⚔Capítulo 3⚔

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Lyandreu vio las sombras en la tela de la tienda y escuchó los pasos acercarse. Cerró los ojos y se concentró. Ya se había soltado el cabello oscuro y aún mantenía su rostro oculto. Cuando llegaran debía defenderse, pero no como se defendería la asesina y ladrona más temida, sino como lo haría una princesa. Debía dejarse capturar, pero sin que pareciera obvio que cedía.

Su físico no importaba mucho, pues casi nadie sabía cómo era la princesa. Lo que sí podía jugarle un poco en contra era la diferencia de edad.

El primer hombre entró. De su rostro solo se veían sus ojos, al igual que el siguiente en entrar.

Lo primero que haría una princesa: retroceder. Los hombres se acercaron, amenazantes.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó Lyandreu con voz asustadiza. Claro que ya sabía quiénes eran.

Uno de los hombres, se dio cuenta Lyandreu, traía un saco pequeño en las manos. El otro se acercó rápidamente y la sostuvo de los brazos.

¿Así será su primer ataque? Pf, principiante, pensó Lyandreu. Pudo haberse zafado con facilidad con una patada en la entrepierna, luego un cabezazo y luego... había muchas opciones. Pero, en lugar de eso, gritó e intentó retroceder. El hombre de negro la sujetó con más fuerza, el otro puso el saco en su cabeza y ayudó a sostenerla. Lyandreu tuvo que aguantar la tentación de dejarlos inconscientes en dos segundos.

La sacaron de la tienda a empujones. Escuchó que se acercaba un carruaje. Un hombre bajó. La ladrona sabía cuántos hombres había, dónde estaban y cómo se movían con tan solo escucharlos.

—Es un gran día para ser secuestrado, ¿no, princesa? —dijo el hombre que se paró frente a ella.

Rayos, esa voz. Everard Bowren.

De pronto ese saco en su cabeza se sentía muy cómodo.

Supo que Everard les indicó que la movieran cuando le dieron un empujón en la espalda. Cuando la intentaron subir al carruaje, puso un poco de resistencia, fingida, obviamente. La obligaron a sentarse y le ataron las manos con un trozo de tela. Luego ambos hombres salieron, pero Lyandreu sabía que había alguien más allí con ella.

Le quitó el saco de la cabeza y frente a ella apareció Lord Vil, un tipo rechoncho. Lo único atractivo que poseía eran sus ojos grises.

—Vaya, vaya —dijo sentándose frente a ella—. Qué fácil fue capturarte.

Lyandreu no pudo evitar su mirada fría.

—Solo lo dices porque no fuiste tú quien lo hizo, con ese cuerpo dudo que me hubieras podido siquiera tocar —soltó sin pensarlo.

Lord Vil dejó escapar una risa amarga.

—Pensé que serías menos ruda, pero al menos así el camino será más entretenido.

El carruaje se puso en marcha. Bien, seguro la llevarían cerca del puerto y podría volver con Nira y Hurson.

—¿Adónde me llevan? —preguntó Lyandreu, intentando no usar su tono amenazador como casi siempre hacía.

—Al Mar Oscuro, querida.

—¿Por qué?

Lord Vil se inclinó un poco hacia al frente.

—Porque vamos por el último dragón blanco.

Lyandreu abrió un poco los ojos para mostrar sorpresa.

—Será nuestro, y seremos los únicos con tierras fértiles. Podremos tener muchas cosechas y los demás reinos se verán obligados a pagar una cantidad exagerada de dinero por la comida.

Más allá del Mar Oscuro (Disponible en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora