Un pasado tortuoso

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¿Nunca han tenido la sensación de que existe un monstruo abajo de su cama? Bueno, el mío es de carne y hueso. Y no, no habita bajo mi cama, más bien, se pasea por mi casa y aporrea las puertas cuando se excede en alcohol, gritando mi nombre o rasguñando los muebles de mi habitación.
Por eso dicen que tenemos que temer más a los vivos que a los muertos...

12 años antes...

Hacía calor...

El ventilador de mi cuarto se movía a velocidad de tortuga. No refrescó mi sudorosa espalda. Las aspas de su armatoste abanicaron mi reducido cuarto con aire caliente. Me moví inquieta, me desesperé, sentí que me asfixiaba. Afuera sábanas y calcetas. Tenía que dormir. Pero no pude. No he podido desde hace varios días. No he dormido desde lo que le pasó a Estela.

No contábamos con ningún clima en casa. Estábamos como a 33ºC aquí adentro. Afuera a 32ºC. ¡Era un horno! Podrías hervir un huevo en el capote de tu auto y nadie te diría nada.

Estaba sola en casa...

Padre había salido. Mamá fue (huyó) a casa de su hermana, para que suturara su tajo en la cabeza de cinco centímetros... que le hizo la bota malgastada de mi padre cuando ella yacía en el suelo. Su sangre aún estaba en el piso del comedor, en la cocina y la sala. Mañana lo limpiaré, hoy no puedo. Hoy no puedo volver ahí. Hay demasiada sangre que me provocan náuseas.

Hace tres meses tuvimos que hacer las maletas y desaparecer por un tiempo de casa...

—Algún día él va a matarte, Carmen —dijo mi tía Andrea mientras limpió la mancha de sangre en la mejilla de mi mami.

Yo jugaba con mis muñecas mientras mamá y su hermana conversaban en la cocina sobre las muestras de amor de mi padre.

«Mami y papi se aman, pero... de una manera diferente a la que tú crees, o a la que todos consideran correcta», me dijo un día mamá, cuando le ayudé a limpiar la cocina.

—No, él no lo hará. No me matará —le respondió con una sonrisa triste—. Él me ama, nos ama. Jamás le ha tocado un pelo a Meli y nunca lo hará.

—¿Y qué quieres, Carmen? —la regañó—. ¿Quieres que ese animal toqué a tu hija de la misma manera que lo hace contigo, para que así puedas abrir finalmente los ojos?

Hubo un corto e incómodo silencio entre ellas.

—No puedes seguir así, manita. Y sé que no quieres oír esto ahora, pero tienes que saber que... la persona que te hizo esto —señaló los hematomas en su rostro y cortadas en sus rodillas, no te ama.

Un sollozo irrumpió el ambiente pausado en la cocina, dejándome completamente paralizada ante su dolor y lágrimas de culpa y miedo hacia sí misma.

No temía por su vida. Tampoco por la mía. Tenía miedo de su traicionero corazón, y buenos sentimientos que la orillaban a amarlo.

Y eso..., vivir sabiendo que nunca superarás algo así, era el verdadero infierno.

Hoy fue su aniversario...

El regalo de mi padre hacia mi mami: una patada en la cabeza. Es uno de varios obsequios que recibe por cualquier cosa que haga mal mientras él esté en casa.

He olvidado la época en donde mi vida no siempre fue tan complicada. He olvidado los besos de buenas noches, y las felicitaciones de cumpleaños por las mañanas. He olvidado los rostros de mis hermanos, y la esperanza de salir de esta miseria.

Así Son Las Cosas [Así somos #1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora