura de plata que sobresalía del pecho del elfo.

- Dobby... no... ¡AYUDA!

Este lo sostuvo y lo tendió de lado en la hierba fresca. Los ojos del elfo se encontraron con los suyos, y sus labios temblaron por el esfuerzo que suponía formar las palabras.
- Que lindo lugar para estar con amigos, Dobby esta feliz de estar con su amigo Harry Potter.

Y entonces sufrió un pequeño estremecimiento y el elfo se quedó inmóvil, y sus ojos no eran más que grandes y vidriosas orbes, chispeando con la luz de las estrellas que ya no podía ver.
Su pequeño cuerpo estaba acurrucado sobre la hierba, perforado por el cuchillo plateado de Bellatrix.

La voz de Harry todavía estaba diciendo:
- Dobby... Dobby... - a pesar que sabía que el elfo se había ido a donde ya no podía llamarle de regreso.

Después de un minuto, dio cuenta de que, después de todo, habían llegado al lugar correcto. Allí estaban , pero nadie estaba alrededor de él.

Giró, y vio como un grupos de personas estaba reunido. Ron, Luna, Dean, Blaise y Theodore estaban cubriendo al cuerpo desmayado de Alexa, siendo sostenida por Draco. Un poco apartados, Mattheo le pasaba la bebé a Hermione, quien revolvía su bolso mágico con desesperación.

Harry bajó la mirada hacia Dobby.
Extendió una mano y tiró de la afilada hoja arrancándola del cuerpo del elfo, luego tomó su propia chaqueta y lo cubrió con ella como si fuera una manta.

El mar se precipitaba sobre las rocas en algún lugar cercano; Harry tambaleó para reunirse con los demás.
- ¿Qué pasa?

- No-No lo entiendo - sollozó Draco - No responde.

- Dámela, la llevaré a adentro - habló Mattheo volviendo sin ningún bebé en brazos. El rubio no protestó, y se la entregó de inmediato.
El chico la tomó y caminó apresuradamente a la casa de Bill y Fleur, murmurando:
- Vamos, tú puedes mi amor. Tú puedes, tú puedes. Sé fuerte.

Dean llevó al herido Griphook dentro de la casa poco después, mientras Ron levantaba a Hermione con cuidado, quien también estaba adolorida.

- ¿Qué fue lo qué pasó? - volvió a insistir el de anteojos.

- F-Fue muy cruel - sollozó Hermione, con debilidad - Quería saber de d-donde obtuvimos la espada, y... y... cada vez que no se lo decía le lanzaba Cruciatus o le cortaba con el cuchillo. ¡Juro que no sé como llegó la espada a nosotros!

- Hey, descuida - la tranquilizó el pelirrojo - No fue tu culpa.

- Fue horrible, m-muy horrible. Y cada vez que me quejaba del dolor, e-ella la cortaba otra vez. Quería maltratarla, quería torturarla más que respuestas. Y-Yo quería callarme para que no sufriera, pe-pero no podía, dolía demasiado.

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Mattheo Riddle y Alexa Weasley (parte 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora