ᴄαρíтυℓσ 25

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—Ohh, en verdad, muchas gracias señorita Higurashi, ojalá y su hermano se mejore

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—Ohh, en verdad, muchas gracias señorita Higurashi, ojalá y su hermano se mejore. Estaba dispuesta a darle su espacio si eso necesitaba, pero también supongo que debía estar desesperada por liquidar esa deuda —agradeció mientras tomaba la maleta con el dinero.

—No es nada señorita Akane. Que tenga un lindo día.

Se sentía ligera como una pluma. Por lo menos empezaría el próximo año sin un peso con el que cargar. Su hermano era libre.
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Semanas después...

Se paró de la mesa dejando el dibujo que hasta ahora trabajaba a un lado. Se acercó a la encimera siendo atraída por el sonido de la tetera. El té verde estaba listo.

Tomó varias tazas sirviendo el líquido en estas, tomando algunas en sus manos para luego repartirlas entre todos; era una buena tradición y costumbre de su país tomar té diariamente, además de muy beneficioso para la salud.

Se acercó al sofá donde acostado reposaba su hermano mientras leía una revista, extendió la pequeña taza; hacía esto más por él y su salud que por alguien más, esperaba que esta vez no se negara a consumir la medicina natural, pues después de lo pasado en el supermercado estaba siendo muy sobreprotectora con él, recibiendo el total apoyo de sus dos amigos, Ginta y Hakkaku. Él quitó la revista que bloqueaba el acceso de su campo visual a la figura de Kagome, la miró de reojo algunos segundos antes de tomar una bocanada de aire y bufar, levantándose finalmente de su postura en reposo.

—Si tanto insistes... —tragó en seco —. Tomaré la cosa verde —ella levantó una ceja y el la ignoró. ¡No me jodas! la droga que el consumía sabe peor que eso.

—No te comportes como un niño. No quiero a otro infante en este apartamento. —respondió con palabras ásperas. Su hermano claramente no tenía voluntad de curarse.

—Por cierto... dentro de unos minutos saldré; pasaré por mi ex-apartamento con Ginta y Hakkaku , iré a joder un poco a Akane, como ya la deuda ya fue liquidada creo que no seguirá siendo el mismo disco rayado, ya sabes... el dinero cambia a la gente. —le guiñó un ojo y Kagome rezó por mantener su postura.

No era capaz de tener control sobre su hermano, por lo menos confiaba en aquellos dos jóvenes, sinó estaría dispuesta a encerrarlo en una jaula por tal de que no saliera.

Se fue alejando en dirección a la habitación de Moroha. Con ella... el mismo procedimiento de convencimiento fue nuevamente cometido. ¿Los niños? los niños suelen ser una alegría y al mismo tiempo abrumadores.

Al salir de allí su teléfono comenzó a sonar. Una llamada de Inuyasha.

—Hola Inuyasha —una sonrisa se dibujó en su rostro.

—Hola Kag. —ese apodo hizo que sus movimientos cesaran, ¿de dónde lo había sacado? —Te llamo porque... necesito que me ayudes con algo, ¿sabes sobre peces? —aquella pregunta la dejó anonadada. Pero si, si sabía de peces.

𝐋𝐨𝐨𝐤𝐢𝐧𝐠 𝐟𝐨𝐫 𝐌𝐨𝐦Where stories live. Discover now