⚔Capítulo 24⚔

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Los rayos del sol tocaron los párpados de Lyandreu. Ella gruñó perezosamente estrujándose los ojos. Sintió el frío incrustado en su piel. Todo estaba húmedo, las gotas de rocío caían de las hojas y los pajarillos anunciaban una nueva mañana.

Lyandreu se acurrucó en su capa. Se disponía a volver a cerrar los ojos, pero entonces escuchó murmullos que sonaban preocupados. Levantó la cabeza y vio a las dos elfas dialogando.

Melizza miró a Lyandreu con el ceño fruncido. La asesina rodó los ojos. Nuevo día, mismos problemas.

Se levantó para ver qué ocurría.

A unos metros de donde todos habían estado durmiendo había salpicaduras de sangre. Demasiada sangre.

—¿No escuchaste nada durante la noche? —le interrogó Issej.

—Durante mi turno no sucedió nada. ¿Dónde está el tipo que debía hacer guardia?

—Precisamente de él es esa sangre —respondió Melizza.

—¿Sus orejas puntiagudas no les ayudan a escuchar mejor? —dijo Lyandreu, aunque no fue una pregunta de verdad, sino más bien una burla.

Melizza se guardó para ella los insultos que cruzaron su mente.

—No hay rastros de que algo haya atacado —intentó decir pacíficamente.

Lyandreu caminó hacia el frente. Se detuvo en el centro de las salpicaduras de sangre. Estudió el terreno. No había ningún tipo de huellas, ninguna señal de pelea. Nada excepto la sangre.

¿Cómo era posible que alguna criatura pudiera hacer algo así, todo en silencio? Podría haber sido un ave enorme, pero las aves no cazaban en silencio. Además, no había ninguna muestra en las ramas de los árboles de que allí hubiera habido algo con alas. Le hubiera sido imposible llegar al hombre sin atravesar las copas de los árboles.

Criaturas pequeñas que hubieran atacado en grupo tampoco era una opción. Seguramente el hombre los habría podido ver y dar la advertencia.

Lyandreu vio una larga espina en la tierra. Se puso de cuclillas y la agarró. Era del largo de su dedo índice y estaba llena de sangre. ¿Un gato aguijón? Eran grandes, pero ligeros. Casi nunca dejaban huellas, mas era imposible que nadie hubiera escuchado cuando atacó. Pensó en muchos otros animales; sin embargo, el ataque de ninguno concordaba con la escena.

Concéntrate, se dijo. Obligó a su mente a permanecer en silencio.

Miró a su alrededor. Ninguna planta parecía contener algo similar a lo que la asesina tenía en su mano. Se puso de pie y miró todo más detenidamente, mientras que las elfas esperaban atrás.

En la tierra, junto al tronco de un árbol, había un montículo de hojas que se veía un tanto extraño. Lyandreu las quitó con su pie para descubrir un pequeño agujero que algo había intentado ocultar. Un poco de sangre lo rodeaba.

—Siempre hay rastros —dijo Lyandreu.

Aún no podía entender lo que sucedió. Se odió por eso. No pudo pensar en otra criatura que no fuera un conejo o un topo que pudiera haber echo ese pequeño agujero.

Hurson se acuclilló a su lado.

—Debemos ser más precavidos esta noche —dijo.

—Si algo fue capaz de hacer algo así en silencio se necesitará que más de una persona haga guardia.

—¿Qué sugieres?

Lyandreu se puso de pie y miró a todos. La princesa Nira estaba abrazándose a sí misma al lado de las elfas. La asesina sabía que ella no estaba acostumbrada a ver este tipo de cosas.

Más allá del Mar Oscuro (Disponible en físico)Kde žijí příběhy. Začni objevovat