⚔Capítulo 33⚔

32 9 7
                                    

El frío de la mañana despertó a Nira. Tiritando, se puso de pie, cubriéndose bien con su capa marrón, y miró hacia el horizonte. La vista la dejó sin aliento, pues había niebla cubriendo toda la isla; pero las montañas sobresalían, haciendo parecer que era un río de nubes. El sol comenzaba a dejar su escondite, pintando el cielo de un azul grisáceo, las nubes doradas y provocando que la niebla se viera más resplandeciente.

Unos pasos acercándose la hicieron despegar los ojos de la hermosa vista.

—Ya es hora de seguir moviéndonos —dijo Everard agachándose para recoger del suelo su camisa negra.

Parecía que acababa de ejercitarse, pues el sudor recorría su cara y su torso desnudo. Nira no pudo evitar mirar su pecho, donde tenía algunas finas cicatrices al igual que en sus brazos. Se preguntó si se había ganado esas cicatrices peleando o significaban algo más.

Everard se puso su camisa y le dijo:

—No sabía que fueras una pervertida, caramelo.

Las mejillas de Nira se calentaron al instante. No había sido su intención quedarse mirándolo.

—No te estaba mirando de esa forma —se apresuró a aclarar.

—Como digas.

Everard colocó su chaqueta negra sobre su hombro y avanzó hacia Tzar.

—¿Quieres que te diga cómo murió cada persona que me dejó una cicatriz? —le preguntó con una sonrisa en el rostro.

Ella negó con la cabeza. Everard se encogió de hombros.

—Sube —le ordenó a Nira señalando el lomo del caballo.

Ella cruzó sus brazos.

—Puedo caminar.

—No tengo tiempo para discutir contigo. Sube ahora.

Nira suspiró con fastidio y subió al lomo del caballo.

Deseaba estar de nuevo en Arnac, con su gente, con personas que la respetaban... con su padre.

Sin darse cuenta, ya habían comenzado la caminata. Nira se perdió en sus pensamientos. Recordó cómo era su vida antes de todo esto: despertarse tranquila en las mañanas; dormir sin miedo a ser atacada por alguna criatura; sus escapadas para jugar Busca el Tesoro. La mayoría del tiempo no sucedía nada interesante en su vida. Pese a eso, lo extrañaba. Ahora parecía una vida que no le pertenecía. Era una vida que jamás volvería porque, cuando tuviera al dragón blanco, tendría que viajar por todos los reinos y enfrentarse a las personas que quisieran arrebatárselo. Sería un camino difícil. Esperaba poder estar acompañada de personas en las que pudiera confiar. Y ella tendría que estar lista para guiarlos correctamente.

Dentro de un rato se animó para volver a hablar con Everard. Quería conocerlo un poco más.

—Oye, ¿por qué decidiste "dedicarte" a esto que haces?

Nira se dio cuenta de que tal vez no era una pregunta muy apropiada. ¿Había sido demasiado directa? ¿Le molestaba a Everard hablar de sí mismo?

—No fue una decisión mía. Simplemente... pasó.

—No entiendo cómo alguien puede simplemente convertirse en asesino.

—Escucha, caramelo, quisieron obligarme a  convertirme en soldado. No fueron nada buenos conmigo. Así que, una noche quise que uno de ellos sufriera igual que yo, solo que no sabía que iba a aguantar tan poco cuando lo estaba torturando y lo asesiné sin querer. Pero fue muy satisfactorio escuchar sus súplicas, sus lamentos, sus gritos de dolor y luego sentir su sangre en mis manos.

Más allá del Mar Oscuro (Disponible en físico)Where stories live. Discover now