ᴄαρíтυℓσ 31

14 4 0
                                    

Kagome llegó al apartamento. Cerró la puerta tras ella. Aún era muy temprano, apenas las seis de la mañana. Había aprovechado que todos dormían para ir al hospital y sacar una cita para la tarde de hoy. Hoy daría un importante paso en la búsqueda de respuestas a sus constantes interrogantes que se formulaban en su cabeza desde el día de ayer.

Nadie podía saber acerca de esto.

Dejó su bolso y sus cosas en la mesa, incluido el papel que verificaba su cita y el horario de esta. Con rapidez se dirigió a la cocina, pronto Koga e Inuyasha se despertarían, y debía tener un desayuno preparado.

Koga fue despertado por su madre, quien había puesto una alarma para las 5:50 a.m, sabiendo los hábitos de su hijo, conocía que este se demoraba un mínimo de diez minutos en incorporarse por completo, osea, en lograr que sus párpados no cayesen por si solos.

Ahora Koga vagueaba por los pasillos de la casa, en dirección a la sala de estar. Notó algo especial en la mesa. Kagome aún no hacía conciencia de su presencia. Aquello que resaltaba a la vista era un papel, uno como aquellos que entregaban en el hospital. El Higurashi sintió curiosidad, y sacó el papel del bolso de su hermana mayor con cautela. Lo revisó, sorprendiéndose con lo que indicaba este.

Exámen de ADN.

Kagome Higurashi y Moroha Taisho.
4:30 p.m

«¿Qué? » -fue lo único que pudo pensar.

Si bien había notado desde el primer día, en el parque de diversiones, el parecido abismal que guardaban Inuyasha, Kagome y Moroha, algo más que aquellos aspectos debían haber impulsado a Kagome a tomar la decisión de hacer aquel exámen.

Guardó el papel nuevamente en el bolso y se colocó en reposo en el canapé. Sus pensamientos le invadían rápidamente.

Ahora más que nunca, debía asegurarse que Kagome e Inuyasha no estuviesen juntos. No mucho tiempo pasaría para que ambos, uniendo las piezas, se dieran cuenta de toda la mierda que le hizo Koga en su cara y a espaldas de su hermana mayor.

De todas maneras, aún permanecía en su mente la idea, o más bien, la interrogante acerca de como la pequeña Moroha puso llegar a los brazos de Taisho después de todo lo sucedido. Sin embargo, aquello no le importaba tanto a Koga ahora. En este momento solo debía centrarse en reunirse com Kikyo y planear de que manera podria cumplir su principal objetivo: separar a Kagome e Inuyasha. Actualmente eso era crucial para evitar cualquier tipo de sospecha por parte de ninguno de los dos.

Si Moroha fuese la hija perdida de mucho polvo se levantaría del pasado. Y aquello no convenía. En todo caso, Koga debería demostrar su apoyo en esta situación a Kagome para deshacerse de las miradas inquisitivas de todos a su alrededor. Porque para nadie, era un secreto que su relación con Kagome no era la mejor.

-¡Ah! -exclamó con susto la azabache, poniendo una mano en su pecho. -¡Koga! ¡Casi me matas de un susto! No me había percatado de que ya habías despertado. Por favor, avísame cuando lo hagas.

Kagome recogió su bolso y lo llevó a alguna parte del apartamento y volvió rápidamente a la cocina, entonces apareció Taisho, ya vestido con su traje, aquel que utilizaba como uniforme para ir al trabajo.

-Buenos días-saludó Inuyasha. Se dirigió a la cocina, como acostumbraba, y abrazó dulcemente a la chica. -Buenos días, Kag. -En estos últimos días, esto se había vuelto un hábito que no solamente practicaba con Moroha.

Sin embargo, aquel abrazo se había sentido distinto al de días anteriores. Se sentía vacío, distante, gélido. No podía sentir el calor de Higurashi envolverle. Esta solo había sobado su espalda varias veces y separado su figura de la de su contrario, haciendo que el pelinegro se sintiese desconcertado. Sin embargo, a diferencia de como hubiese actuado unos meses atrás, decidió darle su espacio a la menos y no cuestionar acerca de su actuar.

𝐋𝐨𝐨𝐤𝐢𝐧𝐠 𝐟𝐨𝐫 𝐌𝐨𝐦Where stories live. Discover now