Capítulo 25

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BASTIAN DAVIES.

—Bastian logró que su crush le prestase atención y por eso ya no sale con nosotros —dice Ian como quién no quiere la cosa y todos dejan de comer para observarlo a él y luego a mí—. No me miren así, porque yo no fui quién lo ocultó.

Hago de cuenta que uno de mis idiotas favoritos no ha dicho nada y continúo comiendo con tranquilidad mi ensalada crocante de piña con mi pollo frito. Es cierto que ahora Coraline y yo convivimos muchísimo más que meses atrás y que tenemos mucha química, pero Coraline no está bien y yo no me voy a aprovechar de su vulnerabilidad para sacar ventaja y estar con ella.

Todo a su debido tiempo y no hay que forzar las cosas, debemos dejar que fluyan de manera natural. Ese es mi lema y no voy a cambiarlo, porque lo más probable es que termine cagándola una vez más con Coraline y lo menos que quiero es eso, ella merece estar con alguien que le dé estabilidad y eso es lo que yo le voy a dar.

—Brandon, tú vives con ellos, así que habla —le increpa Thomas a mi mejor amigo y yo le doy una mirada de advertencia para que no abra la boca.

—Yo no he visto ni sé nada —responde Brandon con indiferencia, le da un sorbo a su gaseosa y lo miro con agradecimiento—. Que viva con ellos no quiere decir que estoy pendiente de lo que hacen las veinticuatro horas del día, total, ya están bien grandecitos.

—Vamos, Brandon, todos sabemos que tú tienes la información —añade Drake y mi mejor amigo lo mira con molestia, como si ya lo estuviesen fastidiando mucho cuando sé que se muere por abrir la boca y delatarme—. Bueno, es mejor que no los diga Bastian, él es el protagonista en esta historia de amor, drama, problemas y... —Drake se interrumpe a sí mismo para darle dramatismo a su "discurso" mientras todos lo miramos a la expectativa—... futuro sexo.

Todos comenzamos a reírnos muy fuerte, a carcajadas, mejor dicho, por las ocurrencias de este idiota pacifista y no puedo estarle más agradecido a Dios, a la vida y al universo por darme a los mejores amigos que puedan existir en el mundo entero.

—Es cierto que estoy conviviendo con Coraline mucho más de lo que alguna vez llegamos a hacerlo, pero no estamos saliendo —digo, porque tarde o temprano se van a enterar y es mejor que se enteren por mí y no por terceros—. Gracias por guardar silencio y respetar mi privacidad al darme la opción de elegir decirlo cuando me sintiera listo, Brandon.

Le doy un mordisco a mi pollo frito antes de que se enfríe, zanjando allí el tema.

—Disculpa mi indiscreción, Bastian, ¿pero esa Coraline de la que ustedes hablan no es la misma de la que un chico comenzó a decir que se prostituye? —Inquiere Stephen con curiosidad y Brandon me mira con nerviosismo, sé que no quiere decir nada sobre el lío en el que está metida Coraline porque ambos son amigos y yo tampoco quiero hacerlo y antes de que piensen mal, no me avergüenza que lo sepan. Solo que es algo muy personal de ella y yo no quiero contribuir en la cadena del chisme para que siga extendiéndose y haciéndose cada vez más grande.

—Creo que te estás equivocando de Coraline y en caso de que sea ella, no me corresponde a mí afirmar algo tan delicado como eso, solo imaginen lo mal que la debe estar pasando esa chica —contesto y miro con disimulo a Brandon, quién está más relajado por mi respuesta—. Es difícil ser mujer y enfrentarse cada día al acoso recibido en las calles de hombres idiotas que no saben respetar, a muchas personas llamándote de maneras denigrantes solo porque se creen superior a ti, a que te insten a suicidarte, a que intenten apedrearte y extorsionarte. Admiro muchísimo a esa chica por su fortaleza, por su aguante y por no haberse suicidado ya, es una guerrera.

—¿Y tú cómo sabes todo eso? —Vuelve a preguntar Stephen arqueando esta vez una de sus cejas.

—Porque me encanta el chisme —digo y los chicos ríen—. Escuché a mis compañeros de clases hablar sobre ello, burlarse, insultarla y poner su reputación por el subsuelo sin saber realmente si ella se prostituye y si lo hiciera, ¿en qué los afecta? ¿Por qué juzgarla? A la conclusión que he llegado es que es más fácil señalar cualquier fallo que pudiese existir en otra persona, que mirarse los propios, porque es mucho más aterrador ver cuán podridos estamos por dentro.

El secreto de Coraline ©Where stories live. Discover now