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Capítulo 102

El encarcelamiento no es tan lúgubre y frío como la prisión del cielo del palacio, pero también es un lugar donde están detenidos funcionarios del gobierno central.

Desde que llegó a este lugar, Pang Shao nunca ha cumplido años. Todos los soldados de Huo Wujiu han sido entrenados en sus habilidades y son los mejores para torturar a los prisioneros de guerra.

Hicieron que Pang Shao soportara el dolor de la erosión ósea todo el día, pero dejaron colgando su conciencia y su respiración, haciéndolo despierto todo el día, incapaz de desmayarse, y mucho menos de morir.

Pang Shao no tiene idea de cuántos días han pasado.

Tan pronto como entró en la mazmorra, sintió un claro olor a sangre corriendo por su rostro. Huo Wujiu frunció el ceño, aparentemente insatisfecho, y luego presionó el hombro de Jiang Suizhou mientras se acercaba a la celda.

"Espera primero", dijo.

Jiang Suizhou entró sin saberlo, pero se detuvo.

Al ver que Huo Wujiu se adelantó, caminó hacia la puerta de la celda y echó un vistazo, luego frunció el ceño con tristeza como si hubiera visto algo sucio.

Luego, levantó la mano y algunos soldados se adelantaron.

Los soldados estuvieron ocupados por un tiempo antes de que Huo Wujiu se retirara, sosteniendo la mano de Jiang Suizhou con bastante naturalidad y lo guiara adentro.

Jiang Suizhou entró y dobló una esquina, frente a la celda donde estaba detenido Pang Shao. El olor a sangre era tan claro que Jiang Suizhou miró hacia adentro, solo para ver a Pang Shao en la celda sentado en el pajar en la esquina con los hombros hacia abajo, cubierto con un trozo de tela.

Y en la puerta de la celda, ya había una silla, vacía, y los soldados estaban en fila.

"Esto es ..." Jiang Suizhou miró a Pang Shao, luego miró a Huo Wujiu y preguntó inexplicablemente.

Entonces Huo Wujiao dijo en voz baja: "No es nada, siéntate".

No hace falta decir que temía que la persona ejecutada tuviera los ojos horribles y sucios de Jiang Suizhou.

Él mismo había visto muchos de ellos, sin mencionar que estuvo preso durante un mes entero, sabiendo lo sucio que estaba y lo terrible que era para las personas que habían sido torturadas.

Ha visto demasiado, viéndolo como si no lo hubiera visto, incluso comiendo mientras interrogaba al prisionero.

Pero, ¿quién es Jiang Suizhou? Ese era el conejo blanco limpio y tímido en su corazón.

Incluso si Jiang Suizhou no era tan valiente como pensaba, no quería que Jiang Suizhou lo viera.

Al escuchar las palabras, Jiang Suizhou levantó los ojos y miró a Huo Wujiu, luego miró a Pang Shao.

En este momento, los ojos sombríos de Pang Shao lo miraban débilmente, manchas sangrantes en la tela de su cuerpo, y sabía lo que estaba cubriendo Huo Wujiu.

Jiang Suizhou no lo refutó, pero dejó que Huo Wujiu se lo llevara y se sentara en esa silla.

"Hombre enorme", dijo. "No vengas ileso."

Pang Shao se rió, su voz horriblemente ronca.

"¿Estás satisfecho?", Preguntó.

Jiang Suizhou negó con la cabeza lentamente.

"Este rey debería preguntarte. Hombre enorme, ¿qué tan satisfecho estás ahora?"

Pang Shao se burló, su voz croando como un fantasma que sale del infierno.