⚔Capítulo 9⚔

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Después de continuar caminando durante toda la noche y parte de la mañana, finalmente llegaron al pueblo de los elfos: Wulaus. A diferencia de Arnac, allí las casas y mercados no se veían deteriorados. Tenían más color y alguno que otro tenía florecillas colgantes y enredaderas como decoración. Lyandreu le había ordenado a Nira que no mirara a nadie, que actuara indiferente. Según ella, de esa forma no buscarían problemas con los elfos. Pero para la princesa era casi imposible no mirar a nadie.

Los elfos eran maravillosos, todos hermosos y hermosas. Era la primera vez que Nira veía personas con las orejas puntiagudas. Y su ropa era exquisita. La suave y elegante tela de los vestidos de las damas simulaban elementos de la naturaleza: flores, agua, fuego... la princesa quería olvidarse de la misión e irse inmediatamente de compras. 

Tanto ella como Hurson iban en caballo. Él estuvo callado durante todo el camino, aunque se quejó algunas veces de tener dolor de cabeza.

Se permitieron descansar por un rato en una taberna un tanto pintoresca. Lyandreu ordenó tres guisados de pato. Les dejaron la comida de mala gana en la mesa y el tabernero les preguntó si querían algo más, aunque pareció que dijo: pidan algo más y lo lamentarán.

Todos devoraron sus platos. La princesa sabía que para Hurson y Lyandreu esto era un banquete, pues en Arnac servían mucho menos comida para poder ahorrar. Nira agarró su tarro de madera y bebió todo el agua de un trago.

—Pensaba que las princesas tenían más... modales —comentó Lyandreu bebiendo de su propio tarro.

—No es que eso importe aquí —respondió Nira.

—¿Ahora cuál es el plan? —preguntó Hurson cambiando el tema.

—Tendremos que intentar cambiar los caballos por unos que estén en condiciones para viajar por otras tres horas, estos ya están muy agotados.

—Creo que nadie querrá hacer ese intercambio —aseguró Nira.

—No tienen que querer. —Lyandreu le guiñó un ojo y abandonó la taberna.

La princesa miró a Hurson con las cejas levantadas.

—¿Qué va a hacer?

—Descuida, esta es una de esas ocasiones en las que no le hace daño a nadie.

—Va a robar, ¿eso no es hacer daño?

Hurson se puso un poco serio y se inclinó hacia ella.

—Princesa —dijo en voz baja para que nadie escuchara—, tal vez tú lo tengas todo en el castillo, pero fuera de esos muros las personas luchan por sobrevivir cada día; para eso, a veces, hay que hacer cosas que no le agradan a nadie.

Nira se sintió un poco mal por aquellas palabras. Tenía un poco de razón, pero igual no encontraba correcto hacer daño para bienestar propio.

—Aunque personalmente no me molesta formar un poco de caos —añadió Hurson con una sonrisa.

—¿Quién pagará por esto? —preguntó el tabernero señalando los platos y tarros vacíos.

—La señorita lo hará —respondió Hurson señalando a Nira y poniéndose de pie.

Nira abrió la boca para protestar, pero el pirata ya estaba cruzando la puerta de la taberna. Genial. La princesa agarró su bolsita de cuero y pagó la comida de los tres. Acto seguido, alcanzó a Hurson.

—¿De qué te ríes? —gruñó Nira viendo la sonrisa de oreja a oreja que traía el hombre en la cara.

—Una vez le hice esa misma broma a Lya, ¿sabes lo que hizo?

Más allá del Mar Oscuro (Disponible en físico)Onde histórias criam vida. Descubra agora