75. ¿Tienes amigas en la universidad?

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No pierdo el tiempo preguntándome miles de cosas que sé muy bien, que no me llevaran a ningún lado. No pierdo el tiempo en ir al baño y en enjuagar mi cara, me quito el maquillaje y me deshago de la coleta de caballo.

     Mi valentía pronto sucumbe al miedo por no saber qué pretexto inventarme. ¿Qué digo? ¿Qué tengo que salir? ¿Qué hago? ¿Qué cara pongo? Mis ojos no se ven tan mal como hace rato, pero ni idea de por qué me mortifico tanto; soy una adulta, y técnicamente puedo hacer lo que se me venga en gana. Mientras esté con Nick, todo ira bien.

     Me armo de valor, y empaco una maleta con mis cosas; no empaco demasiado, tomo mis cosas del baño y unas toallas. Sólo voy a llevar un par de mis mejores blusas con jeans, y el uniforme de mi escuela en una bolsa amontonada con mi maleta. Me falta una semana para acabar el primer semestre. Ahora pienso en la mentira.

Estoy a diez minutos.

Te amo.

Te amo.

     Reviso la bandeja de correos de mi celular y, compruebo que tengo la excusa perfecta; con una sobre carga de mentiras a mi favor, dado que mi padre está aquí, las mentiras vienen una vez más.  

     Mi padre está platicando con Carolina y con Sarah, Raúl también se ríe de lo más amistoso cuando está comiendo.

–      Bebe, ¿a dónde vas? –pregunta al ver mi maleta.

–      Pa..., recuerdas el curso del que te hable en la tarde.

–      Ajá.

–      Hay una semana propedéutica antes de la semana santa, y nos dijeron que es obligatoria. Tengo que hacer proyectos fuera y toda la cosa.

–      ¿Te iras ahora?

–      Siento que tenga que ser de último minuto, pero así son las cosas, pa.

–      De acuerdo.

–      ¿Vendrán a recogerte?

–      Sí.

–      ¿Quién? –pregunta el chismoso de Raúl.

–      Unas amigas de la universidad.

–      ¿Tienes amigas en la universidad?

–      Oh sí, y de la preparatoria, de la secundaria, de la primaria, y del vecindario, y probablemente tenga más a lo largo de mi vida –le sonrío con todo y dientes a la garrapata de Raúl.

–      Entonces, nos veremos después –dice Carolina.

–      Supongo. Bueno, me voy ahora.

–      ¿No te quieres llevar costillas?

–      No, ahí nos darán comida.

–      ¿Quieres que te de dinero? –pregunta mi padre cuando llego a la puerta.

–      No, nos servirán la cena una vez que lleguemos –digo antes de abrir la puerta–. Les llamo en cuanto llegue, lo prometo.

     No les doy tiempo a ninguno de los presentes a que respondan o me pregunten algo más. Me apresuro a salir con mi maleta y mi celular en manos. Nick no va a tardar en venir a buscarme y, sinceramente, no quiero dar explicaciones.

     En lo que único que mi cabeza tiene para pensar, es el hecho de que Nick viene a buscarme; pero me dijo que trajera una maleta, ¿por qué? Mañana es Domingo, probablemente quiera pasar la tarde en su casa, esa es la única buena razón que se me ocurre.

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