⚔Capítulo 15⚔

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Melizza odiaba estar rodeada de personas; eso no era secreto para nadie, y estar sentada en ese colchón rodeada de personas heridas no era más agradable. Mucho menos por el criminal de cabello oscuro que la observaba.

La elfa se movió incómoda y sintió un ligero dolor por todo su torso. Ya la habían sanado, pero el dolor perduraría por un tiempo. Todavía podía sentir la mirada de Everard sobre ella. Lo miró de reojo. El hombre gordo que estaba a su lado no paraba de vomitar en un balde y él no paraba de mirarla a ella. Melizza fingió mirar a las personas de su alrededor.

Pasados unos minutos no lo soportó más.

—¿Qué quieres? —cuestionó molesta.

—Mátalo por mí —señaló con la cabeza a Vil—, no lo puedo hacer con las manos atadas —le guiñó un ojo a la elfa.

El hombre rechoncho levantó la cabeza de la cubeta y miró a Everard con los ojos bien abiertos. El pobre (si se le podía decir así) no tenía color en su cara.

Melizza frunció el ceño, pero no se alteró.

—No soy una asesina.

—Mm, qué aburrida.

Ella lo ignoró, no le gustaba gastar su tiempo con idiotas.

—Escuché por ahí que la princesa casi muere por salvarte de aquella bestia —continuó él—. Creí que los elfos sabían defenderse solos.

La elfa cerró sus ojos y respiró profundo. Solo intenta provocarte.

—Ustedes deberían cuidarla a ella —miró a Nira, que descansaba no muy lejos de ellos—, no ella a ustedes.

—¿Estás insinuando que es mi culpa que casi muriera?

Everard se encogió de hombros.

—No debieron dejarla ir a luchar. Me pregunto quién la habrá motivado a hacerlo.

—Eres una horrible persona.

—¿Has visto bien mi rostro? —dijo él, provocante.

—De haber sabido que eras tú quien estaba en el agua me habría quedado callada para que murieras.

—Auch —fingió que le dolieron sus palabras, luego sonrió con un poco de malicia—. Eres mala.

—No soy mala, soy mucho mejor que tú.

Él arqueó una ceja. Melizza hizo un esfuerzo por ponerse de pie. No soportaba estar más tiempo en ese lugar.

—Antes de que te vayas —la detuvo Everard—, esto duele —señaló con sus manos atadas la herida que tenía en la frente. La sangre seca le cubría la mitad del rostro.

Ella lo analizó por unos instantes, después se dio la vuelta.

—Creí que eras mejor que yo —le dijo Everard con desdén.

Melizza se detuvo. Sentía fuego ardiendo en sus venas. Por suerte sus poderes eran de aire, de lo contrario, hubiera incinerado el lugar. Miró a Everard por encima del hombro. Desgraciado. Quería dejarlo que siguiera sintiendo ese dolor, pero era cierto, no estaría demostrando ser mejor.

Casi en contra de su voluntad, la elfa se dirigió a él y se puso de cuclillas. Colocó una mano en su frente.

—A donde sea que nos esté llevando la estrella —dijo él en voz baja, casi en un susurro—, deben cuidarse porque no tendré piedad con nadie que se cruce en mi camino.

—Ni siquiera saldrás de aquí.

—Eso ya lo veremos.

Melizza se puso de pie al terminar.

—Me das asco.

Él solo la miró con frialdad. Melizza supo que las intenciones de él no eran que lo sanara, sino darle esa amenaza.

—No me dejes aquí con él —suplicó Vil intentando arrastrarse para alejarse de Everard.

Melizza lo miró con detenimiento.

—Si quieres que las personas te llamen "Lord" entonces actúa como uno. —Luego añadió en voz muy baja—: Cobarde.

Se dirigió hacia la puerta justo cuando entraron Lyandreu e Issej. Genial, más personas.

La ladrona se percató de que Everard estaba allí y de inmediato se llevó una mano a la cara, como para asegurarse de que tenía el rostro oculto. En otras condiciones, Melizza se hubiera detenido a analizar ese acto, pero en ese momento no tenía ganas de pensar.

—¿Estás bien? —le preguntó Sombra de la Muerte.

—Estoy viva —se limitó a responder.

Pasó a su lado y se dirigió a su camarote. Supo que Issej la siguió.

Melizza agarró un libro del suelo, que había dejado sobre el pequeño escritorio y se había caído por el ataque, y se acostó en su cama. Sí, había llevado un libro a un viaje peligroso. Nunca podía saber cuándo se cansaría de las personas y necesitaría un tiempo fuera de este mundo.

Issej cerró la puerta detrás de ella, apoyó la espalda en ella y se cruzó de brazos.

—Logramos deshacernos de los dragones, aunque no sabemos por cuánto tiempo.

Melizza cerró el libro y lo dejó a un lado.

—No es el único problema que tenemos.

—¿Sucedió algo con los prisioneros?

—Sí. Everard dio una amenaza. Estoy segura de que en cuanto encuentre oportunidad de escapar lo hará... y habrá sangre.

Issej analizó sus palabras por un momento.

—¿Qué debemos hacer?

—Creo que él no es competencia para Lya... —se aclaró la garganta—, para la Sombra de la Muerte.

A Melizza no le agradaba Lyandreu, pero si mantener su nombre en secreto era importante para ella, entonces la elfa lo respetaba.

—¿Sugieres que confiemos en ella para que los vigile?

—Creo que sería nuestra única opción. Ella se ha enfrentado a ellos muchas veces antes. No creo que sea un problema. Además, ha demostrado que está de nuestro lado.

—Es una asesina, no podemos tenerla de nuestro lado.

—Es mejor tener a la asesina más peligrosa de nuestro lado que en nuestra contra —dijo Melizza arqueando una ceja.

Issej frunció el ceño.

—No me agrada.

—A nadie le agrada —la elfa de ojos claros se miró las uñas—. Excepto a ese pirata. En cuanto a nosotras, nos encargaremos de cuidar a la princesa.

—Creo que Nira ya dejó muy claro allá arriba que no quiere que la cuiden.

—No tiene por qué saberlo —le guiñó un ojo.

Melizza agarró de nuevo su libro; significado: aquí termina la conversación.

Melizza agarró de nuevo su libro; significado: aquí termina la conversación

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Más allá del Mar Oscuro (Disponible en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora