VIII ᎪᏟᎬᏢͲϴ

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Llegamos a un lujoso complejo de apartamentos en una zona residencial en Beverly Hills. Mis ojos se deslumbran ante el lujo y la belleza de cada una de las majestuosas casas. Siento como la mirada de Caleb me estudia, pero lo ignoro, sigo mirando por la ventanilla del auto hasta que el chofer se detiene ante una enorme casa moderna pero con un toque rústico por los ladrillos rojos, aunque los cristales polarizados le dan ese toque contemporáneo. Es demasiado linda, el jardín de la entrada no es tan clásico, solo un césped podado y un camino de piedras.

— Llegamos, baja. — es autoritario. Decido hacerle caso.

—¿Dónde estamos? — pregunto mientras me abrazo a mi misma por los estragos de la frialdad de la noche.

— Mi casa.

Luego de decir esas palabras comienza a caminar. El auto se marcha y yo me quedo solo parada viendo su espalda mientras se acerca a la entrada de "su casa".

— ¿Por qué me traes aquí? Quiero irme Caleb. — soy demandante, pero él ni caso me hace. — Hablo en serio.

— Camina de una vez Peyton y deja el escándalo si no quieres que llamen a seguridad.

— No camino nada. — susurro y me cruzo de brazos.

El voltea a verme, al notar que no pienso moverme del lugar da un suspiro exagerado y estruja su cara con sus manos. Cuando me doy cuenta ya está a mi lado y me agarra de las caderas subiendome sobre su hombro. Comienzo a hacer pataleta y gritar. Me importa un carajo que a sus millonarios vecinos les moleste el ruido.
Abre la gran puerta de madera de al menos unos dos metros y medios. Cuando entramos en la casa me baja bruscamente en el suelo. Mi pie se tuerce por el tacón y lo tengo que usar a él como soporte para no caer. Jadeo por el impacto contra su pecho, siento sus manos en mi cintura sosteniendo. Alzo la vista y me está viendo fijamente. Así permanecemos por unos segundos que parecen horas. Decido romper el contacto e incorporarme alejándome de él. Carraspea con la garganta y camina yendo lejos de mi.
La sala de estar es, simplemente, deslumbrante, suelo de madera bien pulida, perfectamente pulida diría yo, un enorme juego de muebles color rojo vino que contrasta armónicamente con la alfombra gris oscuro que cubre casi todo el piso en su totalidad. Una enorme pantalla plana abarcando casi toda la pared de ladrillos y bajo esta, una chimenea protegida por cristales. Obras de arte cuelgan de las paredes lisas color gris, pequeñas bombillas decoran todo el lugar colgando en cables transparentes, se entrelazan creando una enredadera de luces. Mi boca no se cierra admirando todo alrededor.

—¿Quieres algo de beber? — pregunta sirviendo un trago de whisky para él.

—No.

Se instala un silencio incómodo. Observo como se saca el saco del traje y lo lanza al sofá mientras se sienta cómodamente a deleitarse con su bebida cara. Afloja el moño azul marino de su cuello.

— Quiero irme a casa Caleb.

— Aún no. — da un trago.

— No puedes tenerme aquí en contra de mi voluntad. — ya me está cabreando su actitud.

— Siéntate. — siempre dando órdenes. Me siento un uno de los muebles individuales.

— ¿Dime de una vez de qué va todo esto? — sus ojos me recorren deteniéndose en el escote de mis pechos por un momento. Lame su labio inferior antes de tomar de un trago lo que quedaba en su vaso.

— Trabajarás para mi.

Espera, ¿qué?

—¿Qué estas diciendo?

— Lo que oíste. Serás mi empleada hasta que se me dé la gana Peyton. — me desafía con la mirada.

—¡Estás loco si piensas que voy a aceptar eso!

El deseo del amo (Completa ✔)Where stories live. Discover now