Capítulo 33

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Coraline Nowell.

Quisiera decir que me sorprende que la chica a la que llegué a considerar mi segunda mejor amiga hiciera eso, pero no lo hace. No después que dijera cosas crueles para herirme con sus amigas, cualquier esperanza que albergaba en mi corazón respecto a retomar nuestra amistad en un futuro se fueron al caño en menos de cinco minutos y con esto quedaron tres metros bajo tierra.

Una lágrima traicionera se desliza por mi mejilla y la aparto con furia, no voy a llorar más por esta mierda, lo juro. Coloco el celular en mi estómago y cierro los ojos, repaso en mi mente la información del ensayo porque es lo único que me importa ahora y no ese estúpido drama. Mis estudios, bienestar propio y familia siempre serán lo más importante en mi vida.

Muevo mi cabeza al ritmo de Un Coco de mi amorcito Bad Bunny y no me resisto a cantar la canción en voz alta, amo completamente el álbum Un Verano Sin Ti. Escucho las risas de las otras dos personas que están conmigo en el apartamento y canto con más ganas, todo por ese par.

—¡Canta más fuerte, Coraline! —Grita Kaia y yo comienzo a reírme—. ¡Me gusta mucho el ritmo de la canción y tu voz!

—¡No le hagas caso, está loca! —Exclama Brandon, aumentando mi risa y la de su novia—. ¡Auxilio, Coraline! ¡Una loca quiere comerme!

Oh, cielos. Esos dos ya están sin ropa, no hace falta que lo vea porque fue suficiente con lo que dijo Brandon, lo mejor será que me vaya de acá antes de que las cosas se les salgan de las manos y yo escuche algo que de verdad no quiero oír en este momento. Tomo el móvil antes de que termine en el suelo y me pongo de pie, me pongo el primer par de zapatillas deportivas que veo y salgo de mi habitación, cerrando la puerta tras de mí.

—Estaré en la azotea del edificio, después que terminen pueden ir y llevar cervezas junto con unos bocadillos —les informo, deteniéndome unos segundos frente a la puerta de la habitación de mi amigo—. Si Bastian llega, díganle dónde estaré. Usen protección, aún son muy jóvenes para ser padres.

Reanudo mi caminata hasta la sala de estar sin detenerme a esperar una respuesta, tomo mis platos y los llevo a la cocina, los lavaré más tarde. Camino con rapidez hacia el pasillo que conduce a la puerta de salida del apartamento y abro, llevándome un susto de muerte al ver a mi novio del otro lado y con la mano extendida junto con las llaves.

Quito mi expresión de espanto y le sonrío con amplitud y salgo, cerrando la puerta y haciéndome a un lado para que él le pase seguro a las cerraduras. No quiero que Brandon y Kaia sufran un infarto si alguien decide entrar a joder un rato o a robar.

—Brandon y Kaia están dentro —es toda la explicación que le doy y asiente comprendiendo lo que le quise decir con pocas palabras, me toma de la mano y me pega a su cuerpo, haciéndome suspirar, amo a este hombre—. Iré a la azotea del edificio, ¿me quieres hacer compañía?

Bastian baja su rostro, acercándose al mío con deliberada lentitud, haciéndome sentir impaciente porque ya quiero tener sus labios sobre los míos. Me pongo de puntitas y gimo bajito en el instante en que nuestras bocas se encuentran y se adueña de mis labios, enzarzándonos en una guerra por llevar el control del beso.

Desliza sus manos por mi espalda y cintura, atreviéndose a ir un poco más allá y tocar mis nalgas, apretándolas y pegándome más a su cuerpo, vuelvo a gemir al sentir en mi ombligo la dureza de su miembro. Con mis uñas le acaricio el cuello y nuca, haciendo que escalofríos lo recorran de pies a cabeza, erizándosele los vellos en el proceso.

Siento como mi entrepierna se humedece con el beso y sus expertas manos sobre mi cuerpo recorriéndolo a su antojo, abandona mi boca y comienza a dejar besos húmedos en mi cuello y luego mordisqueando el lóbulo de mi oreja.

El secreto de Coraline ©Where stories live. Discover now