Capítulo 15

1.1K 181 62
                                    

Coraline Nowell.

Pongo mi mejor sonrisa de suficiencia cuando entro en la cafetería de la universidad y los murmullos acompañados de risas burlonas no se hacen esperar, soy la sensación en estos momentos debido a que el foro de chismes de la UCLA se encargó de publicar todos los videos que hicieron de la discusión los que estuvieron allí presentes.

Esto me recuerda a cuando estaba en la secundaria, es la misma mierda, pero con personas adultas.

Veo a Abraham reír con Katherine ignorando lo que sucede a su alrededor y aprieto mis puños con fuerza, ¿cómo pueden estar pasándola tan bien cuando le hacen daño a los demás? Veo a quién fue mi mejor amigo hasta hace menos de setenta y dos horas y no lo reconozco, no veo en él nada del chico que creció conmigo, ¿acaso siempre fue de esta forma y me negué a verlo? ¿Lo quería tanto que me negué a ver la realidad?

Camino con la cabeza en alto hacia la fila para comprar y veo a Steph y los demás haciéndome señas para que me siente con ellos, hago un gesto afirmativo con mi cabeza y mano libre y ellos asienten.

—¿Es verdad que eres prostituta? —Susurra en mi oído el chico que está detrás de mí, aprieto con fuerza los puños de mis manos y me obligo a no dejar de sonreír mientras volteo a ver quién diablos es.

—¿Por qué? ¿Quieres que te haga sexo oral en tu auto? —Pregunto con sarcasmo y al ver la cara de desconcierto del enclenque me animo a ir un poco más allá—. Son ciento cincuenta en efectivo por quince minutos.

Volteo nuevamente y doy un par de pasos más, escucho algunas risitas detrás de mí y hago lo que mejor sé hacer: ignorar. Soy consciente de que alimenté los rumores que a esta hora del día corren sobre en el campus, pero no me importa demasiado.

—Un jugo de moras grande y cuatro rebanadas de pizza, por favor —pido con amabilidad a la chica detrás del mostrador y sonrío con sinceridad, he visto muchas veces como estos idiotas tratan mal a estas personas y no lo merecen, nadie en realidad merece que se le trate mal por hacer su trabajo o ser denigrada por ello.

Continúo avanzando hacia la caja a pagar lo que voy a consumir con el ticket que me dio la chica con mi orden, mientras escucho el cuchicheo de los «hombres» que están detrás de mí tratando de ponerse de acuerdo sobre quién será el que vendrá a pagarme para que le haga sexo oral en su auto.

Me carcajeo internamente por la situación y con una enorme sonrisa en mi rostro le tiendo un par de billetes a la chica de la caja y tomo mis alimentos.

—¡Me la chupará por ciento cincuenta! —Grita el mismo idiota de la cola, de inmediato siento las miradas de todos sobre nosotros y continúo caminando como si no hubiese escuchado absolutamente nada.

Un tipo enorme se atraviesa en mi camino, me observa con lujuria como si estuviese desnuda y sonríe ampliamente como si por eso le fuera a lanzar mis bragas y pedirle que tengamos sexo. Me hago a un lado y continúo caminando hasta que siento un tirón en mi mochila que me hace perder un poco el equilibrio por las sandalias altas que llevo, respiro profundo y miro sobre mi hombro para ver al idiota que está ganándose un baño de jugo de moras y me encuentro nada más y nada menos que con Ben Ainsworth, mi exligue.

—¿Qué sucede, Ben? ¿Acaso no puedes ser un poco más educado y pedirme que me detenga? —Pregunto con curiosidad, ojalá haya venido a rescatarme de este montón de víboras sin cerebro.

—¿Ser yo educado con una puta? Joder, no sé en qué diablos estaba pensando cuando decidí salir contigo —lo miro con dolor y siento mis ojos picar, una bofetada hubiese dolido menos—. ¿Por esta mierda es que no quisiste ser mi novia?

El secreto de Coraline ©Onde histórias criam vida. Descubra agora