⚔Capítulo 26⚔

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La mañana siguiente fue ardua. El ataque de la noche los había dejado con muy pocas horas de sueño. Nira ni siquiera se había atrevido a cerrar los ojos. Temía que, al hacerlo, volviera a suceder algo terrible. Además no tenía ganas de tener pesadillas. Así que se ofreció para hacer guardia en lo que restaba de la noche. Melizza la acompañó. Nira agradeció su silencio. La verdad es que no tenía ánimos de hablar de lo ocurrido; el recuerdo era suficiente tortura.

Durante el tiempo que estuvo despierta se limpió como pudo la sangre transparente que la cubría casi por completo. La sustancia se sentía grasosa en su piel, y lo peor de todo es que había caído en su cabello. El baño que había tomado se había echado a perder.

Se golpeó mentalmente por pensar en eso. No sabía por qué pensaba en su cabello cuando claramente había cosas mucho peores sucediendo.

Durante la caminata en la mañana, supo que no había sido buena idea no dormir en toda la noche por vigilar a voluntad propia. Sus párpados se sentían muy pesados, al igual que sus piernas. La mochila que traía parecía pesar el triple. Sin embargo, a diferencia de Vil, que sí había dormido, no se quejó. El hombre decía cosas por todo el camino como: "¿Ya vamos a descansar?; tengo hambre; no siento mis pies". Nira sabía que era un milagro que Lyandreu aún no le hubiera clavado una daga en la garganta.

Hablando de ella... Nira miró hacia atrás. Lyandreu se había estado quedando atrás desde que retomaron el viaje. Le había explicado a Hurson que estaba intentando esconder sus rastros. Cuando él le respondió que no era necesario porque los animales no sabían seguir rastros, ella le dijo: "Esta isla ya nos ha sorprendido lo suficiente, no quiero más sorpresas".

Lo dijo tan seriamente que ahora la princesa no podía evitar sentirse perseguida por algo. Cada vez que escuchaba el mínimo ruido se sobresaltaba y pensaba que algo saldría de entre los árboles para llevársela. Después de todo, todos la querían a ella. Eso no era muy reconfortante. Pero ellos eran los únicos en la isla, ¿cierto? No tenía por qué preocuparse.

—¿Qué estás mirando? —preguntó la voz de Lyandreu a su lado.

Nira casi grita por el susto. Se giró para ver a la mujer.

—Creí que aún estabas atrás —respondió agarrando las mangas de su mochila.

Las dos continuaron caminando, ambas más atrasadas que el resto del grupo.

—No puedo quedarme tan atrás —explicó Lyandreu—, sería arriesgado.

—Claro. ¿No te da miedo estar sola?

—He estado sola muchas veces. La soledad no es algo que me dé miedo.

—¿Ni siquiera en una isla llena de cosas que no conoces?

—¿Conoces algo más peligroso que yo?

Nira no necesitaba ver la cara de Lyandreu para saber que sonreía orgullosa de sí misma.

—Creo que estar herida te pone en desventaja.

Lyandreu no había permitido que ninguna de las elfas la sanara. La princesa no podía entender por qué prefería seguir con el dolor por días. La asesina la miró de reojo.

—¿Estás preocupada por mí?

—Pff, no —soltó sin pensar. Enseguida se puso roja—. No quise decir eso —añadió rápidamente—. Es solo que sé que te puedes cuidar sola, así que no me tengo que preocupar. Aunque si estuvieras en peligro sí me preocuparía, pero creo que eso no va a ocurrir porque tú... eres tú.

Lyandreu la miró con una ceja arqueada. Nira se puso aún más nerviosa, lo que la hizo añadir:

—Yo te quiero. D-digo, no me caes tan mal... quiero decir, me caes bien, pero no te quiero.

Más allá del Mar Oscuro (Disponible en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora