Capítulo 3. Lucía

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El lunes tenían a primera hora la clase de análisis de formas arquitectónicas 2, y la iba a impartir una profesora nueva, ya que el anterior profesor tuvo que ausentarse por problemas personales.

Esa mañana le había costado más que otras veces levantarse. El intento de agresión le había pasado factura durante todo el fin de semana.

Se levantó y fue directa a tomar una ducha con agua más o menos fría. Necesitaba estar con sus cinco sentidos en la universidad. Sabía que era la mejor de su promoción y tenía que dar la talla. Además hoy tenían un profesor nuevo a primera hora de la mañana.

Se tomó un café bien cargado con unas tostadas con mantequilla, se lavó los dientes, se vistió rápidamente y se bajó a esperar a que la fuera a buscar Ana en su moto. No le dio tiempo ni a ponerse un poco de maquillaje.

Estaban Ana y Daniela ya sentadas en la primera fila, esperando a que llegara el nuevo profesor, cuando de repente oyeron unos tacones acercarse a la mesa del profesor. Daniela alzó la vista y sus ojos se posaron en una preciosa mujer de unos veinticinco años más o menos, vestida con una falda ajustada y una blusa entallada que realzaba su busto.

Era una mujer atractiva, de ojos verdes con una bonita melena castaña. Daniela no pudo retirar su mirada cuando pasó la profesora, y luego no pudo quitar la vista del trasero de ésta. ¡Joder!¿Qué le pasaba últimamente con las mujeres que no podía evitar mirarlas con cierto asombro y deseo?, porque sí, tenía que reconocer que la doctora que la atendió en el hospital le llamó la atención y le resultó una mujer muy guapa e interesante. Pero ahora sus ojos fueron directos al cuerpo curvilíneo de la nueva profesora. ¿Eso era normal en ella?¿Se estaría volviendo loca?¿O tal vez ahora con diecinueve años se le estaba despertando su incipiente bisexualidad?

La mujer, cómo no, sintió la mirada de la joven. No le pasó desapercibida y sonrió para sus adentros. Le encantaba que sus alumnos la miraran con descaro y la desearan. Cuando llegó a su escritorio, dejó sus cosas sobre éste y se presentó. Se llamaba Lucía. La mayoría de los alumnos se quedaron embobados con la nueva profesora. Tenía unas curvas muy llamativas y estaba de muy buen ver.

Por la presentación que hizo, todos los alumnos la empezaron a temer ya que tenía pinta de ser muy exigente y dura.

Comenzó a pasar lista y cuando llegó a Daniela, no pudo quitarle los ojos de encima. A Lucía, Daniela le resultó una chica que llamaba la atención. Y Lucía interpretó que si Daniela se sentaba en primera fila, era porque la alumna era una chica responsable o inteligente, o ambas cosas, lo cual la hizo sonreír. Daniela no supo cómo interpretar esa sonrisa burlona de la profesora. Osea que aparte de ser guapísima, debía ser inteligente. Ya lo iría descubriendo a lo largo del curso.

Conforme iba dando la clase la profesora, iba mirando a menudo a Daniela. Ésta le prestaba atención, pero ya no sabía si porque la clase le interesaba, o tal vez la muchacha tuviera otro tipo de interés. Lo tendría que ir descubriendo también.

Al finalizar la clase, como Lucía iba muy cargada con los libros que había traído a la clase, le pidió a Daniela que se quedara a ayudarla. Quería conocerla más y sabía que tenía la sartén por el mango con los alumnos.

-Señorita Mayoral,¿Le importaría quedarse un momento conmigo?

Daniela palideció. ¿Qué querría la profesora?¿Y por qué le pidió a ella que se quedara?

-¿Eh? Si claro. ¿Necesita algo?, Por cierto Ana, vete saliendo que ahora iré. ¿Nos vemos en la cafetería?

-Vale, te espero en la cafetería- le contestó Ana pícaramente. ¿Por qué la profesora llamó a su amiga?. Ana sabía que Daniela llamaba la atención y a la mínima que la profesora fuera lesbiana, perfectamente ésta le podía tirar la caña a su amiga.

-Sí, necesito que me ayudes con los libros. ¿Te importa acompañarme a llevarlos a mi despacho?

-No claro. Lo que diga.

Daniela cogió varios libros y siguió a la profesora a su despacho. Cómo la llevaba delante, le fue imposible no mirar cómo contoneaba su trasero, con esos taconazos que llevaba. Aún creía que no le gustaban las mujeres, pero tenía que reconocer que esa mujer tenía un cuerpazo.

-Ya hemos llegado, señorita Mayoral. Puede entrar y los puedes dejar encima de la mesa.

-Perfecto.

Lucía se acercó todo lo que pudo a Daniela. Ésta se puso nerviosa de sentir tan cerca a Lucía. A decir verdad, sólo se puso más nerviosa cuando aquella guapa doctora la abrazó. Pero sabía que la doctora no tenía ninguna intención con ella. ¿Pero la profesora? Porque ésta no le quitaba los ojos de encima.

-Y bien...Daniela, ¿Porque estás estudiando arquitectura?

-Mis padres son arquitectos y me gustaría trabajar en el despacho que tienen.

-¿Ah, sí? tu padre, ¿no será Marco Mayoral?

-Sí, el mismo.

-Vaya, me encantan sus diseños. Y los de tu madre también. Son muy similares... Sé quienes son los dos.

-Ya les hablaré de usted. Imagino que siendo arquitectos conocerán a muchos de mis profesores.

-Si, eso es.

-Bueno profesora,me tengo que marchar.

-Claro. Por cierto, cuando estemos a solas, puedes llamarme Lucía- Ésta no quería que la muchacha se fuera todavía. Quería conocerla más. Pero sabía que tenía lo que quedaba del curso para conocerla e intimar con ella si ésta se lo permitía. Esa chica le gustaba, y mucho.

-Muy bien, así lo haré. Gracias Lucía.

-Por cierto Daniela,¿Qué te ha pasado en la cara?Parece como si te hubieran golpeado.

-Si, me golpearon. Pero prefiero no hablar de eso- No quería recordar lo que ese hombre le hizo.

-Perdona Daniela. No debí preguntar... Igualmente estás muy guapa.

-Tranquila. Y gracias... Nos vemos la próxima semana. Hasta luego.

Daniela salió del despacho de Lucía. No sabía qué es lo que había pasado en ese despacho, pero...¿Juraría que esa mujer sentía algo por ella?Lo que le faltaba.

La joven stripper y la doctora. (2°Historia)Where stories live. Discover now