Capítulo 7

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Bastian Davies.


No debí decirle a Coraline que nuestra salida sería una cita. No cuando apenas seis días antes Aiza y yo rompimos, fue un total desastre todo después de que ella comprase sus pinturas.

Primero, Aiza me vio conversando con Coraline mientras la ayudaba a elegir una pintura y fue como si de repente le entrase el diablo a esa mujer, porque se acercó a nosotros, me abofeteo, llamó a Coraline zorra y esta le dijo, «por lo menos yo sí demuestro que lo soy, no como otras, que son putas disfrazadas de ángeles», juro que en ese momento vi a la chica que había invitado a salir como una diosa.

Nadie, absolutamente nadie, le hace frente a Aiza Holmes por ser hija unos poderosos empresarios y por su tío ser el rector de la UCLA, aunque supongo que le temen más por lo segundo. En fin, las cosas no terminaron nada bien y casi echan a Coraline de la feria cuando la que empezó la pelea fue mi ex.

Segundo, Aiza casi golpea a mi compañera de piso y como ella esquivó el golpe, terminó golpeando a una chica que le devolvió el puñetazo y en el ojo. Mi querida ex, culpó a Coraline de todo y dijo que mandó a la otra a golpearla. Sus amigas se pusieron de su parte y la respaldaron, pero todos los que fuimos testigos presenciales, contamos lo que de verdad ocurrió al tipo de seguridad.

Tercero, después de eso, Coraline me dijo que no volvería a salir conmigo en plan de una cita. Mierda, la comprendo, yo tampoco estaría con una chica con un exnovio loco y acosador, dijo que no quería estar con nadie en este momento y que no tiene tiempo para un noviazgo. De todos modos, tiene razón.

No estoy listo para estar en una relación y más cuando tengo asuntos pendientes con Aiza, estoy seguro de que joderá cuánta cita tenga solo porque quiere y puede. No entiendo cómo es que, teniendo novio desde hace meses, aún esté detrás de mí pene. Es una descarada, tenía sexo conmigo y con el otro chico, me dejó, pero se cree con el derecho de interponerse en mi camino.

Sé que ella no me ama, pero le encanta lo que tengo dentro de mi bóxer.

Suspiro y espero pacientemente que Aiza llegue a un mirador poco conocido que está situado en las colinas que están detrás de la universidad, saco un cigarrillo, lo llevo a mi boca y poco después enciendo.

Vamos a aclarar todo de una vez por todas.

Le doy una calada y dejo salir con lentitud el humo por mi nariz, fumo de vez en cuando y más cuando estoy estresado, es el único vicio que tengo y que comparto con mi hermano, pero la diferencia que hay entre nosotros, es que él fuma toda la semana y varias veces al día.

Es una chimenea con patas.

Le doy tres caladas de manera consecutiva al cigarrillo y el humo sale por mi nariz y boca, relajándome con lentitud. Siento unos brazos rodearme e inmediatamente sé que es ella. Si fuesen unos asaltantes, ya me hubieran disparado para quitarme las llaves del auto y todo lo que tenga de valor.

— ¿Ya te había dicho que me pone muchísimo cuando fumas? Te ves sexy —murmura en mi oído y muerde el lóbulo de mi oreja.

Se despega de mí y apoya en la barandilla del mirador, sin apartar sus ojos de los míos, dejo salir el humo en su cara y arruga la nariz con desagrado. Rio internamente y apago la colilla de mi cigarrillo en la rejilla.

—A mí me desagradas menos cuando estás tranquila y no actúas de manera desagradable con mis amigos —siseo de vuelta e Aiza esboza una mueca de desagrado con su boca, como si no le gustaran mis palabras—. Por cierto, ¿cómo está tu ojo?

—Siempre tan honesto, Bastian, ¿acaso nunca puedes guardar para ti mismo lo que opinas de los demás? Mi ojo está bien, no se nota la rojez en mi piel por el maquillaje, pero ya comienza a inflamarse.

El secreto de Coraline ©Where stories live. Discover now