32. Entre confesiones y recitaciones...

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Nick cierra con llave el cuarto de visitas. La guarda en el bolsillo de sus pantalones ajustados, y me dedica una sonrisa cálida cuando ambos nos miramos. Me tiende su mano, y yo la acepto con los pómulos enrojecidos y calientes por el bello momento. Se me acelera el pulso, me roba las pulsaciones y se entrelazan perfectamente con sus latidos que ponen rojas sus manos y brillantes mis uñas.

«Uff..., me siento como la protagonista de una de esas películas románticas de Nicholas Sparks».

Me pregunto si también tendremos un momento bien dulce de algodón de azúcar, peligroso tipo LandonyJamie en su cuarto. ¡Oh... por... Glob! Mi mente aún no procesa que en serio (en serio) esté a punto de visitar su cuarto por vez primera.

Pensándolo bien, es la primera vez que visito la intimidad de una habitación. Antes de hoy jamás me habían invitado a conocer la verdad detrás de una persona que aparenta demasiado delante de su propia familia.

Esto se va a poner interesante.

No sé... Siempre he creído que la privacidad que duerme en la habitación de una persona es sagrada. Es como la luz oculta en la grieta de una coraza (supuestamente) impenetrable por cualquier ojo humano. Los objetos que oculta ante todos y sólo quiere conservar en privado por una razón, los libros que a lo mejor no lee en público por vergüenza al qué dirán de los verdaderos encantos que te despiertan a mitad de la noche para seguir devorando otro capítulo, las películas divertidas que te revientan las tripas de las carcajadas que expresa tu alma, los juguetes de colección que no puedes vender o poner en una caja en el ático por los recuerdos que guardan, el polvo en el escritorio que no limpias por flojera, las anotaciones en las puertas de las habitaciones, todo eso y más te puede decir mucho de la clase de persona que es realmente quien toma tu mano.

Es como un tesoro que espera ser descubierto por tus ojos. Porque eso es lo que es Nick. Eso representa para mí: oro, plata, fantasía y... puede que un poquito de imitación. Me despierta de mi rutina pensando en qué estará haciendo mientras yo mantengo la nariz en los libros, en mis tareas o estudios.

¿Alguna vez han leído Otra vez tú de Alice Kellen?

Alerta de spoiler:

Alex dijo que la mejor manera de saber que alguien ama verdaderamente a otro ser humano es con hacerle tres sencillas preguntas.

1.— ¿Cuál es su comida favorita?
2.— Que nombrase dos objetos que ella o él tenga en su mesita de noche.
3.— Un gesto. Algo que ella o él hiciese que le guste mucho.

Si dos de esas respuestas son contestadas correctamente, entonces quédate con él o ella.

Pero..., ¿y lo de la habitación? Bueno, tal vez uno decide a quién invita a su cuarto por una razón. Quizá espera que él o ella recuerden los aspectos que menos deseas que reconozcan en ti, porque... ¿quieres gustarle antes de dar el primer paso? El definitivo. Quizá es un plan del corazón que aún no conoces. La mente y el cuerpo nunca se equivocan.

Es como sentir una advertencia dentro de tu cuerpo: el amor. Sientes una sacudida de neuronas que te recuerda a agitar la caja de cereales en el desayuno; una rabia inmensa de impotencia que te recuerda a un examen cuya pregunta jamás sabrás si la contestas bien o mal hasta que la maestra la califica; una tristeza de mil infartos que te recuerda a cuando te dan la noticia que jamás pensaste en recibir a menos que estuvieras listo para decir adiós a un ser amado.

Creo que ahora lo entiendo...

«La juventud es una flor, en la que el amor es el fruto. Dichoso el vendimiador que la recoja, tras haberla visto madurar lentamente».

Así Son Las Cosas [Así somos #1] ✔️Where stories live. Discover now