45. ¿Cómo dijo Charles Bukowski?

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Una pequeña discusión sobre la mejor canción. Un pequeño debate sobre lo mejor del cine. Una charla sobre los mejores escritores. Varios besos después. En realidad, uno no puede sentirse así de bien todos los días; yo no me sentía bien casi ninguno, pero ahora..., siento que sí es posible.

Me encanta su auto. Bueno, sólo cuando está él. La primera vez que viaje en el Aventador rojo fue con su hermano, y ni él me pudo hacer disfrutar tanto como lo hace Nick. Es magia.

Me entiende cuando trato de decirle ciertas cosas sobre mi infancia. Me entiende cuando me ruborizo sin razón al hablar con un extraño. Entiende mis miedos, mis mayores pasiones, y mi fracasos. Él me deja quejarme, cosa que nunca habría creído posible en un ser humano. He convivido más en estás horas con él, que en diecinueve años de vida con compañeros, familiares y maestros.

– Me encantas cuando sonríes –le confieso.

Segundos después reparo en lo que acabo de soltarle y, en vez de esperar una respuesta, me apresuro a cubrirme con su almohada.

– A mí me encanta que te pongas roja –me suelta.

Sonrío de oreja a oreja, dado que no puede verme la cara.

– En la escuela me solían hacer burla por esto –dice al señalarse el colmillo–, así que evitaba sonreír en la escuela.

Le quiero decir que a mí también me hacían burla en la escuela por tener el pelo castaño y la piel en un tono moreno. También se burlaban de mí por ser tímida, y por tener dos padre a quienes no les interesaba.

Me cuenta sobre su experiencia en la escuela, sobre sus miedos con respecto a su madre. Dice que la quiere, pero que todavía no puede perdonar los años de maltrato. Me cuenta de sus hermanos; él siempre ha pensado que ellos no lo quieren, que lo toleran, pero que no lo quieren. Admite sentir envidia de ellos, porque su padre siempre los ha tenido en su mejor posición y siempre lo ha comparado con ellos.

– ¿Por qué no eres más como tus hermanos? ¿Por qué no puedes ser más listo como tu hermana? ¿Por qué no tienes las mejores calificaciones? ¿Por qué no pudiste haber elegido una carrera que te deje dinero?

Nick y yo nos parecemos bastante; ambos con la familia equivocada, y ambos con problemas que nos superan.

En la cocina sólo se puede escuchar la voz cantante de Nadia. La otra vez no me pude presentar adecuadamente con ella.

– ¡Nick! –chilla de alegría al verlo.

– Hola, Nadia.

– Hijo, no sabía que ibas a estar aquí. Me hubieras dicho que tenías visita, así preparaba algo para ustedes.

– No importa.

– Hola –dice al verme a los ojos– ¿Quién es esta dulce jovencita?

– Soy Meli –le extiendo la mano; pero ella me mira pasmada.

– Hola. –Suena tímida–. Nadia.

La palma de su mano está caliente, pero sus dedos largos están fríos.

– Lo siento –dice una vez que termina de estrecharla–, aquí el único que lo hace es Nick.

– ¿Qué? –¿Se refiere a estrechar su mano?

– Él fue el único que me la dió cuando empecé a trabajar aquí.

– Bueno, da igual. Voy a llevar a Miel a su casa –dice Nick; lo toma sin importancia, pero para mí es súper lindo y amable de su parte.

– Pásenla bien.

Veo por el rabillo del ojo que sonríe al verme salir de aquí con Nick; igual que la otra vez. La única vez que la he visto fruncir el ceño, ha sido cuando me vió con Gabriel trabajando juntos en la sala; ella nos llevó bocadillos, mientras yo le daba las gracias, él ni se digno a saludarla.

Varios videos graciosos de caídas, unos cuantos sobre los mejores libros para adolescentes, y un par de videos sobre las mejores canciones; por fin me quedo quieta. Cuando Nick me trajo al departamento, pude notar que estaba tenso por lo que hablamos. Le aseguré que nunca, jamás, diría nada de lo que hablamos en su habitación.

Me da miedo a morir cómo se vayan a tomar la noticia; de entrada: Nick no les cae bien. Pero es mi vida y nadie me va a venir a decir cómo vivirla.

¿Cómo dijo Charles Bukowski? Ah... si:

"Estamos aquí para reírnos del destino y vivir tan bien nuestra vida... que la muerte temblará al recibirnos".

Veo la hora, y compruebo que son exactamente las seis y ellos me dijeron que llegarían a las seis en punto. De haber sabido que no iban a estar aquí a tiempo, me hubiera quedado un poco más con Nick.

Me planteo la opción de quedarme a dormir un día de estos con él; pero tendría que ver la ropa, mis cosas de baño y también unas cuantas toallas extras por si acaso. Mañana lo hablaremos; sé que no tenemos ninguna clase juntos, pero quizás me pueda conformar con verlo hasta la salida.

Voy a la cocina y me preparo unas palomitas en el microondas. Me caliento un pedazo de pizza de Papa Johns. Acomodo mis útiles para mañana. Lleno el lavavajillas y limpio el desastre que hay en la mini sala.

Me encierro en mi recamara para ponerme el pijama. Me deshago del suéter y de las botas. Me miro en el espejo –sólo me pone hasta la cintura– y me veo la clavícula. Tengo unas marcas rojas que parecen chupetones, Nick debió ser la causa; pero ni me di cuenta de ellas hasta ahora. Me quito los pantalones y me meto a la cama sólo con la blusa y los calzones puestos. Me tapo por completo y me deshago de la coleta de caballo. El pelo no se me enreda estando suelto.

Mis ojos se aproximan a cerrarse cuando me llega un mensaje:

Entregamos el trabajo el Lunes, niña. Es la última clase.

Claro. Recuerda que es en un folder de costilla.

Claro.

Mi decepción no tarda en aparecer. A está hora, Nick ya debe estar en casa, pero no me ha enviado mensaje alguno desde hace varias horas. Me molesta y me pone mal el ser tan dependiente.

Buena noches. Duerme bien. Mañana nos vemos.

No me responde; mis dedos se tientan en marcar su número, pero... ¿Y si ya está durmiendo? Esa sería una buena explicación.

Así Son Las Cosas [Así somos #1] ✔️Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz